domingo, 29 de marzo de 2009

A propósito de los 50 años de las Barbies

Si un adolescente de hoy pudiera –como el interpretado por Michael J. Fox en la película de Steven Spielberg– “volver al futuro”, viajar por el tiempo (según la propuesta del novelista inglés Herbert George Wells en 1895) y retroceder a los años 50 del siglo XX, se sorprendería al comprobar el boom producido con las creaciones de un dibujante que tal vez ni haya oído nombrar, aunque entonces su nombre estaba en boca de todos; se sorprendería también al comprobar que las hermanas mayores de las famosísimas muñecas “Barbie” ya habían nacido, pero no llevaban ese nombre sino el de ese dibujante; se sorprendería viendo a todos los jóvenes de su edad, de ambos sexos, queriendo estar bien a la moda vistiéndose lo más parecido posible a las caricaturizaciones que de la moda hacía ese mismo dibujante; también se sorprendería de que el humor de la revista creada por tal dibujante resultara una apertura tan audaz que era mal mirada en muchos hogares.
A la inversa, si ese dibujante no hubiera muerto trágicamente hace cuatro décadas, y durante estos 40 años sólo se hubiera encontrado en hibernación –como se había imaginado estaba Walt Disney en el Cryotorium de San Francisco–, sería él el sorprendido al regresar a la vida.
Suponiendo que admitiera haber llegado cronológicamente a los 95 años de edad, no podría aceptar haberse convertido en un “dinosaurio” ante un avance tecnológico que no había podido seguir, precisamente él, que figuró entre los primeros dibujantes propietarios de un automóvil y el único en poseer determinados modelos importados (entonces todos lo eran); el primero en poseer en la Argentina un grabador de alambre (antecesor del grabador magnetofónico); el dibujante de chicas de formidable silueta a las que todas las muchachas de carne y hueso querían parecerse, usando para ello un modelador combinado lanzado por la industria, lógicamente con el nombre del dibujante; el dibujante cuyas “chicas” figuraban en 1953, en el último tomo de “El libro de la moda”, publicado en Barcelona y considerado entonces la edición más lujosa y completa en cuanto a los devaneos modisteriles femeninos se refiere; él, que ese mismo año era considerado “hombre del siglo XX y dibujante del XXII”. José Antonio Guillermo Divito, o Divito a secas: un nombre de gran brillo en aquellos años; un nombre desdibujado para quienes andan por los cuarentitantos años o menos.
Tan desdibujado como sus más exitosos personajes: El Otro Yo del Dr. Merengue; Bómbolo; Enemigos del hombre; Oscar dientes de leche; Fúlmine; Fallutelli; Pochita Morfoni; El Abuelo; Herculacho; Chanta Ejecutivo; Gracielita; Joaquín el bueno…
Tan desdibujado como sus “chicas” de “talle de avispa, melena abundosa y suelta, largos y gráciles remos, cadera opulenta y busto turgente”, según la acertada definición que de las mismas hiciera, en 1950, el periodista Silvestre Otazú (Enrique Pérez Mariluz), tres años después de que salieran a la venta en forma de muñecas de pasta de 50 centímetros de alto, articuladas y vestidas con sugestivas mallas, fabricadas por “Bebilandia” y puestas en venta en “Harrod’s”, “Gath & Chaves”, “Burlando Hermanos”, “Bazar Dos Mundos”, “Casa Rex” y en las principales casas del ramo de la ciudad de Buenos Aires y del interior de la República Argentina; las mismas que hace veintidós años, recorriendo la feria de San Telmo, el periodista Leo Vanés encontró en un negocio y definió como “curiosas muñecas de siluetas muy largas y brazos móviles”, enterándose que eran unas de las pocas que quedaban de las creadas por Divito; las mismas cuyas fotos mostré a mucha gente de entre 4 y 60 años y coincidieron en decir: “Parece una Barbie”.

VIGENCIA POSTUMA
Las creaciones de Divito siguen vigentes aunque ya no lleven su sello, de la misma manera que sus apocalípticas ilustraciones sobre choques de vehícuos, a las que era tan proclive, hoy resultarían, al igual que la letra de algunos tangos de Discépolo (a propósito, recomiendo leer lo que en el 108º aniversario de su nacimiento, escribió Anamaría Blasetti en http://siulnaszapping.multiply.com), aun más actuales que cuando Divito las dibujó. Grandes masas de hierros retorcidos que la crónica diaria nos presenta con mucho menos humor que Divito, y que como irónica y trágica humorada lo tuvo de protagonista el domingo 6 de julio de 1969, cuando a bordo de su Fiat 1500 Sport, regresando de San Pablo, Brasil, quiso adelantarse a otro vehículo enfrentándose con un camión que avanzaba a gran velocidad (casi tanto como el coche de él) en sentido contrario.
Faltaban diez días para que cumpliera 55 años, y cuatro meses para festejar las “bodas de plata” de su popular revista “Rico Tipo”, precisamente la causa de su apuro por llegar a Buenos Aires para ver la prueba de la próxima tapa de la revista que, como dijera en esos días su colega, el dibujante Landrú: “cambió la manera de vestirse de los argentinos y creó un nuevo tipo de mujer”.
“La chica Divito” sólo se recordó hace algunos años en el elenco del museo de arte cómico “Babilonia ríe” (lo que no deja de ser auspicioso teniendo en cuenta que la mayoría de los responsables del mismo nacieron después de la muerte de Divito).
Su evocación ayudaría a comprender por qué en 1946, en la película “Soy un infeliz”, cuando el protagonista interpretado por el actor Augusto Codecá supuestamente muere y es enviado al cielo, se encuentra allí con “chicas Divito” de carne y hueso (aunque personificando chicas etéreas).
También se podría comprender por qué en 1949 el actor Pepe Arias interpretó al personaje Fúlmine, en la película homónima dirigida por Bayón Herrera, así como dos años antes, la entonces muy popular orquesta Los Cotton Pickers brindó para Carnaval, como gran novedad, el “Divito Boogie”, con sus integrantes disfrazados de Fúlmine, Doctor Merengue y demás personajes del dibujante.
Retroceder en el tiempo como imaginamos a comienzo de esta nota: ¿será una fantasía de los años 50? Así calificaron algunos el argumento de Robert Zemeckis y Bob Gale para la película más taquillera del verano norteamericano de 1985.
En todo caso, el poder hacerlo nos colocaría ante un dibujante que, como el Dr. Brown, interpretado en la película por Christopher Lloyd, se anticipaba al fuuro. Divito –creador de las hermanas mayores de las Barbie– se centraba principalmente en la moda, una moda que en su versión masculina también tuvo fanáticos seguidores, algunos, famosos como el pugilista José María Gatica… (Siulnas)

miércoles, 4 de marzo de 2009

Cuando Morón iba a tener su Museo de la Caricatura


Momento en que los dibujantes entregan al Rector de la Universidad de Morón, un pergamino humorístico. De izq. a der.: Geno Díaz, Busu, Ibáñez, Héctor L. Torino, Sergio Ríos, Pedro Seguí, Dr. Lima Quintana (Rector emérito), Mercado, Camblor, Dr. Savastano (Rector), Julio Olivera, Siulnas (organizador de la muestra) y Raúl Diana.

Cuando Morón iba a tener su Museo de la Caricatura

Por Oscar Vázquez Lucio (Siulnas)

El Museo de la Caricatura “Severo Vaccaro” ha sido, posiblemente, el primer Mueo de estas características en el mundo. Nació como nacen todas las grandes ideas: impensadamente. La vinculación de Severo Vaccaro con la revista “Caras y Caretas”, en la que había sido “encargado de la venta”, y la amistad del caricaturista Eduardo Alvarez con los Vaccaro, determinaron que el local de Avenida de Mayo 628, que funcionaba como agencia de lotería, turismo, casa de cambios y publicidad general, contara en un momento dado con valiosos originales de tradicionales caricaturistas argentinos con los que se cubrieron las vetustas paredes.
En 1958 parecía que iba a dejar de ser el único; se intentó crear en ese año, el Museo Municipal de la Caricatura, señalándose en la fundamentación del decreto correspondiente, que “a través de la caricatura se expresa con humorismo e ironía el juicio popular de los hechos y de los personajes ciuo conocimiento es útil para interpretar la significación d las distintas corrientes de opinión en cada momento histórico”. Aunque ese mismo decreto reconocía que el oficio de los caricaturistas “no siempre puede ejercerse con libertad y provecho personal”, aserto corroborado una vez más antes de que dicho Museo pudiera concretarse, esfumándose el proyecto junto con la caída del presidente Arturo Frondizi. Así transcurrieron varios años de mayor o menor tolerancia –a veces tolerancia cero– hasta llegar a la década del 70.
A diferencia de lo que aconteciera hasta la década precedente, en que las muestras humorísticas de mayor éxito eran las que se realizaban en galerías de la porteña calle Florida, en los años 70 no hubo exposición que generara mayor entusiasmo del público a nivel masivo, que la Bienal del Humor y la Historieta, de Córdoba, propiciada por la revista “Hortensia”, de esa provincia. Tal antecedente me llevó a pensar que a través de “Humorón” –la revista que yo editaba por esos años y Garaycochea comparara con aquella (“Si los cordobeses tienen ‘Hortensia’, los moronenses tienen ‘Humorón’”, había afirmado en su programa radial)– podría reunir en Morón, como 25 años antes lo había hecho en una galería porteña, a los humoristas más destacados del momento a nivel nacional.
Sabía que Morón no era la calle Florida; sabía también que “Humorón” se leía mucho más en el interior del país que en Morón (“Nadie es profeta…”). Pero también sabía que éste era aún el epicentro de la misma, y decidí ensayar una experiencia inédita en la zona.
Interesé a la administradora de “Ocean”, una galería comercial en la que la revista contaba con algunos anunciantes; yo trataba de obtener una sala prometiendo, en cambio, una profusa publicidad, que descontaba, lograría con el nivel de los artistas a invitar.
Ellos eran Ángel Aboy (Drácula), Carlos Basurto, Oscar Blotta, Miguel Brascó, Busu, Osvaldo Camblor, Cundri, Raúl Diana, Geno Díaz, Miguel Ángel Dobal, Héctor Sídoli (Dol, Tito Sol), Daniel Duel, Faruk, Eduardo Ferro, Toño Gallo, Carlos Garaycochea, Guillermo Guerrero, Néstor Ibáñez, Landrú, Mario Lembó, Jorge Limura, Julio Olivera, Lino Palacio, Carlos Paura, Carlos Magallanes, Jorge Mercado, Luis Ruiz, Pedro Seguí, José Satti, Héctor L. Torino y Pedro Vilar, sumándose además los dibujantes locales Sergio y Fernando Ríos.
Nuevamente estaba al frente de la Dirección de Cultura de la Municipalidad local, el profesor Jorge Daniel Thevenin, quien en su anterior gestión había posibilitado mi primera muestra individual en el ámbito local. Al enterarse de mi nuevo proyecto, una vez más me ofreció el auspicio de la Dirección de Cultura:
–No se lo aconsejo –le repliqué–; al actual Intendente no le gustan las caricaturas.
Yo sabía esto porque el susodicho –un comodoro retirado– me había sido presentado en una comida de la República de Morón, y al enterarse que yo editaba una revista humorística, expresó con no disimulado disgusto:
–Usted está haciendo una tarea peligrosa; el humor lo utilizan los marxistas para infiltrarse y burlarse de las autoridades.
A pesar de mi advertencia, Thevenin se hizo cargo del auspicio y de la impresión de los catálogos, en los que, además de él con su nombre y cargo, figuraban, como era costumbre, el Secretario de Gobierno y el Intendente Municipal; supongo que una afrenta para este enemigo del humor, y en todo caso, una verdadera audacia de Thevenin en la que fue su última gestión como director de Cultura.
De todos modos, el 15 de setiembre de 1976 se inauguraba con gran concurrencia de público (la mayoría había llegado mucho antes de la hora anunciada para la inauguración, permaneciendo allí a la espera de que se abriera el local), la “Gran Exposición Humoronística de Primavera”. Ello fue objeto de una festiva crónica al estilo de “Humorón”, en el siguiente número de la revista organizadora del evento:

“Cuando Siulnas se inclinó para abrir el local (la cerradura de la puerta está a la altura del umbral), pudo comprobar qué era toda esa gente, pues enseguida irrumpieron en el salón, y alguno hasta le pisó una mano, pero por suerte era la izquierda, sino no sabemos cómo se las hubiera arreglado para dibujar después. Felizmente, en ese momento llegó Juan Carlos Bellio y empezó a repartir bombones ‘Carlyjor’ entre los asistentes, y al dire se le endulzó hasta la mirada, mientras Carlos Ruiz tomaba fotos desde todos los ángulos, pidiendo desesperadamente al público:
“–¡Sonría, por favor… aunque sea para la foto!
“Un mozo de confitería ‘Oriente’ servía vino blanco a los asistentes, cuando llegó un presente floral de ‘Moonet’ y ‘Pamela’.
“–¡Ah, también hay algo para comer! –comentó el dire, que a veces no sabemos si es bruto o distraído.
“Instantes después avanzaron hacia el salón unos señores de aspecto circunspecto que hicieron alarmar a nuestro dire:
“–¿Vendrán a clausurarme la exposición? –se preguntaba mordiéndose las uñas y la carbonilla que sostenía en su mano derecha. Pero a medida que los señores circunspectos ingresaban al local, se dibujaba en sus rostros una sonrisa de oreja a oreja. Entonces el dire se enteró que se trataba del Dr. Edmundo Savastano (Rector), Jorge Dabove (Secretario administrativo), Dr. Alfredo Bozzola (Secretario de Asuntos Académicos), Dr. José Gandini (Director del Departamento de Asuntos Estudiantiles) y Francisco Nacher (Prosecretario administrativo), quienes venían en representación de la Universidad de Morón a visitar la muestra y a invitar a todos los expositores presentes a un agasajo.
“Siendo las 19,30 horas el Director de Cultura presentó a Siulnas sin texto alguno y con tanta gracia que a nuestro dire le dio vergüenza leer lo que traía escrito y también quiso improvisar algo…”

Al margen del estilo humorístico del comentario, lo dicho era la exacta verdad. Con su participación, la Universidad de Morón favoreció la imagen de la revista “Humorón” entre los humoristas invitados, a la vez que logró proyectarse en otro ámbito a través de la grata impresión que se llevaron los humoristas capitalinos.
En cuanto al lunch con que en días sucesivos se agasajó a cada orador y a sus acompañantes (brindaron charlas Geno Díaz, como artista invitado, y Garaycochea, Dardo Ruiz Díaz y Salvador Nielsen, como integrantes del staff de la revista, actuando como presentadores Hernán Dabove y los doctores Inocencio Molieri, Adolfo Speratti y Omar Lima Quintana), se hizo cargo de ello la confitería “Oriente”, con la que se había pactado un canje mediante una discreta publicidad en uno de los cuadros colgados en el salón, más un cartel que se ubicaba en vidriera el día correspondiente, anunciando la presencia en esa confitería, de cada humorista invitado
Todo se hizo sin invertir un solo peso, incluyendo un amplio reportaje telefónico por Radio Rivadavia, que me permitió promocionar no sólo a la revista y a la galería que me había cedido el salón, sino a los treinta y seis expositores participantes.


EL MUSEO QUE NO FUE

La participación de la Universidad de Morón no se limitó a ofrecer un lunch a los expositores presentes en la inauguración, repitiendo el agasajo el día de clausura, lo que motivó a algunos humoristas a donar a aquella sus trabajos; así lo hicieron Duel, Guerrero, Magallanes, Rubino, Pedro Seguí y Héctor Torino.
Una semana después, en un restaurante capitalino ubicado al 3500 de la calle Federico Lacroze, los humoristas invitados a esa muestra organizaron una cena a la que concurrió como representante de la Universidad de Morón, su prosecretario administrativo Francisco Nacher, y en determinado momento surgió el anuncio que fue título de una nota en el número de “Humorón” correspondiente a diciembre de 1976:
–La Universidad de Morón abre sus instalaciones para que en ella funcione un museo permanente del humor y la caricatura.

Parecía ser el corolario del acercamiento a los humoristas traídos a Morón; sin embargo el anuncio no fue avalado después en otros niveles de la Universidad. ¿Se había equivocado el representante universitario en su manifestación? ¿Nos habíamos equivocado los humoristas en nuestra interpretación? ¿O en el ínterin se habían evaluado otros factores, por ejemplo, la eventual reacción de un Intendente para el que el humor era algo “peligroso”, algo “utilizado por los marxistas”?
Tanto el director de Cultura municipal como el representante universitario no siguieron mucho en sus respectivos cargos, y Morón se quedó sin Museo de la Caricatura propio, el cual nos hubiera posibilitado ponernos en un aspecto –al menos en la intención–, a la par de la ciudad de Buenos Aires, que cuenta con un importante Museo de esas características, como hay en pocos lugares del mundo. Precisamente uno de ellos es la Casa del Humor y la Sátira de Gabrovo (Bulgaria), que justifica su surgimiento porque “la cultura mundial ha omitido atesorar el humor y la sátira para las futuras generaciones”.


¿Y SI VOLVIÉRAMOS A EMPEZAR?

¿Por qué no reflotar la idea empezando modestamente con un Micromuseo del Humor, la Caricatura y la Historieta de Morón?
En un comienzo, el mismo podría ubicarse en un espacio a determinar en el Museo Histórico y de Artes de Morón, con vistas a su ampliación -y traslado, si fuera necesario- en la medida en que se acreciente el patrimonio cultural del mismo.
Las obras a exponer serían todas las de los géneros señalados (Humor, Caricaturas, Historietas) que se relacionen con el partido de Morón y/o su gente.
Hasta donde sea posible se incluirán dibujos originales, rescatándose los impresos a través de un proceso de escaneado que posibilite una óptima presentación.
El material puede obtenerse de publicaciones locales y suplementos dedicados a la zona oeste en publicaciones a nivel nacional, o bien de dibujos originales o recortes periodísticos conservados por particulares por razones afectivas.
Además de las obras a exponer sería interesante complementar este Micromuseo con Biblioteca y Hemeroteca de publicaciones humorísticas o vinculadas al humor, como así otras dedicadas a la historieta.
No se trata simplemente de tener una cultura menos solemne en Morón. Emprendimientos de estas características no sólo son útiles a profesionales del humor y la historieta y a los nostálgicos; también prestan un importante servicio a historiadores en general, sociólogos, políticos, periodistas, profesores y estudiantes de distintos niveles, entre otros. (Oscar Vázquez Lucio (Siulnas)*

* Oscar Vázquez Lucio (Siulnas) fue asesor del Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, en el que además tuvo a su cargo las Publicaciones de Extensión Cultural, siendo requerido su asesoramiento en 1988 para la exposición “Los Presidentes y el Humor”, realizada en Buenos Aires, en el Museo de la Casa de Gobierno.

martes, 3 de marzo de 2009

Un día como el…


Ilustraciones: Dibujo publicado en el “Suplemento al Argos” el 8 de marzo de 1824; Roberto Aranda; Luis Macaya (h), autocaricatura; Luis J. Medrano, autocaricatura: El gaucho Alpargata Matrero retiro efectivo, dibujado por Carlos A. Magallanes, sobre guión de J. Morhain.

Un día como el…

…8 de marzo, hace 185 años: Se publicaba la primera caricatura en nuestro país. Apareció en el “Suplemento al Argos” y si bien no se trataba precisamente de una caricatura, tal era la intención del dibujo de una cabeza de burro para satirizar la proclama del general Olañeta, que defendía el legitimismo español. La primitiva leyenda del dibujo decía: “Viva la Religión”, que en ese momento representaba ese legitimismo al asociarla con el rey de España, reemplazándose después esa leyenda para la evocación histórica, por la de “Viva el rey”.

…10 de marzo, hace 25 años: Fallecía Roberto Angel Aranda. Había comenzado a dibujar en “Tía Vicenta” en 1966 donde ilustraba notas de Jordán de la Cazuela (Pedro Pernías). Colaboró entre otros medios, en “Patoruzú”, “Para Tí”, “Gente”, “Billiken”, Revista de “La Opinión”, “Patoruzito Escolar”, “Pequeño Saltamontes”, “La Nación”, “La Razón”, “Ambito Financiero”, “Operación Ja-já”, “Fronteras”, y en diarios y revistas del Uruguay.
Entre sus personajes y secciones fijas figuran Fortunato; Orencio; Adán, hora cero; Arquímedes; Feliciano; Vamos, todavía: Se mira y no se toca.

16 de marzo, hace 44 años: fallecía Luis Macaya (h). Hijo del barcelonés que integrara el plantel de dibujantes de la primera época de “Caras y Caretas”, Luis Macaya (h), nacido en Lanús, Pcia. de Buenos Aires, cursó estudios en la Escuela de Artes Decorativas de la Nación, desempeñándose luego como dibujante publicitario. Igual que su padre, se sintió atraído por la caricatura, ilustrando en la revista “Avivato”, las “Anécdotas del Tiempo Lindo”, que escribía Juan José de Soiza Reilly, publicando además en esta revista, su personaje Banderola..
Ya anteriormente, Macaya había dado forma gráfica a Bu-Bú, que se publicaba en “Estampa”, habiendo colaborado tambiém en “Cara Sucia”, “Don Fulgencio”, “Noticiero Labor” –donde dibujaba a Don Laborín–, “Billiken”, “Para Tí”, “Dinamita”, “Democracia”, “Loco Lindo”, “Pancho”, “Bomba H”, “Esquiú”, “Mundo Infantil” y “Anteojito”, entre otras.
Asimismo realizó tapas de libros para diversas editoriales, ilustrando numerosas enciclopedias estudiantiles y libros de lectura.

…23 de marzo, hace 94 años: Nacía Luis J. Medrano. Comienza a destacarse como dibujante a la edad de 26 años con sus grafodramas que aceptados por el diario “La Nación”, se publicarán en sus páginas hasta la muerte del humorista en 1974.
En 1946 acomete la aventura editorial y lanza a la calle su revista “Popurrí”, que reeditará sin suerte en distintas oportunidades. Colaboró en diversas publicaciones, entre ellas “Vea y Lea”, “Atlántida”, “El Hogar”, “Goles”, “Leoplán”, “Antena”, “El Cronista Comercial”.
En publicidad realizó diversas campañas entre las que figuran “No se achique, don Enrique” para Brin Sanforizado; “Carnet de viaje”, para la turbonave Federico C y “El revés de la trama”, para Rocha Casimires, habiéndole correspondido suceder a Molina Campos en la ejecución de los famosos “Almanaques de Alpargatas”, en tanto la firma Erven Lucas Bols lo contrató para realizar una campaña en los Estados Unidos.

…28 de marzo, hace 22 años: fallecía Carlos Alberto Magallanes. Dibujante costumbrista, publicó entre otros medios gráficos, en “Fabián Leyes” la sección Bailes criollos, y en “Caras y Caretas” 3ª época, la historieta El gaucho Alpargata Matrero retiro efectivo.
Falleció a la temprana edad de 45 años.

Saldando una deuda




En los primeros días de febrero pedí disculpas a los visitantes de este Blog por la falta material de tiempo para incluir en la efemérides correspondiente –como lo hago todos los meses– ilustraciones alusivas a distintas fechas de febrero.
Como dicen que lo prometido es deuda, y además, no son pocos los que acopian mucho del material documental gráfico incluido, vuelco ahora a la página las ilustraciones que debían haber acompañado al texto ya publicado, a saber: Portada de la revista “Lúpin”; Toño Gallo, autocaricatura; José Luis Salinas, por Vázquez Lucio; Geno Díaz; Alberto Bróccoli, autocaricatura.