lunes, 16 de noviembre de 2009

Libros recibidos




La Nelly 6 – El calzoncillo de Sandro y otras aventuras, de Sergio Eduardo Langer y Rubén Jesús Mira. Editorial Granica.

Sería una falta de respeto al personaje, definir “La Nelly” como un libro de historietas; tampoco se puede decir que es una historieta en un libro. Quienes siguen al más reciente personaje del piso más alto de la página de historietas de “Clarín”, que anteriormente ocuparan otros famosos, saben que La Nelly no tiene precisamente las características de un personaje convencional, y puede sorprendernos en cada uno de los -en apariencia- abigarrados cuadritos, donde entre los personajes de tinta china se muestran muy cómodos y sin desentonar en absoluto merced a un perfecto collage, Menem, Macri, Grondona, Chávez, Kirchner, Evo Morales, Manuel Belgrano, Mahatma Ghandi, Martín Luther King, Jorge Lanata, La Madre Teresa, Cafiero, Maradona, Pipo Mancera, Luis D’Elía, Moyano y tantos otros que el lector desprevenido podría preguntarse qué tienen que hacer allí. Pues son una especie de partenaires de la multifacética Nelly preocupada igualmente por la paz, por los lugares tradicionales que desaparecen, por la inseguridad, por las coimas, por un curso intensivo de barrabrava, por las elecciones 2007 (el material recopilado pertenece a ese año) y el tema que da título al libro: el calzoncillo de Sandro que Nelly le robó en 1973 y “hoy es la prueba de amor de un romance que comienza en la infancia y se extiende hasta el presente”, redondeando una insólita biografía del Gitano realizada en historieta.
Como se lo señala en la contratapa del libro, “Nelly enviste contra la realidad cotidiana, atrapa sus fragmentos más desquiciados y los transforma en risas.”
Siulnas

domingo, 15 de noviembre de 2009

A 50 años de la muerte de Florencio Molina Campos



Epígrafes de las Ilustraciones: 1, Caracterizado para su espacio radiofónico “Los Relatos Gauchos de Molina Campos”, en 1934; 2, Fachada del Museo Nacional de Bellas Artes en 1989, con el dibujo de grandes dimensiones de Molina Campos anunciando la exposición de sus obras llevada a cabo allí durante todo ese año; 3, Una de las láminas de los famosos Almanaques de Alpargatas que Molina Campos realizó desde 1931 a 1945; 4, Durante la realización de la primera muestra en el exterior, llevada a cabo en Chile en 1948, Molina Campos (en el centro) posa junto a sus colegas Fantasio, Loperena Vernet, Alejandro Sirio, Coke y Rodolfo Claro, el consejero de la embajada argentina Emilio Pastore, y el encargado de negocios de la República Argentina, Carlos Mathus Hoyos; 5, Caricatura de Molina Campos realizada por su colega Macaya en 1944, al regreso del primero, de Nueva York.

Nacido en Buenos Aires el 21 de agosto de 1891, Florencio Molina Campos, pintor y humorista que hiciera su primera exposición en 1926, a los 35 años de edad, ha documentado con ingenio y gracia la evolución de las costumbres camperas, realizando por espacio de doce años a partir de 1930 los Almanaques de Fábrica Argentina de Alpargatas; a partir de 1961 y hasta estos días, esos almanaques han sido reeditados.

“Su visión le pertenece de manera legítima y entrañable –había dicho de él Fernan Félix de Amador-; como que no es un simple producto de imaginación propensa a lo pintoresco, sino una síntesis vigorosa y cordial del escenario campestre en que le tocara vivir sus primeras e imborrables impresiones juveniles.”

Anteriormente había publicado una sección en el diario “La Razón” que podría considerarse como un antecedente de “Los Picapiedras”, ya que los trogloditas que protagonizaban ese único cuadro que aparecía en las ediciones de los viernes, gozaban de los adelantos de la vida moderna aunque en las rústicas versiones que permitían los elementos disponibles en aquella época. Pero fundamentalmente se lo ha identificado como intérprete del gaucho.

En 1934, Molina Campos pronunció charlas radiofónicas (radiotelefónicas se las llamaba entonces) basadas en relatos gauchescos, donde decía cosas como ésta:

“¿No me crén? Ya lo verán…

Hoy la pampa es de los gringos…,

Y mañana, ¡hasta los pingos

en gringo relincharán!”

Y en 1937, becado por la Comisión Nacional de Cultura, se traslada a EE.UU.; posteriormente, en 1941, es contratado por Walt Disney –durante la visita de éste a Buenos Aires- como asesor para una serie de dibujos animados ambientados en la pampa argentina; fueron ellos “El gaucho volador”, “El gaucho reídor”, “Goofy se hace gaucho” y “Saludos, amigos”. Cabe señalar que tres lustros después, en 1956, Molina Campos realizaría en la Argentina, con sus dibujos y escenas bonaerenses, “Pampa mansa”.

Siguiendo con su estada en EE.UU., también lo contrata por entonces, la revista “Liberty” y luego “Minneapolis-Moline Company” para la presentación de almanaques con típicas escenas gauchescas para el país del norte, habiendo sido además asiduo colaborador de “Saturday Evening Post”, “Life” y “Collier’s”.

Al producirse su fallecimiento, el 16 de noviembre de 1959, la crónica recalcó que “fue un comentarista de extraordinarios recursos técnicos de la campaña argentina, ya que sus dibujos y sus cuadros reflejan vivamente, con aciertos expresivos de indudable calidad artística, el temperamento, La sensibilidad y la picardía del hombre del interior”.

Por su parte, la que fue su compañera –María “Elvirita” Ponce Aguirre- recordó su forma de trabajar: “Descansaba sus manos trabajando la tierra, arando, y a las 5 o 6 de la tarde tomaba los pinceles y no los dejaba hasta cerca de las 4 de la mañana.”

Recuerdo que allá por los primeros meses de 1989, mi buen amigo, el crítico de arte Eduardo Baliari, se preguntaba en un comentario sobre el último Salón Nacional de Bellas Artes, por qué todavía no se había incorporado al mismo “un apartado para la caricatura y el humorismo”, loable inquietud que no pude dejar de recordar, algunas semanas después, al disponerme a cruzar la Avenida Del Libertador en dirección hacia el Museo Nacional de Bellas Artes, cuya fachada interrumpía el monocromático tono rosado un colorido y caricaturesco gaucho a caballo de grandes dimensiones. “Es un reconocimiento justo e inexplicablemente postergado”, aceptaba en el catálogo de la exposición allí realizada con las obras de Florencio Molina Campos, Daniel Ergasto Martinez –a la sazón director del museo-, y acotaba: “Lo cómico en sus imágenes no se genera en una postura intelectual o en un sentimiento de superioridad, sino en el afecto. Entonces lo cómico se transforma en humorismo. Goya y Daumier fueron cronistas de su época; Molina Campos ilustró nuestras costumbres gauchas.”

Desde 1982, las obras de Florencio Molina Campos pueden apreciarse permanentemente en el Museo que lleva su nombre, y funciona en la calle Güemes 342, de la localidad de Moreno en la provincia de Buenos Aires.

Siulnas

sábado, 14 de noviembre de 2009

Libro recibido

“Bajo presupuesto”, por Caio
Nacido en 1966 en la bonaerense San Nicolás –donde 58 años antes había nacido el popular Héctor (Rodriguez) del diario “Crítica”, autor de El Nuevo Rico, y 47 años antes, el prolífico Jorge Elena, que entre otras cosas fue profesor de dibujo en Estudios Juan Oliva-, Caio Di Lorenzo, pintor, dibujante y humorista gráfico y profesor en Artes visuales, es integrante de Aquelarre Producciones, habiendo participado en la fundación de las míticas revistas nicoleñas Aquelarre (1992) y Santos Pecadores (1996-2000).

Sus tiras de humor e ilustraciones, se han publicado en “Diario del Viajero” (Buenos Aires), Diario “El Eslabón” (Rosario), Semanario “El Informante” y “Sóloclasificados” (San Nicolás), Revista “Oliverio”, “El Sur también se ríe”, Revista “Cábula” y en diversas páginas web.

En “Bajo presupuesto”, Caio concentra su dedicación entre una tira y su personaje, o si se prefiere, un personaje y su tira; no entran en esa relación desarrollada en 60 páginas otros elementos. Como bien lo señala en su prólogo, Tute –talento de las nuevas generaciones, heredero de capacidad e hijo de mi colega más contemporáneo Caloi- “la tira –como todos sabemos- es un espacio reducido pero Caio –si me permiten la expresión- la hace de goma, le saca todo el jugo. Utiliza todo el espacio, juega con él. De pronto, a los tradicionales cuadritos les pone dos rueditas y la transforma en un bondi o hace trepar al personaje por las líneas verticales para tirarse en el último cuadro convertido en una suerte de tobogán. Collage, mancha, pasto, galletitas… Utiliza el adentro y el afuera. Se divierte y divierte…”

Es cierto, y tanto es así, que cuando uno abre el libro es imposible volver a cerrarlo sin haber recorrido sus 60 páginas.

Siulnas

jueves, 12 de noviembre de 2009

El otro Juan Angel Sagrera vive aún



Epígrafes de las ilustraciones: 1: Sagrera, por Siulnas, 1953; 2: Sagrera (2º desde la izquierda, de pie) junto a otros dibujantes, en 1954; 3: Sagrera departiendo con el nuevo director de “Dibujantes”, J. Osvaldo Laino, antes de alejarse de la revista, en 1955; 4: Historieta de Babilonio, uno de los personajes de Sagrera, publicado en “Patoruzú” entre 1954 y 1958; 5: Portada del primer número de “Dibujantes”; 6: Portada de “Canal TV”, ilustrada por De los Ríos, quien sucedió en esa tarea a Ianiro, tras su muerte; 7: Primera página del suplemento especial de “Oficio Gráfico” dedicado a Patoruzú, cuyo texto e investigación periodística tuve a mi cargo en octubre de 1988.


El 6 de junio de 1995, la muerte de Juan Angel Sagrera no pasó desapercibida en el mundo empresarial periodístico al que había estado ligado desde hacía trece años a través de”Oficio Gráfico”, y antes, desde otras publicaciones a partir de “Canal TV”. Todos se refirieron a este Juan Angel Sagrera; ¿cuántos se refirieron al otro? Tal vez, los que quedaban entre quienes compartieron con él su período de dibujante humorístico.
Por eso, ante un nuevo aniversario de su nacimiento en el Departamento de Arroyo Seco, próximo a Rosario, el 13 de noviembre de 1925, siento la necesidad de ser yo quien evoque a ese Juan Angel Sagrera del que nunca logró desprenderse del todo –seguramente porque íntimamente no lo deseaba- el otro, cuya muerte ocupó hace 14 años al mundo empresarial periodístico que lo acompañó a su “última morada”.
El que yo rescato no necesita morada alguna, porque vive y seguirá viviendo a través de sus creaciones.
Pero antes de referirme a su obra como humorista, me gratificaría recordar cómo lo conocí personalmente.
Fue en 1953 y ambos éramos un tanto soñadores; él, con su primera aventura editorial, la revista “Dibujantes”; yo, con mi primera exposición humorística trascendente en un salón de la entonces codiciada calle Florida.
Sagrera lo había anticipado en el primer editorial de su revista:
“…Lo tenemos todo en nuestras manos, tesón, voluntad, honestidad profesional, deseos de hacerlo todo cada vez mejor y, por sobre todas las cosas, un firme propósito de marchar codo con codo. Hagamos entonces de DIBUJANTES, el lazo que nos una más firmemente si es posible. Que sean sus páginas el vínculo fraternal, la mano amiga que se tiende para recibir al que pide un consejo; que se brinda amplia y generosa para el que tenga algo que decir; que se cierra enérgica para castigar al que medra; que se prodiga para felicitar al que surge; para ayudar al que se inicia; para aplaudir al que triunfa…”
Y llegó, acompañado por Roberto Battaglia, para entrevistarme, a Florida 363 –donde entonces funcionaba la Galería Picasso desplazada después por un establecimiento bancario-; allí, además de expositor, yo era organizador de la muestra que compartía con consagrados (sólo Marcos Siderman y yo no lo éramos aún) como Ramón Columba, Divito, Toño Gallo, Abel Ianiro, Héctor –el inolvidable creador de El Nuevo Rico-, Luis J. Medrano, Lino Palacio y el “Mono” Villanueva.
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La segunda vez, fui yo, hacia Sagrera; tal vez ya no era tan soñador, pero sin duda, conservaba los “deseos de hacerlo todo cada vez mejor”. Transcurría el año 1958 y codirigía con Mariano de la Torre, la revista “Canal TV”.
Le propuse para la misma un personaje insólito, consecuencia de mi desconocimiento de la programación televisiva por carecer todavía de televisor: Videojito, un maniático de la TV, que la veía “de arriba”, ingeniándosela para tener acceso a los televisores ajenos.
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La tercera etapa compartida fue a partir de fines de 1987, cuando acababa de aparecer el segundo tomo de mi Historia del Humor en la Argentina.
La incorporación del Suplemento Informativo de “Oficio Gràfico”, me posibilitó referirme a colegas, personajes y a explayarme en un suplemento dentro del Suplemento, sobre los 60 años de Patoruzú. Confieso que este Suplemento ha sido una de las publicaciones desaparecidas que más he echado de menos.
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Después, todo siguió en el terreno de la amistad –una amistad de más de cuatro décadas-, aunque yo no había perdido las esperanzas de “rescatar” al Juan Angel Sagrera del que el otro –el empresario al que no le parecía ético volver a dibujar “por sentir mucho respeto por los dibujantes”- no había podido desprenderse del todo. Por algo conservaba en su oficina un álbum con recortes de todos sus personajes.
Voy a “revivir” los recortes de ese álbum a través de la historia de la trayectoria de este dibujante que nacido en las proximidades de Rosario, llegó a Buenos Aires a mediados de la dècada del cuarenta, incorporàndose a la revista “Patoruzú” –a la que años despuès aportaría su personaje Babilonio y la sección Vista Visión-, interviniendo a la vez, en la revista “La Cancha”, junto al dibujante Eduardo Ferro.
Colabora además, por esa época, en la revista “Tibor Gordon” –donde ilustra Lucocito, firmando Fabri-, creando un tiempo después a Maserato, que publica en forma de tira diaria en las páginas del vespertino “Crítica”.
Luego, con el seudónimo de Tinco, colabora en “Pobre Diablo” y “Sucedió con la Farra”, incursionando también en “Poncho Negro” y “Ricuritas”.
Cuando en setiembrte de 1953 funda “Dibujantes”, fija a la revista lineamientos que fueron respetados aún cuando él no siguió al frente de la misma; esta revista constituye un testigo insoslayable del período que abarcó su existencia. Cabe acotar que a través de sus pàginas de “futuros profesionales” se conocieron los primeros dibujos de humoristas como Joaquín Lavado –quien posteriormente adoptaría el seudónimo de Quino-; Gregorio “Goyo” Mazzeo, y Alfredo Grondona White, entre otros.
Paralelamente con su tarea de editor y sus funciones en “Patoruzú”, Sagrera recreó en forma de historieta a La familia de Pancho Argüello, de Billy Kerosene (Luis A. Reilly), para la revista “Avivato”, de la que este último era coeditor.
Un año después, sobre guión de Héctor Germán Oesterheld, dibujó Deportito, en “Super Deportito”, y también colaboró en “Rico Tipo” y en su libro de Fin de Año, asociándose posteriormente con Mariano de la Torre, en la primera revista especializada en televisión, que introducía además, una característica novedosa: las tapas traían caricaturas de la figura más destacada de cada semana, estando las mismas a cargo de Ianiro.
A mediados de la década del 60, Sagrera se retira de “Canal TV” –a la que volverá después como propietario absoluto, aunque por poco tiempo- editando “Pantalla Chica”, también especializada en televisión; allí aflora nuevamente el dibujante humorístico, surgiendo la historieta Me sentencia mi conciencia, una de las que más lo conformaron.
Tres años después reinicia la actividad editorial a través de una revista de historietas humorísticas: “Godofredo”, cuyo personaje central es un chico de ese mismo nombre, creado por él antes de abandonar totalmente el dibujo para dedicarse a las actividades comerciales, aunque sin apartarse del negocio editorial, al que ya había brindado un importante aporte como dibujante, no solo con los trabajos antes mencionados, sino también con otros que no llevaron su firma, como Trencitas, Virola, Cuatroqui, Pajuera y Rin-Tin-Ton, que sobre idea de León Benarós, dibujaba para la revista de éste, “Medio Litro”, conjuntamente con Osvaldo Camblor; y algunos aparecidos en publicaciones zonales, como Yurupeté, que sólo se conoció en una parte de la provincia de Corrientes.
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Juan Angel Sagrera vive y seguirá viviendo mientras queden ejemplares de publicaciones en las que aparecieron sus personajes, o haya quienes sonrían recordando a personajes como Yurupeté, Babilonio, Maserato, Mabel, Deportito, Godofredo y tantas otras “existencias inmortales”, que como decía Nicolás Olivari, “encontramos frescos y pimpantes día a día”…

Oscar Vázquez Lucio (Siulnas)

Invitación a los Visitantes de este Blog

¿QUIEN LO CONOCE A ADOLFO MAZZONE?

¿QUIEN LOS CONOCE A LOS LECTORES DE LA HISTORIETA DE DOBAL?

Si no están enterados, ¡entérense! Los espero en mi otro Blog: http://siulnaszapping.multiply.com
Desde aquí pueden llegar usando el link
Una vez allí busquen la nota: LOS DIARIOS NO SON "LA ESPADA DEL CABALLERO ANDANTE DE ESTE SIGLO"

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Convocatoria a nivel nacional: Muestra de dibujos de niños con distrofia muscular

Ilustración: Dibujo de Oski


La Asociación Distrofia Muscular -ADM- (www.adm.org.ar) , presidida por Marcelo Villegas, viene desarrollando una tarea de apoyo permanente a las actividades asistenciales, docentes y de investigaciones en el campo de las enfermedades neuromusculares. En esta oportunidad, organiza la Primer Muestra Anual de Dibujos, que convoca a participar a niños de todo el país.

A través del arte, y particularmente con esta experiencia, proponen construir un espacio colectivo en el que sea posible conocerse, reunirse y compartir las expresiones que nacen desde cada uno.
Los temas y la técnica son libres, en hoja A3 pegada en cartulina de color a elección.

Los trabajos se expondrán el 14 de noviembre en el Centro Nacional de Educación Tecnológica (CENET), sito en la Av. Independencia 2625 (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) coincidiendo con la jornada sobre "Avances Terapéuticos en Enfermedades Neuromusculares" a cargo del Dr. Alberto Dubrovsky y se anticipa la presencia de conocidos profesionales del dibujo.

La dirección postal de la Asociación Distrofia Muscular es:
Treinta y Tres Orientales 461 (1236) - Buenos Aires.

¿Hay entre los visitantes de este Blog alguien que tenga el Grafodrama de Luis J. Medrano titulado “Lunfardo”?



Quienes visitan habitualmente mis blogs
http://siulnaszapping.multply.com y http://siulnas-historiador.blogspot.com estarán enterados de mi vinculación como Académico de número con la Academia Porteña del Lunfardo, de modo que no han de sorprenderse demasiado con mi petición
El pedido de ese Grafodrama de Medrano, de cuya fecha de publicación se carece, pertenece, en realidad, al presidente de la Academia, el destacado lunfardista José Gobello, quien considerando que la tesis con que me incorporé oficialmente a la APL el 4 de noviembre de 2006 ha sido “El vocabulario lunfardo se inclina hacia el humor”, piensa acertadamente que lo que no tengo yo, seguramente lo tiene alguno de mis colegas.
Y bien, al que lo tenga le pido si me puede hacer llegar una copia en jpg a
siulnas2004@yahoo.com.ar o a vazluc@hotmail.com
O directamente a la Academia Porteña del Lunfardo, a belgo06@gmail.com
No olvidar consignar el nombre del remitente, para poder incluirlo en el Cuadro de honor.
Siulnas

martes, 10 de noviembre de 2009

COLEGAS DIBUJANTES: ¡FELIZ DIA!




Recién había cumplido tres años de edad cuando apareció la revista Patoruzú, que mis padres compraron desde el primer número. Aún no sabía leer e ignoro si ellos me leían el argumento en forma fidedigna, pero tengo muy presentes aquellos dibujos que incidieron posteriormente en mi propia formación: el Toba monstruo, Ben Turquín, el pirata Garfio, el Gran Duque de la Mancha, Jonas y la ballena, Gastón, el Hombre de las mil caras, el “Florista”, el Hombre sin piernas, Boris y Brutus, X-215, Bombón…
Los lunes y los miércoles tenían para mí un atractivo muy especial por obra y gracia del diariero que traía Patoruzú los lunes, y el Suplemento Multicolor de Crítica los miércoles; es cierto que también los lunes Crítica incluía un suplemento multicolor, pero de historietas serias, y desde esa temprana edad ya me sentía inclinado hacia los personajes de historieta cómica. Admiraba y había aprendido a dibujar “de memoria” aunque a mi manera, a personajes como Patoruzú, Espagueti (como conocí a Popeye, rebautizado así por Horacio Rega Molina en el diario fundado por Botana), el ratón Mickey, el pato Donald, el perro Pluto.
Con el tiempo, los personajes de Walt Disney ejercieron sobre mí su máxima atracción, a la que contribuyó, sin duda, el ver a esos mismos personajes “moviéndose” y hablando mediante la magia del cine de dibujos animados. Claro que junto con esa atracción fue creciendo en mí la fantasía de querer llegar a ser un dibujante muy importante, y en ese momento mi arquetipo era indudablemente Walt Disney, a pesar de que mi ídolo en la ficción era el indio Patoruzú.
Con tales modelos, era lógico que yo aspirara a convertirme en un dibujante de neto corte tradicional y experimentara un rechazo hacia estilos que se apartaban de esa línea, como el de George Herriman (El Gato Loco, personaje al que le cambiaron el sexo en “Crítica”), Cliff Sterret (Don Jacobo en la Argentina), Otto Soglow (El Rey petiso) y otros, que después apreciaría en todo su valor.

Como lector también pude, sin embargo, valorar tempranamente la importancia de los llamados dibujantes “serios”; gracias a ellos han trascendido muchísimo más los grandes personajes de la literatura que si su espacio sólo hubiera quedado circunscripto a los libros que los lanzaron. ¿Cuántos más conocen a Don Quijote de la Mancha por las versiones historietísticas que los que lo conocen por haber leído directamente la obra de Cervantes? ¿Serían tan conocidos los personajes de Shakespeare, Edmundo Rostand, Victor Hugo, Alejandro Dumas, León Tolstoi, Julio Verne, Emilio Salgari, y tantos otros autores, si sus obras no hubieran llegado masivamente a la infancia consumidora de revistas de historietas como “Intervalo”, “Aventuras” y otras del género, ilustradas por dibujantes como D’Adderio, Alberto Breccia, Luis A. Dominguez, José L. Salinas, Novelle, Carlos Raineri, José Salomón, José M. Taggino, Angel Borisoff, Horacio Lalia…
¿Quién logra graficar y comunicar lo que imagina, mejor que el dibujante? Y no sólo lo descripto por los novelistas. A través de escuetos testimonios, dibujantes como Pedro de Rojas y su sucesor en “Crítica”, Pascual Güida, mostraban gràficamente a travès de su pluma, lo que las cámaras fotográficas no habían llegado a tiempo para captar. Alcancé a ver dibujar a Güida cuando ingresé al diario fundado por Botana, a la sección “Dibujantes” que compartía además, con Molas y Héctor (el creador de El Nuevo Rico), y con Silvio Della Porta, también dibujante de historietas serias en la revista “Pandilla”.
Mi perfeccionamiento en la técnica del dibujo lo había hecho con Juan Oliva, que en aquella época publicitaba bastante su academia de la calle Victoria 1396 (hoy Hipólito Yrigoyen), en la Capital Federal.
Había concurrido aproximadamente un año, y en los últimos tiempos tuve con Oliva algunas discrepancias sobre los valores de los diferentes estilos. Curiosamente, al mismo tiempo que avanzaba mi aprendizaje en el dibujo de corte tradicional, aumentaba mi favoritismo por otro dibujo más moderno, con estilos “grotescos” (según se los calificaba en la academia).
A partir de ahí me sentí desubicado en la academia de dibujo; aunque pudiera resignarme a que se cuestionase lo que yo empezaba a ensayar, no me resultaba digerible se me dijera que dos dibujantes modernos como Oski o Juan Ángel Cotta, que se destacaban en distintos medios, “no sabían dibujar”.
Yo gustaba de sus estilos a partir de la aparición de “Rico Tipo” a fines de 1944, revista en la que colaboraría tres lustros después, y de la que al cabo de otros tres lustros, rescataría para mi propia revista a Pedro Seguí, a quien admiraba en “Rico Tipo”, lo mismo que a Divito, Iribarren, Bourse, Fantasio, Muñiz, Toño Gallo, Rafael Martinez, Calé, Mezzadra, Goz y otros.
De todos modos, la enseñanza de Juan Oliva influiría en la evolución de mi dibujo, que seguía siendo de corte clásico, pero con un concepto más académico.
Claro que esto sólo se manifestó hasta que se publicó mi primera colaboración “pro-fe-sio-nal”
No sé si “deslumbramiento” será la palabra más acertada para definir lo que a uno le producía en aquellos años, todo lo que rodeaba a su primera publicación. Me refiero a la primera colaboración como “colaborador” –valga la redundancia– porque antes uno podía colaborar en la sección “Dibujos de los lectores” de la mayoría de las revistas infantiles (yo lo hice en la de la revista “Ra-Ta-Plan”).
Puedo considerar por lo tanto a “Cascabel” como la primera revista donde colaboré “profesionalmente”, corolario de un largo proceso iniciado por correspondencia y bajo seudónimo circunstancial, con dibujos que merecieron respuestas como ésta:
“Nos gustan sus dibujos, pero para nosotros solos”.
Después comenzó el “bombardeo” de dibujos -aún impublicables, al menos desde la óptica de la revista-, pero a través de visitas regulares a la redacción, que quedaba en el segundo subsuelo de un edificio hoy inexistente de San Martín 50.
Yo había penetrado en ese mundo que me deslumbraba y era lógico que todo lo que lo rodeaba, ejerciera un atractivo sobre mí: desde el olor característico del subterráneo con el que llegaba hasta la estación Perú, hasta el olor a tinta fresca del ejemplar recién impreso que me obsequiaban ¡un día antes de que estuviera en la calle! Aquello me parecía casi mágico, y me sentía como Dick Powell recibiendo el diario anticipado que traía Larry, el viejito de la película “Hoy es mañana”, de René Clair.
Pero “Cascabel” ya no duraría mucho. Comprometida antes de las elecciones con sectores políticos perdidosos, se hallaba económicamente mal y era apenas un reflejo del “Cascabel” de sus años de esplendor, cuando traía las tapas a todo color de Atilio (De Angeli), Rober-Tito (Alvaro Roberto Ortiz), Caballé, Liotta o Abel Ianiro, que continuaban en la contratapa con la propaganda de Geniol; cuando sus páginas incluían la caricatura política internacional de Flax (Lino Palacio), el Cuaderno de César Bruto con dibujos de Oski (que figuraba como dibujos del autor, lo que dio lugar a que muchos creyeran por bastante tiempo que César Bruto –Carlos V. Warnes– y Oski eran una misma persona)…
Si bien algunos habían dejado de pertenecer a “Cascabel” antes de que yo me vinculara a la revista, conocí personalmente a otros -además del dibujante Atilio De Angeli y el cadete Enrique Lipszyc, que Atilio mostró en una caricatura publicada en “Cascabel”, llevando un alfiler mientras protestaba:
–¡Puf… puf!… ¡Me matan trabajando!
Reparo especialmente en ello porque con ambos volvería a encontrarme seis años después; De Angeli participaría en una exposición humorística organizada por mí en 1953, y a Lipszyc lo reencontraría convertido en director de la Escuela Norteamericana de Arte “Alex Raymond” (después rebautizada Escuela Panamericana de Arte), a través de la cual editaría el libro “El Dibujo a través del temperamento de 150 famosos artistas”. Alguien que supo sacar buen provecho del dibujo, sin dibujar.
El Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, al que concurrí por primera vez en 1952 invitado por su fundador Vicente Vaccaro, me brindó el privilegio de conocer personalmente a Ramón Columba, Eduardo Alvarez, Juan Carlos Huergo, Arístides Rechain, Alejandro Sirio, Tristán, Raúl Valencia, Molina Campos, González Fossat, Ernesto Aguilar, Martinez Ferrer, Martinez Parma, Francisco Palomar (Fapa), José Cardona (el que publicaba 12 caricaturas deportivas diarias en el matutino “El Mundo”)…
La exposición organizada por mí –la primera de ellas, pues hubo muchas más- a la que me referí al pasar, unas líneas más arriba, en la que conté con la colaboración de dos dibujantes que conocí en el Museo de la Caricatura –El “Mono” Villanueva y Marcos Siderman- tuvo lugar en la Galería Picasso, que estaba ubicada en la calle Florida, por esos años la preferida de los expositores, y se llevó a cabo en dos etapas sin solución de continuidad: la primera, con la participación nuestra más la de Ramón Columba, Lino Palacio, Divito, Héctor, Toño Gallo, Abel Ianiro y Luis J. Medrano; la segunda, con Alberto Alfano, Eduardo Álvarez, Guillermo Ares, Justo Balza, Bayón (Narciso González), Alberto Breccia, Ramón Caballé, Humberto L. Caputi, Ramón Columba, Juan Ángel Cotta, Federico Norberto Daloisio, Andreu Dameson, Héctor (Rodríguez), Pascual Güida, Juan Carlos Huergo, Landrú (Juan C. Colombres), Elso (Spertino), Fantasio (Juan Gálvez Elorza), Carlos Garaycochea, Guillermo Guerrero, Atilio De Angeli, José Antonio Guillermo Divito, Francisco Delbueno, Miguel Ángel Dobal, Saverio Lotito, Raúl Manteola, Luis Macaya (h), Ermete Meliante, Fernando Sarlo, Pedro Seguí, Marcos Siderman, Arístides Rechain, Rober-Tito (Alvaro Roberto Ortiz), Arturo Rovegno, Antonio Sanguinetti, Florencio Molina Campos, Roberto Mezzadra, Jorge Palacio, Francho (Arnoldo Franchioni), Serviliano Solís, Jorge Sturla, Ricardo de Udaeta, Raúl Valencia, Juan Verona, José Pedrido Villanueva, y yo, quedando fuera de catálogo por sumarse a la muestra cuando aquel se estaba imprimiendo, Teófilo Dabbah, Greco, Germán Loperena Vernet, Luis J. Medrano y Pedro Suñol.
Después compartiría con algunos de ellos y con otros colegas, las páginas de muchas revistas: Mirco, Urtiaga, Rubial, Daloisio, Nelly Oesterheld, Chacha (hermana de Oski), en “Mundo Infantil”; Lino Palacio, Rafael Martinez, Oski, Bruveris, Lanteri, Evaristo de la Portilla, Domingo Villafañe, Toño Gallo… en “El Hogar”; Filip, Helso, Criado, De Martino, Sarlo, Alfonsín, Ferroni, Aboy, Camblor, Celus… en “Tío Vivo”; Faruk, Oto, Quino, Bayón, Basurto, Sofo, Gambi, Grondona White, Nowens, Vilar, Gigante, Kalondi, Rody, Lubrin, Berry-No, Tomé, Costantini, Sapia, Gorosito, Aznar, Carenzo, Oscapi, Vergara, Aranda, Tomati, Exiquio, Irañeta, Borello, Villarreal, Herman, 100-Cia, Viuti, Cilencio, Manucho, Ceretti, Selbor, Rafael A. Del Zoppo, Suar, Lawry… en “Tía Vicenta”; Oski, Bourse, Mazzone, Fantasio, Toño Gallo, Ianiro, Guerrero, Liotta, Andrino, Aboy, Alfredo Olivera, José M. Heredia, Carlos Gomez… en “Rico Tipo”; Toño Gallo, Ianiro, Calé, Quino, Enrique Couso, Garaycochea… en “Dr. Merengue”; Ianiro, Toño Gallo, De los Ríos… en “Canal TV”; Fresán, Catú, Nowens, Carlos Parera… en “4 Patas”; Amengual, Brascó, Bróccoli, Napoleón, Pérez D’Elías… en “La Hipotenusa”; Ceo, Werffeli, Aldo Rivero, Lembó, Góngora, Fontanarrosa, Pratico, Caloi, Inos Bofres, Brummel, Lombar… en “Tío Landrú”; Roberto Mezzadra, Robin, García Veiga… en “Croniquita”…
¡Cómo memorizar los nombres de todos los que recorrieron conmigo este camino antes y durante la existencia de mi propia revista!
Por las páginas de “Humorón” desfilaron, junto a humoristas y no humoristas consagrados, muchos jóvenes valores, figurando en la lista varios colaboradores espontáneos de los que sólo conocí los dibujos que me enviaban. Entre unos y otros puedo mencionar a Serguei (Sergio Goizauskas), Faruk, Limura, Norberto Vecchio, Pedro Seguí, Govio, Dol (Héctor M. Sídoli), Guerrero, Garaycochea, Toño Gallo, Larki (desde Córdoba), Aníbal Colman, Alfredo Olivera, Cilencio, Raúl Diana, Ramiro, Tanoira, Meyer, Mercado, Rubino, Inés Villares, Carlos Alberto Massari, Guille, Perrone, Lindon, Marín, Boris, Alberto Spolo, Kapros, Ricardo Sauthier (desde Entre Ríos), Kuchillo, Rolo, Gaby, Rubén Beltrán, Black, Campos…
Y cuando decidí reeditar en Morón, una exposición como la que había realizado en la galería de la porteña calle Florida 23 años atrás, pude contar con Aboy, Basurto, Blotta, Brascó, Busu, Camblor, Cundri, Raúl Diana, Geno Díaz, Dobal, Dol, Daniel Duel, Faruk, Ferro, Toño Gallo, Garaycochea, Guerrero, Ibáñez, Landrú, Lembó, Limura, Julio Olivera, Lino Palacio, Carlos Paura, Magallanes, Mercado, Sergio y Fernando Ríos, Ruiz, Pedro Seguí, Satti, Tito Sol, Torino, Jorge Toro y Vilar.

En el Día del Dibujante quiero saludar a todos mis colegas de todos los tiempos, incluído el presente en que los veteranos podemos sentirnos firmemente apoyados por las jóvenes generaciones como la que desde el Museo de la Caricatura nos hace sentir cada día qué importante es el dibujante en la vida de los demás (y por supuesto, en la propia). De muchos de los colegas a quienes va dirigido este saludo, antes fuí ávido lector en la infancia y en la adolescencia. No voy a decir que saludo a los que están y a los que ya no están, porque todos siguen estando en el recuerdo a través de su obra que los inmortaliza, porque el dibujante tiene su día en el año, pero para él, todos los días, o todas las semanas, o todos los meses –según la periodicidad del medio en que publica-, es el Día del Lector, al que está consagrada su tarea habitual.
¡FELIZ DIA, COLEGAS DIBUJANTES DE TODOS LOS TIEMPOS, AQUI O EN CUALQUIER OTRO PLANO EN EL QUE SEGURAMENTE NOS REENCONTRAREMOS!
Oscar Vázquez Lucio (Siulnas)


lunes, 2 de noviembre de 2009

INVITACION A LOS VISITANTES TANGUEROS




Hace algunos años, reconocí en el prólogo de mi libro “El Tango en el humor gráfico y escrito”, tres pasiones personales: el humor, su historia y el tango. ¡Cómo pasar por alto el aniversario del día del nacimiento de Homero Manzi! Por ello invité a la escritora Anamaría Blasetti, especialista en el tema, a referirse a él, como ella sabe hacerlo y ya lo viene haciendo con varias figuras, desde mi otro blog –http://siulnaszapping.multiply.com-; desde http://www.todotango.com; desde “El Chamuyo”, pregón de la Academia Nacional del Tango de la Argentina; desde la revista “Tango Reporter”, de Los Angeles, EE.UU.; desde “Democracia Nacional y Participativa”, para el Conurbano Bonaerense, y otras publicaciones.
Para leer la documentada nota sobre Manzi, los visitantes de este Blog interesados en el tango, pueden trasladarse fácilmente mediante el link, a http://siulnaszapping.multiply.com