domingo, 28 de junio de 2009
GUILLERMO GUERRERO
Ilustraciones: 1. Guerrero y su hobby de toda la vida; 2. Guerrero y su alter ego, Lúpin; 3. Placa colocada en el frente de su casa en el año 2007; 4. El Dr. Alposta y Guerrero junto a otros activos urquicenses; 5. Tapa de "Lúpin"; 6. Tapa de "Pinlu"; 7. Réplica del dibujo obsequiado por Guerrero a Walt Disney en 1941, donada al Museo de la Caricatura; Mesa redonda en el Museo de la Caricatura con la participación de Eduardo Ferro, Emilio Villalba Welsh, Guillermo Guerrero, Carlos Warnes y Helvio Botana, con la coordinación de Siulnas.
Y esta “semana negra” para el humor argentino termina de sacudirnos con el fallecimiento inesperado y repentino de Guillermo Guerrero, el 25 de junio. Desde su bajo perfil y su humildad extrema, era el gran referente para quienes abrazamos esta profesión; el nexo –en actividad permanente- entre el ayer y el hoy de los humoristas argentinos; el testigo presencial y parte de la fundación de la Asociación de Dibujantes de la Argentina, integrada por dibujantes de la talla de Francisco Vidal Quera, Bartolomé Mirabelli, Germán Loperena Vernet, Manuel Pintos Rosas, Florencio Molina Campos, Josè Luis Salinas, Adolfo Mazzone, Alcides Gubellini, Ramón Columba, Raúl Manteola, Alfredo Pranzetti, Saverio Lotito, Rodolfo Claro, Eduardo Alvarez, Juan Angel Cotta, Hugo D’Adderio, Juan Gálvez Elorza (Fantasio), Juan Carlos Huergo, Luis J. Medrano, José Montero Lacasa, Alejandro Sirio…
Guerrero había nacido en Buenos Aires el 26 de julio de 1923. Comenzó como ayudante de Lino Palacio, (cuyo primer pago conservó como una reliquia) con quien permaneció nueve años, pasando en julio de 1947 a la revista “Rico Tipo”, de Divito, quien llegaría a confiarle el cargo de jefe de dibujantes.
Paralelamente a sus tareas como ayudante de los consagrados, Guerrero –que también ha utilizado los seudónimos de Warrior y Memo- desplegó una gran actividad como historietista, especialidad en que se inició a través del diario “La Razón”, donde aparecieron sucesivamente Villa Mosquete 1625, protagonizada por los mosqueteros Moscato, Oporto y Anís –que después publicaron “Tit Bits” y “Piantadino”-, Cuentos del Abuelo , y Leré Leré –un gitano andaluz publicado posteriormente en “Bichofeo”.
Esta revista daría a conocer además, a Rubita –publicada también en “El Trencito”-, Tanguito y Langosta, y Ño Ciriaco –que en el diario “El Laborista” apareció con el nombre de Tatita.
Por esa misma época, Guerrero crea a Remolino para “Tibor Gordon”, que luego, con el nombre de Mosca Kid, pasa sucesivamente a “Piantadino” y “Lúpin”; Riverito y Bocarín, para “Don Fulgencio” y “Campeón”; Los mellizos Pancho y Paco, que aparecen en “Popurrí”, y algún tiempo después, a Lagartija, que se publica en “Chicote”. Asimismo fue el continuador de Máximo Kapra y su ayudante Banana en “Antena”, sobre idea de Julio Korn, de 1951 a 1961.
En cuanto a su personaje Lúpin… Para Guillermo Guerrero, volar era algo así como “el sueño del pibe”; entonces no es de extrañar que al presentársele la ocasión de ser socio del Aero Club, hiciera el curso para poder recibirse de piloto civil. Y voló; voló hasta que se casó. Si bien él no asociaría ambas circunstancias, ha admitido que a su esposa mucho no le gustaba que volara.
Así fue como en octubre de 1959, al pedirle Mazzone una historieta para la revista “Capicúa”, Guerrero decidió crear un personaje que volara por él, un personaje con el que se sentía identificado a tal punto, que dibujó autocaricaturizándose (tomando como modelo la caricatura que a él le hiciera tiempo antes, su colega Abel Ianiro), naciendo “Lúpin”, el cual después daría título a una revista editada por el mismo Guerrero en sociedad con Hèctor Sídoli y con el malogrado Divito, que murió en un accidente automovilístico en 1969.
Por supuesto, Lúpin, el piloto –que posteriormente también publiqué en mi revista “Humorón”- era en aquella revista uno de los personajes principales.
También aparecen en la misma Piedrito y Saurito y Al Feñique, que antes se había publicado en “Afanancio”.
A esta lista hay que agregar los personajes secundarios, entre quienes se cuentan Hollín, Taras, Gafas, Tornillo, el abuelo y el padre de Lúpin, Lunfardino, Machingan, Adonis, y otros.
Por otra parte, Guerrero recreó gràficamente a Las vecinas, personajes radiofónicos de Délfor llevados a la historieta en la versión en papel de “La Revista Dislocada”; colaboró además en “Figuritas”, “El Hogar”, “Mundo Deportivo”, “Avivato”, “Loco Lindo”, “Bomba H” y “Petitera”.
Guillermo Guerrero ha sido creador, asimismo, de la sección “Los ocho imposibles” publicada en “Rico Tipo”, revista en la que el dibujante permaneció hasta el cierre definitivo de la misma en 1973, continuando de todos modos hasta hace pocos años, en las mismas oficinas que habían pasado a pertenecer a la revista “Lúpin”, hasta que el excesivo aumento del costo del alquiler obligó a él y a su socio Sídoli -fallecido en diciembre de 2006 a la edad de 83 años-, a instalar la oficina en otro lugar, en donde a la muerte de este último, la revista se siguió editando con el nuevo nombre de “Pinlu”, por dificultades de tipo legal. Para esa nueva revista, el doctor Alposta aportó en junio de 2007, unos versos destinados a augurarle el
mejor de los destinos; decían así:
A VOLAR CON LUPIN
Aprovechemos muchachos que la noche se hizo aurora
y está despejado el día. Vengan… volemos ahora.
Será un vuelo de bautismo… sobre cornisas y antenas
y sobre árboles copudos… peinando sus cabelleras.
Sobre patios y jardines… sobre cúpulas y torres…
Sobre “setenta balcones” que no conocen las flores.
Volemos, volemos juntos sobre las calles desiertas,
sobre plazas y tejados... ¡que Buenos Aires es nuestra!
Vengan… los invito… vamos a volar…
Este será un vuelo sobre la ciudad.
Sobre Buenos Aires ¡la Reina del Plata!
Un vuelo, muchachos, que no olvidarán.
Y dos años después, el propio Guerrero aceptó la invitación, pero no voló sobre la ciudad ni sobre cornisas y antenas. Voló mucho más alto que lo que lo hacía a bordo de su avioneta, desorientando a Lúpin y al doctor Alposta que se halló de repente sosteniendo entre sus manos crispadas, apenas un recuerdo de quien fuera su entrañable amigo, vecino y cofrade en la Junta de Estudios Históricos de Villa Urquiza, su admirado “¡petisoo!” desde que, adolescente aún, sus ojos se agrandaban sorprendidos ante la pinta de Carlos Gardel que ese urquicense menudo (aunque a él le parecía un gigante) elegantemente vestido, sombrero incluido, exhibía con total humildad todos los días en la estación ferroviaria.
A la mañana siguiente, sabiéndolo ya muy lejano, y al mismo tiempo tan cerca de él, el doctor Alposta no terminaba de entender –tampoco terminamos de entenderlo los que primero fuimos sólo sus lectores de panbtalón corto, y después sus colegas, sin dejar en momento alguno de ser sus lectores- qué estaba haciendo en la capilla del cementerio de Chacarita el viernes a las 11; por ello intentaba escucharse a sí mismo procurando entender el verdadero significado de lo que estaba diciendo:
“…Buenos Aires está de luto y no lo sabe.
Con la muerte de Guillermo Guerrero, desaparece uno de los últimos representantes de una generación de grandes dibujantes del humor gráfico. Uno de los más reconocidos y queridos de la ciudad. Admirado tanto por los muchos lectores de su revista como por sus pares.
Hoy despedimos a quien ha sabido encontrar, desde muy joven, en personal estilo hecho a punta de lápiz, una manera increíble de contar historias. A alguien en quien se resume un paradigma de sencillez y consagración a una vasta obra.
Guillermo Guerrero tenía además otros títulos más íntimos a nuestra consideración y a nuestro cariño: su sentido de la amistad, y su trato cordial y amable, que nos lo hacían particularmente dilecto. .
Ahora le decimos adiós a un hombre de otro tiempo, que oponía la juventud de su labor y su obra a la vejez sólo en la cronología de sus años.
Su recuerdo seguirá vivo en cada uno de nosotros, hasta la hora del reencuentro.
Si me hago intérprete de la condolencia, es porque concurren en mí circunstancias de amistad y de trato que, a lo largo de más de cincuenta años, me han hecho encontrar en él a un entrañable amigo.
Querido Guillermo:
Hoy despegaste en serio de tu querida Villa Urquiza y seguramente ya estarás en el cielo pilotenando el avión de Lupin, que era el tuyo.
Qué descanses en paz…” (Luis Alposta)
Oscar Vázquez Lucio
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1 comentario:
Qué buena nota para aquellos que queremos tanto a Lúpin y por ende a Guillermo Guerrero.
Tantas veces de chico he ido a la vieja redacción de Diagonal, primero a comprar "revistuchas" viejas a precios bajos y luego de más grande, a la nueva, a escuchar a Guerrero sobre Divito, Massone, Ianiro... y a pedirle algún dibujo también!
Se fue el último de los grandes caricaturistas, representante de toda una época.
Pero quedan sus recuerdos en nuestras cabezas y las revistas en nuestras bibliotecas, para garantizar que ha existido y que ha dejado una gran marca en la historia cultural de este país.
Un abrazo,
Marcelo H. Piñeiro
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