sábado, 20 de diciembre de 2008

Héctor Tomás Rodríguez: algo así como la muerte de Papá Noel

Ilustraciones de esta nota: Portada de la partitura de "¡Federico... a casa! con los populares personajes del dibujante Héctor; Autocaricatura de Héctor, 1953; Héctor (centro) en 1953 en la Galería Picasso, junto a la directora de la misma, Erika Wartensleben y los dibujantes Marcos Siderman, Bayón, "Mono" Villanueva, Luis Macaya (h), Arturo Rovegno, Atilio De Angeli y Siulnas.

Allá por la década del cuarenta del siglo anterior, Francisco Federico había logrado que la letra de una polka suya musicalizada por Roberto Zerrillo y Juan C. Howard, se popularizara prontamente por radio, en especial por su estribillo:

“¡Federico… a casa!

Yo no sé qué es lo que pasa

con la burda insinuación.

¡Federico… a casa!

Si no acaban con la frase,

yo me cambio este nombrón!…”


Lo cierto es que la popularidad de este estribillo venía de otro medio, y el mismo autor lo confesaba en una estrofa de la letra de la polka: “Pero hay unos compañeros / que ha creado un dibujante: / es un caso horrorizante / por su imán de tentación”…

Los “compañeros” eran El Nuevo Rico y su mayordomo Federico, y el dibujante, Héctor Tomás Rodríguez, simplemente, Héctor, como firmó la mayoría de sus dibujos.

Pero esta historia merece ser contada desde el comienzo.


LA INICIACION DE HECTOR TOMAS RODRIGUEZ

“…Inicié mi carrera artística con la publicación de un dibujo en las celebradas ‘Páginas de Columba’ –evocaría Héctor–. Yo vestía recién mis primeros pantalones largos. En el barrio quisieron ofrecerme un banquete popular como homenaje al ‘grandote’ precoz; pero me opuse a tal derroche gastronómico debido a que las milanesas me gustan frías y la manteca caliente, y eso es imposible conseguir en un banquete bien servido…”

Ayudante en un principio del pionero de los dibujos animados en la Argentina, Quirino Cristiani, Héctor Rodríguez pasó después a “La Cancha”, colaborando también con caricaturas en “El Gráfico”, lo que en cierta forma anticipaba su gran inclinación hacia los temas deportivos, que continuará al comenzar la década del 30 desde las páginas del diario “Crítica”, que le daría el espaldarazo definitivo.

Allí comienza dibujando “las grandes figuras deportivas de esa época de oro de nuestro deporte –como recordaría Salerno Negri–, Valerio Vallania, diez veces campeón argentino de vallas y salto en alto; Zabalita, el recordado ñandú criollo; los hermanos Albe; Candiotti, el empecinado Tiburón de Quillá; Justo Suárez, el malogrado Torito de Mataderos…”

Pero también ilustra allí la sección “Alma Torera” y las noticias de policía que admiten un enfoque menos serio que el de las “reconstrucciones” de Pedro de Rojas, jefe de la sección.

Hasta que en 1934 crea el personaje que lo haría incuestionablemente popular, ligando su nombre definitivamente al mismo: El Nuevo Rico, al que siempre acompañaba su mayordomo Federico.

EL NACIMIENTO DEL NUEVO RICO

Era una noche de mucho frío, en 1933; yo iba caminando por Esmeralda y al llegar a Corrientes tuve que detenerme para dejar pasar a un señor muy gordo con el vientre cruzado por una enorme cadena, que lucía en su boca un habano imponente –referiría Héctor en 1950 a propósito del nacimiento de El Nuevo Rico–. Me paré a observarlo; subió a su auto, y ordenó: “Federico, ¡a casa!”. La frase me quedó grabada. Llegué a mi casa y me puse a trabajar proyectando la historieta. La aceptación que tuvo me indicó que había dado en el clavo.

La anécdota, de ser cierta, debe haberse acomodado a la transformación sufrida por los personajes –beneficiosa, por cierto– ya que en un principio El Nuevo Rico era mucho más delgado y su mayordomo se llamaba Sebastián. Tampoco se puede desestimar la orgullosa afirmación del dibujante Germán Federico –compañero de Héctor en “Crítica”– en el sentido de que la repetición de su apellido en la redacción impulsó al historietista a usarlo para uno de los personajes.

Al margen de los pormenores de su nacimiento, El Nuevo Rico y su mayordomo Federico eran tan populares por aquellos años, que los dueños de un negocio de venta de billetes establecido en Unquillo, en la provincia de Córdoba, eligieron como nombre del local, “Federico a casa”. De todos modos, la popularidad de ambos personajes se mantendría por muchos años, llegando a protagonizar su propia revista en 1961.

LA PREOCUPACIÓN DE NATALIO BOTANA

En la época en que el peso moneda nacional era estable y contar con un billete de 100 –le llamaban “canario” por el color– era todo un privilegio, el Nuevo Rico encendía sus cigarros con un billete de 1000 pesos; sólo el Día del Ahorro utilizaba uno de 500.

Pero un día, Héctor enfrenta a su personaje con un supuesto revés de la Bolsa por el que habría perdido toda su fortuna, comenzando una etapa de estrecheces. “Federico, rotoso su uniforme, barbudo, más flaco aún, comparte sin quejas el nuevo estado de su patrón, su hambre y su desconsuelo –recordaría Salerno Negri–; a los pocos días de esos episodios de pobreza franciscana, el hijo de Botana, Tito, le dice: ‘Al viejo no le gusta que lo hagas pobre’, y Héctor, al día siguiente lo despierta al Nuevo Rico de una pesadilla que había sufrido.”

EL HUMOR DEPORTIVO

Tras pasar por numerosas publicaciones entre las que se contarían “Mundo Argentino”, “Estampa”, “El Hogar”, “Leoplán”, “¡Aquí Está!”, “Mundo Agrario”, “Mundo Radial”, “Caras y Caretas” y “PBT” –estas dos últimas en su segunda época–, Héctor recala en la flamante “Mundo Deportivo”, donde a toda página, brinda un panorámico enfoque humorístico con bastante más de cincuenta personajes ocasionales por número, aunque dos de ellos figurarían en forma permanente: el fotógrafo Olivieri y el vendedor de “chuenga”, popularizado por el mismo Héctor. Muchas de estas páginas comenzaría a marcarlas durante los períodos de inactividad en su tablero de “Crítica”, donde permanecería hasta la desaparición del diario.

La etapa de “Mundo Deportivo” marcaría el apogeo de la amistad de Héctor con conocidos deportistas, entre ellos Juan Manuel Fangio, con quien en una oportunidad Héctor asistió a un asado en una quinta:

Yo conocía el camino, pero Fangio, no; entonces le pedí que siguiera mi auto –celebraba después el dibujante, satisfecho de haberse dado el gusto de manejar delante del “Chueco”, sin que este se atreviera a pasarlo.

Profundo observador, Héctor encaraba con agudeza tanto temas deportivos, como los relacionados con la lluvia y el frío, o los “curdelas”; a estos los escrutaba “en su salsa”, aprovechando su condición de hombre de “estaño”, como él mismo se definía en alusión a los antiguos mostradores de los bares donde solía apoyarse a tomar una ginebra con hielo. Le agradaba invitar a quienes lo acompañaban: hace algo más de medio siglo, un día en que participamos de una reunión periodística en un local céntrico, se ofreció a acercarme de regreso a mi domicilio que quedaba a mitad de camino del suyo; en la ocasión fui invitado a un “estaño” en tres oportunidades durante el recorrido desde el centro al barrio de Caballito. Pero quien más lo acompañaría durante esos años de “Crítica” sería Lorenzo Molas, con quien compartía los chistes gráficos en la página de Deportes del diario.

EL ADIÓS AL ESTAÑO

¿Cuándo empezó a sentir Héctor la necesidad de refugiarse en la intimidad hogareña junto a su compañera que siempre lo había aceptado con sus amigos, esos que lo habían bautizado “el gaucho” no sólo por ser oriundo de San Nicolás de los Arroyos, sino esencialmente por su condición humana? Lo cierto es que Héctor había reemplazado espontáneamente el “estaño” por la mesa hogareña, esa mesa que ya no podría compartir un 25 de diciembre, esa mesa que le sería negada por la vida precisamente el Día de Navidad.

Aunque quizás, ese 25 de diciembre de …., se le hayan reunido el Nuevo Rico, Federico, Nora y su peor es nada, los Ramachuza, Sinforoso Puracepa, Chuchi, el profesor Marote y muchos otros, para festejar junto a un “estaño”, desde esa dimensión donde los bares no se modernizan y los personajes no envejecen para que su creador no pueda ser olvidado. (Oscar Vázquez Lucio. Leído en la Academia Porteña del Lunfardo en la sesión del sábado 6 de diciembre de 2008.)

jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Humorista o cantor de tangos?


El 9 de diciembre de 1990, refiriéndome al Día Nacional del Tango que se celebraría dos días después, destaqué en la revista infantil que acompañaba la edición dominical del diario “Crónica” de Buenos Aires: “La idea surgió por iniciativa de Ben Molar, quien consideró ese día porque, aunque en distintos años, habían nacido dos figuras muy representativas de la llamada música ciudadana: Carlos Gardel (1890-1935) y Julio De Caro (1899-1980)”. Ese día gané un nuevo amigo: Ben Molar llamó a la redacción del diario para agradecerme que me acordara había sido él, allá por los años 70, quien luchara para lograr se instituyera ese día. No es lo único que el ocupante del sillón “Pascual Contursi” en la Academia Porteña del Lunfardo ha hecho por el Tango, pero en mi otro Blog – http://siulnaszapping.multiply.com , la escritora Anamaría Blasetti, se refiere con lujo de detalles al tema que la apasiona, así que abordaré directamente mi vieja relación con el tango.

“No hay que temerle al tango, se lo puede enfocar con alegría, con ingenio y buen humor”, escribió en 1994 Oscar del Priore en el prólogo de mi libro “El Tango en el humor gráfico y escrito”, en el que vuelco tres pasiones personales: el humor, su historia y el tango, que siempre canté ante audiencias reducidas y amistosas. Tal vez mi mayor audacia en ese aspecto haya sido la charla ilustrada con dibujos “relámpago” y pasajes de tangos (canto acompañándome en guitarra) que titulé “Por qué soy humorista en vez de cantor de tangos”, y ofrecí hace algunos años en el Café de “La Régence”, de Morón, y más recientemente, en el Café Tortoni, pegadito a la Academia Nacional del Tango.

De todos modos, el tango siempre ha estado presente en mi vida, desde una adolescencia en la que no me faltó ninguno de los discos de pasta de 78 rpm con las grabaciones de Gardel, con quien pretendía cantar a dúo para aprender sus inflexiones de voz.

También le debo a un hombre ligado al tango la primera nota sobre mis dibujos publicada en un medio importante; en búsqueda de “prensa” para promover la exposición de dibujos humorísticos que llevaba a cabo en los salones de MEEBA (Asociación –ex Mutualidad– de Estudiantes y Egresados de Bellas Artes), llegué un día de 1950 hasta la redacción del diario “Noticias Gráficas”, siendo atendido por el joven periodista Pedro Ortiz (del que supe muchos años después era cantor, autor y compositor y cantaba tangos en árabe), quien asumió mi “representatividad” ante Bernardo Verbitzky, encargado de las notas de arte del diario. ¡Y vaya si me representó! Algunos días después, mi ego adolescente disfrutó de la primera nota impresa sobre mis dibujos, con la publicación de uno de ellos en tamaño apreciable en página central, bajo el título “Un original dibujante porteño”.

Cuando empecé a trabajar en el diario “Crítica”, y se enteraron que cantaba tangos acompañándome en guitarra, me comprometieron a llevar ésta cuando se hiciera algún festejo en la redacción; así fue como al hacerlo, conté en mi auditorio nada menos que con Alfredo Bigeschi, quien allí se encargaba de otras letras: las que escribía como periodista deportivo.

No existían en aquellos tiempos los grabadores magnetofónicos, de modo que el testimonio más antiguo que me queda como cantor de tangos son dos discos que grabé por los años ’50, uno en base de cristal y otro en base de cartón.

Pero se ve que los tangueros, aunque no nos manifestemos, tenemos algo que nos identifica; hace ya unos cuantos años comenzaron a llegar a mi ex casilla de correo, ejemplares de una revista de estilo casi artesanal (después me enteré que así había sido definida en su espacio radial, por Antonio Carrizo). La revista llevaba por título “A Puro Tango” y solía incluir reproducciones del material que yo publicaba por entonces en “Croniquita”. Con el correr del tiempo, entablé una amistad epistolar con el editor de esta publicación, residente en la vecina localidad de San Martín, que había empezado a fines de los ’70 con 500 ejemplares de un par de hojitas, sin otra pretensión que ser el folleto para un festival, y al cabo de los años, avisos baratos mediante, su editor pudo darse el lujo de hacer llegar regularmente y gratuitamente, a cuanto rincón tanguero había en Buenos Aires y sus alrededores, una modesta pero gruesa revista especializada. Por supuesto, Edmundo Sirio, su editor –gran luchador por la defensa del tango desde hace un cuarto de siglo–, no lucraba con “A Puro Tango”, y su solvencia económica la obtenía con su actividad como cartero.

Por él conocí a otro tanguero, Osvaldo Flego “Marné”, conductor con Martha Magdalena Zinelli de un programa titulado “Simplemente Tango” que se transmitía por Folclorísimo AM 1410, desde donde solía recibir amables llamados.

Por supuesto, como tanguero no podía dejar de estar ligado al Club de Tango de Oscar B. Himschoot a través de la revista homónima, y a la Academia Nacional del Tango, cuyo pregón “El Chamuyo”, me encomendó su director, el Académico fundador Jorge Palacio (Faruk), quien allá por los años 70, me escribía y dibujaba las “Tanguerías” para mi revista “Humorón”.

Mi “Historietango” ha llevado mi pasión tanguera hasta Los Angeles (USA), donde el argentino Carlos G. Groppa edita la revista “Tango Reporter”, que es posible consultar en los Departamentos de Música de las Universidades de las principales ciudades de los EE.UU.

Que el tango es un sentimiento lo puede afirmar el doctor Luis Alposta –“académico-poeta-médico y no sé cuántas cosas más”, al decir del mencionado Faruk–, quien no contesta mis cartas por vía epistolar, prefiriendo llamarme por teléfono y cantarme con su mejor voz tanguera –la misma que ha lucido en su microprograma radial “Mosaicos porteños” en la “2x4” FM 92.7–: “Recibí tu última carta en la cual tú me decías…” (siulnas)

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Dos buenas razones de un caricaturista para recordar al Presidente Alfonsín


Arriba a la izquierda: Portada del catálogo para la muestra Los Presidentes y el Humor". Derecha: Caricatura del Presidente Alfonsín realizada por Siulnas en diciembre de 1983. Abajo: Collage que cubre las retiraciones del Catálogo



Como todo Presidente de la Nación, haya sido constitucional o de facto, Raúl Ricardo Alfonsín ha recibido (merecida o inmerecidamente, según el punto de vista de quienes lo calificaban), críticas y elogios.

Sin entrar en el análisis político, que no es el estilo de este Blog, valoro como caricaturista, dos aspectos para mí muy valiosos del ex Presidente que nos gobernó entre 1983 y 1989, al recordar que fue bajo su gestión que, inaugurando una nueva etapa con la voluntad de recrear espacios de tolerancia y pluralismo, el Museo de la Casa de Gobierno se reabrió en setiembre de 1988 con la exposición “Los Presidentes y el Humor”, para cuya concreción fuí convocado como asesor. Después de haber sido convocado en 1981 para desempeñar idéntica tarea en el Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, que inauguraba en esos días su edificio propio, ninguna otra tarea similar hubiera podido ser más importante y gratificante. Se exhibirían en el mismo recinto que había albergado durante su mandato, a Presidentes que no habían tolerado, en ocasiones, esas mismas caricaturas que en algún caso, habían causado serios problemas a sus autores. No faltó nadie; estaban allí Bernardino Rivadavia, Justo J. de Urquiza, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio A. Roca. Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, Luis Sáenz Peña, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear, José Félix Uriburu, Agustín P. Justo, Roberto M. Ortiz, Ramón S. Castillo, Pedro P. Ramírez, Edelmiro J. Farrell, Juan D. Perón, Eduardo Lonardi, Pedro E. Aramburu, Arturo Frondizi, José M. Guido, Arturo U. Illia. Juan C. Onganía, Roberto M. Levingston, Alejandro A. Lanusse, Héctor J. Cámpora, Raúl Lastiri, María Estela Martínez de Perón, Jorge R. Videla, Roberto E. Viola, Leopoldo F. Galtieri, Reinaldo Bignone, Raúl R. Alfonsín…Los caricaturistas éramos –entre los del siglo XIX y los del siglo XX– Pedro de Alzaga, Henri Meyer, U. Advinent, Mario Zavattaro, Enrique Stein, Carlos Clerici, José María Cao, Eduardo Sojo, Manuel Mayol, Ramón Columba, M. H. Latorre, Fernando Quesada, Juan Carlos Alonso, Eduardo Alvarez, Pedro de Rojas, Tristán, Fapa, Eduardo Muñiz, Rip, Víctor Valdivia, Delpuente, Andrés Dameson, Marvel, Arístides Rechain, Faruk, Mezzadra, Carlos Basurto, Anselmo Borello, Dobal, Landrú, Luis J. Medrano, Yaco Nowens, Siulnas, Norberto Vecchio, Mario A. Mauriño, Chaque, Rafael A. Del Zoppo, Alberto Bróccoli, Alex Salas, Geno Díaz, Flax, Carlos A. Lahitte, Izquierdo Brown, Tomás Sanz, Héctor Beas, Jorge de los Ríos, Andrés Cascioli, Carlos Garaycochea, Hermenegildo Sábat, Meiji, Leonardo Villarreal, Ceo, Raúl Fortín, Ricardo Barrosa, Eduardo Callejón, Armando Da Col, Alicia Durán, Guillermo Guerrero, Ricardo Heredia, Juaro, Maicas, Francisco Mazza, Meléndez, Carlos Nine, Luis Ordóñez, Héctor Ricardo Palacios, Rep, Miguel Ruiz Moreno, Juan Carlos Schäffer, Fernando Sendra, Marcos Siderman, Yacaré, Guillermo Almeida, Mono Di Palma, Marino, Osco, Beto Páez, Pratico, Roberto Di Palma, Sócrates, Roberto Fontanarrosa, Marlene Pohle, Quino, Julio Chamartín…

El otro aspecto del Presidente Alfonsín que valoré como caricaturista fue precisamente su aspecto físico, particularmente su rostro que después de tantos años, me posibilitaba volver a realizar una caricatura en la modalidad de mi época construtivista, aquella que Ignacio Covarrubias definiera en el diario “Crítica” como “humanidad geometrizada o geometría humanizada”, aquella que me significó tantos éxitos en las exposiciones y tantos rechazos en las revistas, que por entonces no aceptaban tanto modernismo. Por supuesto, esa modalidad estuvo presente en la muestra “Los Presidentes y el Humor”, a través de una réplica de la caricatura que le hiciera a Alfonsín tras su asunción en diciembre de 1983, ya que el original se hallaba en la Casa del Humor y la Sátira, en Gabrovo (Bulgaria).

Así que este 10 de diciembre de 2008, tengo dos buenas razones –y ambas risueñas– para saludar al ex Presidente Alfonsín, a 25 años de su asunción al poder.(siulnas)

lunes, 1 de diciembre de 2008

Un día como el…


Ilustraciones, De arriba hacia abajo:

Ramón Columba, por Siulnas;

María Luz, de Battaglia;

Babilonio, de Sagrera;

Tapa del Nº 1 de "Humorón";

Walt Disney;

Héctor Rodríguez, autocaricatura.



3 de diciembre, hace 117 años: Nacía Ramòn Columba. Taquígrafo y caricaturista, ha sido el autor de “El Congreso que yo he visto” y editor de la revista “El Tony” –que empezó como suplemento de “Páginas de Columba”- entre otras.

6 de diciembre, hace 54 años: Comenzaban a publicarse María Luz y Babilonio. Ambos personajes aparecieron simultàneamente, en la revista “Patoruzù”, aiendo sus autores, Roberto César Battaglia y Juan Angel Sagrera respectivamente.

6 de diciembre, hace 35 años: aparecía “Humoròn”. A diferencia de otras revistas humorísticas zonales, ésta tuvo como epicentro el partido de Morón, aunque su circulación se extendió a la Capital Federal, primero, y al resto de la Repùblica Argentina después. Dejò de aparecer en enero de1978.

8 de diciembre, hace 114 años: Nacía Elzie Segar, nada menos que el creador de Popeye en 1929, personaje aùn vigente en estos días.

13 de diciembre, hace 146 años: Nacìa Josè María Cao. Dibujante español radicado en nuestro país desde 1888, colaboró en diversas publicaciones en el siglo XIX, y ya en el XX, sus dibujos se publicaron especialmente en “Caras y Caretas”.

15 de diciembre, hace 42 años: Fallecía Walt Disney. Tras haberse desempeñado como dibujante en Kansas City ganando 50 dólares mensuales, Walter Elías Disney se trasladó a Los Angeles, instalándose con su hermano Roy en un garage, donde fundó la que con el correr de los años, sería su gran empresa. A 42 años de su muerte (en realidad, se ha dicho que su cadáver fue introducido en una cápsula refrigerante con la expectativa de regresar a la vida en el año 2100), personajes como el ratón Mickey y el pato Donald, entre otros, siguen tan vigentes como hace más de siete décadas. Estos personajes intervinieron en algunas de sus Sinfonías Tontas (serie de dibujos animados musicales y casi sin argumento), hasta que Disney se lanzó a producir películas de dibujos animados de largo metraje, siendo la primera “Blanca Nieves y los siete enanitos”, estrenada en 1937. Después vendrían “Pinocho”, “Fantasía”, “Dumbo” y mychas más.

15 de diciembrem hace 34 años: Fallecía Vidal Dávila. Dibujante de historietas de distinto género, sus personajes más recordados fueron Ocalito y Tumbita publicados durante años en “Billiken”.

25 de diciembre, hace 97 años: Nacía Burne Hogarth, segundo dibujante de Tarzán, el personaje de Edgar Rice Burroughs.

...25 de diciembre, hace 37 años: Fallecía Hèctor Rodriguez. Dibujante del diario “Crítica”, fue el creador de El Nuevo Rico, quien popularizaría la frase “Federico, a casa”, dirigida a su mayordomo en el último cuadro de cada historieta.

28 de diciembre, hace 44 años: Fallecía Cliff Sterret, creador de “Polly and her Pals”, historieta que se conoció en la Argentina en los años 30, como “Don Jacobo en la Argentina”. (siulnas)