jueves, 7 de agosto de 2008

¿Por qué Siulnas?


Epígrafes de los dibujos que encabezan este artículo.

1. Primer dibujo que publiqué en “Cascabel” como “Siulnas”. A Alfredo Villalba Welsh le gustó tanto, que lo mandó a mayor tamaño que el que tenía el original, todo lo contrario de lo que hiciera con un dibujo anterior, cuando todavía mi dibujo no se había apartado de lo “académico”.

2. En este dibujo titulado “Gente de una exposición”, incluyo a los visitantes más característicos y a mí mismo en el centro de la escena, a través de la autocaricatura que había logrado obviando los ojos, siguiendo los consejos del dibujante Atilio De Angeli (en esa época yo no usaba anteojos, faltándome ese recurso caricaturesco, y tenía dificultades para autocaricaturizar mis ojos que no encajaban en la síntesis que pretendía lograr. De Angeli me sugirió entonces prescindir de ese rasgo en la caricatura, y así lo hice con buen resultado). Fue uno de los expuestos en la primera muestra en Galería Picasso.

3. “Ritmo” se titula este dibujo que se me ocurrió al salir de la estación del subterráneo, y figuró entre los expuestos en mi tercera exposición en MEEBA.

4. Este dibujo de la serie “El carnaval de los animales”, donde muestro la

contracara de la “perrera”, fue muy festejado por Hermindo Castex, tan amigo de los perros como yo. Lo único que me desilusionó de su elogio, fue que confundiera el chico del centro de la escena, dibujado en mi estilo moderno, con un perrito.

5. “Superstición” titulé este dibujo en el que se muestra la preocupación de tres amigos que no queriendo que su cigarrillo sea el tercero en encender con un mismo fósforo, se vuelven excesivamente solícitos los unos con los otros.

6. El misterioso encanto que encierra leer “de ojito” aunque uno cuente con su propia lectura, me llevó a reflejar esa situación bastante frecuente en los medios públicos de transporte.

7. Personas reales adaptadas a la “geometría humanizada o humanidad geometrizada”: a) El “Mono” Villanueva; b) Paul Conquet; c) Humberto Cerantonio; d) Carlos Gómez del Campo; e) Oliverio de Allende; f) Vicente Vaccaro; g) Ramón Columba; h) Erika Wartensleben; h) Narciso Márquez.

8. Dibujo realizado tras asistir a uno de los recitales que en 1953, la bailarina rusa Tamara Toumanova ofreció en el teatro Colón. Ignoro si llegó a sus manos a través de Ricordi, a quien el crítico musical Jorge D’Urbano me sugirió dirigirme para lograr ese propósito.

9. En la última exposición en MEEBA también incluí “La rebelión de los lápices”, tema con el que en cierta forma empezaba a cuestionarme mi fidelidad a un estilo de dibujo que sólo me daba satisfacciones en las exposiciones. Colaboraron en mi idea los dibujantes de “Crítica” Lorenzo Molas, Roberto Olivella, Silvio Della Porta, Pascual Güida y Héctor Rodriguez, el futuro modisto de actrices cinematográficas, Horacio Lannes, y una prima mía de 8 años de edad, cada uno asumiendo respectivamente la “representación” de un lápiz “rebelado”.

10. “Renunciación”, obra presentada en la segunda exposición en la Galería Picasso en la que anticipo el abandono de mi estilo de dibujo moderno cultivado durante los seis últimos años. Mis propios caricaturizados recobran su figura con trazo casi fotográfico; son ellos Ramón Columba, el médico y director teatral Carlos Gómez del Campo, Erika Wartensleben –directora de la galería–, José Pedrido Villanueva, Vicente Vaccaro –director del Museo de la Caricatura–, Humberto Cerantonio –presidente de MEEBA en esa época–, los críticos de arte Paul Conquet y Oliverio de Allende, y el escritor Narciso Márquez.

11. Bernardo Verbitsky fue el primero en dedicar una nota a mis dibujos modernos. Lo hizo en el diario “Noticias Gráficas” el 2 de agosto de 1950, en la pàgina central y a 4 columnas. Pero esto no lo logré solo, sino con la desinteresada ayuda de Pedro Ortiz, joven periodista de ese diario (conocido posteriormente como cantor de tangos en àrabe), quien, sin conocerme, me atendió cuando concurrí al edioficio de Rioibamba 280, donde entonces funcionaba ese vespertino, poniéndome en contacto con la persona indicada.

Muchas veces se me pidió explicara el significado del seudónimo Siulnas, un seudónimo estrechamente ligado en un comienzo a un determinado estilo de dibujo, a tal punto que nació exclusivamente para identificar al mismo, definido por Ignacio Covarrubias en 1952, como “geometría humanizada o humanidad geometrizada”. Pero para explicar esto, debo remontarme al año 1946, cuando tenía 13 años de edad y venía “publicando” desde hacía dos una revista hecha a puro plumín, desde los dibujos de las historietas y los chistes gráficos hasta los textos manuscritos en letras de molde.

CÓMO NACE UN SEUDÓNIMO DEL QUE YA NO ME PODRÉ LIBRAR

Aunque en aquella época no conocía la palabra “staff”, quería dar la impresión de que mi revista contaba con muchos colaboradores. Así fueron surgiendo seudónimos que en un momento dado pretendí respondieran a distintos estilos. Fue entonces cuando nació “Siulnas”.

Basándome en los estilos de los dibujantes humorísticos de la época, recreé esas tendencias, atribuyéndolas a colaboradores apócrifos; los dibujos realizados a la manera de Oski llevaron la firma de Coló, en tanto otros estilos aparecieron firmados por Cratea, Carvaz, etc., reservando para los dibujos netamente clásicos la firma de Oscar Vázquez (aún me identificaba plenamente con el dibujo de corte tradicional y era lógico que reservara “los mejores dibujos” para “mí”).

En esos días y a través de la revista “Rico Tipo”, el dibujante Juan Ángel Cotta (hermano de Blanca) impuso entre nosotros el “mono” (nombre dado al personaje cómico) visto de perfil con ambos ojos a un lado. Esa tendencia también fue adoptada por el dibujante Camblor, quien en la revista “Cascabel” firmaba sus dibujos como “Córdoba”. Entonces recreé un dibujo con esas características y se lo adjudiqué a “Siulnas”, de cuya existencia y sin que Camblor lo supiera por mucho tiempo, él sería el responsable.

Pero, ¿qué significa “Siulnas”?

–¿Así que San Luis al revés, eh?

–¿Usted es puntano? –eran las infalibles preguntas que me hacían quienes se dedican a desmenuzar seudónimos.

Sí, efectivamente, Siulnas es San Luis al revés, pero no porque yo sea puntano. Lo que ocurrió es que entre los apócrifos colaboradores de mi revista de la infancia, decidí incluir uno que estuviera en la línea de “Córdoba” –seudónimo de Camblor–, y como en ese entonces estaba fresco el recuerdo de las lecciones de geografía escolar en las que las provincias de Córdoba y San Luis aparecían ligadas de alguna manera, me dije con la lógica de mis trece años:

–Después de Córdoba viene San Luis… –. Lo demás se redujo a combinar de otra manera las letras que forman el nombre de la provincia.

Vale decir que Siulnas nació en una revista superartesanal, sin que su director –Oscar Vázquez– sospechara que iba a ser desplazado por aquel, en primer lugar, en la revista “Cascabel”, donde los dibujos tradicionales de Oscar Vázquez no habían entusiasmado, y en cambio, este dibujo deformado, casi menospreciado por su autor en un comienzo, había logrado la inmediata aprobación de Alfredo Villalba Welsh -jefe de redacción de la revista fundada por Piacentini- que hizo publicar el primero a mayor tamaño que el original que yo le había llevado, contrariamente a lo que había hecho con uno de los tradicionales, como veremos más adelante.

LA REVISTA “CASCABEL”

No sé si “deslumbramiento” será la palabra más acertada para definir lo que a uno le producía en aquellos años, todo lo que rodeaba a su primera publicación. Me refiero a la primera colaboración como “colaborador” –valga la redundancia– porque antes uno podía colaborar en la sección “Dibujos de los lectores” de la mayoría de las revistas infantiles (yo lo hice en la de la revista “Ra-Ta-Plan”).

Puedo considerar por lo tanto a “Cascabel” como la primera revista donde colaboré “profesionalmente”, corolario de un largo proceso iniciado por correspondencia y bajo seudónimo circunstancial, con dibujos que merecieron respuestas como ésta:

“Nos gustan sus dibujos, pero para nosotros solos”.

Después comenzó el “bombardeo” de dibujos -aún impublicables, al menos desde la óptica de la revista-, pero a través de visitas regulares a la redacción, que quedaba en el segundo subsuelo de un edificio de San Martín 50.

Yo había penetrado en ese mundo que me deslumbraba y era lógico que todo lo que lo rodeaba, ejerciera un atractivo sobre mí: desde el olor característico del subterráneo con el que llegaba hasta la estación Perú, hasta el olor a tinta fresca del ejemplar recién impreso que me obsequiaban ¡un día antes de que estuviera en la calle! Aquello me parecía casi mágico, y me sentía como Dick Powell recibiendo el diario anticipado que traía Larry, el viejito de la película “Hoy es mañana”, de René Clair.

Alguien afirmó alguna vez que “no es cierto que exista el primer amor, sino que cada gran amor es el primero”. Pienso que ello es perfectamente aplicable a algunos dibujos especiales, pues si bien cuando penetramos en la rutina de las colaboraciones, desaparece esa impaciencia por ver algo publicado, ciertos trabajos hacen que en cualquier etapa de nuestra carrera profesional estemos firmes en el quiosco, la víspera de salida de la publicación, minutos antes de su llegada.

A propósito de esto, recuerdo un dibujo de Calé titulado “La primera publicación”, que apareció en el Nº 1 de la revista “Dibujantes”: se ve al dibujante novel, entre ansioso y afligido, parado frente al quiosquero que le responde con fastidio:

–¡¡¡Uuufa!!! ¡¡¡No… Todavía no llegó!!!

Volviendo a “Cascabel” y a mi constancia para hacer y llevar dibujos que solía traer de vuelta, un día Alfredo Villalba Welsh recibió uno de mis trabajos dándome la seguridad de que sería incluido en el número siguiente.

El tamaño original del dibujo era de 30 centímetros x 30; en la revista apareció a 4 cm x 4; ingenuamente le pregunté:

–¿Para que el dibujo salga más grande, tengo que agrandar todavía más el original?

Después, cuando llevé los primeros dibujos “al estilo Siulnas”, todo cambió, pero “Cascabel” ya no duraría mucho. Comprometida antes de las elecciones con sectores políticos perdidosos, se hallaba económicamente mal y era apenas un reflejo del “Cascabel” de sus años de esplendor, cuando traía las tapas a todo color de Atilio (De Angeli), Rober-Tito (Alvaro Roberto Ortiz), Caballé, Liotta o Abel Ianiro, que continuaban en la contratapa con la propaganda de Geniol; cuando sus páginas incluían la caricatura política internacional de Flax (Lino Palacio), el Cuaderno de César Bruto con dibujos de Oski (que figuraba como dibujos del autor, lo que dio lugar a que muchos creyeran por bastante tiempo que César Bruto –Carlos V. Warnes– y Oski eran una misma persona), las historias de Chamico (Conrado Nalé Roxlo), los versos de Rubén Dariola (Alejandro Verbitsky), los pantallazos de Cándido Palma (Emilio Villalba Welsh), los “churros” –en la jerga de la época, así se denominaba a las mujeres bonitas– a todo color en doble página central…

Si bien muchos habían dejado de pertenecer a “Cascabel” antes de que yo me vinculara a la revista, conocí en esa época, entre otros -además de los hermanos Villalba Welsh-, al dibujante Atilio De Angeli y al cadete Enrique Lipszyc, que Atilio mostró en una caricatura publicada en “Cascabel”, llevando un alfiler mientras protestaba:

–¡Puf… puf!… ¡Me matan trabajando!

Reparo especialmente en ello porque con ambos volvería a encontrarme seis años después; De Angeli participaría en una exposición humorística organizada por mí en 1953, y a Lipszyc lo reencontraría convertido en director de la Escuela Norteamericana de Arte “Alex Raymond” -después rebautizada Escuela Panamericana de Arte-, a través de la cual editaría el libro “El Dibujo a través del temperamento de 150 famosos artistas”. Alguien que supo sacar buen provecho del dibujo, sin dibujar.

Mucho más adelante en el tiempo conoceré personalmente al redactor de la respuesta “Nos gustan sus dibujos, pero para nosotros solos”, pero a este y otros personajes me referiré en otro momento. Ahora quiero evocar el nacimiento, vida y muerte de la “geometría humanizada o humanidad geometrizada”, que caracterizó mi producción gráfica entre 1947 y 1953, y lo hago reproduciendo dibujos de aquel período que sus adeptos sólo pudieron apreciar en exposiciones, salvo en la corta etapa de “Cascabel”, única revista de humor de avanzada que por entonces publicaba dibujos considerados muy modernos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

wow!!!!

muy enriquecedor!!!!!!

ya vere de platicar yo en mi blog tambien el origen de mi seudonimo FRaga

que al reves suena como ladrido de perro, pero bueh

: )