lunes, 25 de mayo de 2009

El 25 de Mayo y el Humor




Afortunadamente, hace rato se ha superado “el estulto criterio de despojar a las grandes figuras del pasado dhttp://www.blogger.com/img/blank.gife su substancia vital para presentárnoslas deshumanizadas, en la fría y rígida solemnidad de las estatuas”, como lamentaba hace unas seis décadas Adolfo Mitre.
Tampoco podría considerarse hoy un agravio al Himno Nacional Argentino, un enfoque humorístico, no ya de su letra, sino de quienes pueden cantarla, como lo hizo el dibujante Fernando Roberto Cao –hijo del gran caricaturista José María Cao Luaces- en su historieta Pepe el pistolero, que en los años 40 del siglo XX, publicaba en la revista “Patoruzú”.
Aunque estoy llevando a cabo una profunda investigación sobre el tema, con vistas al Bicentenario –editor mediante- no quise dejar pasar este 25 de Mayo que debió resignar protagonismo para reservárselo al que viene, sin una mirada risueña al día más importante de los argentinos, tenido en cuenta desde siempre por las revistas humorísticas, como quedará evidenciado en el compendio que tengo en preparación y espero poder compartir –editor mediante, digo nuevamente- antes de que comience el 2010, con los visitantes de este Blog y cientos de miles de lectores más. Por ahora, compartamos hoy con una sonrisa otro feliz Día de la Patria!
Siulnas

domingo, 24 de mayo de 2009

Federico Norberto Daloisio



Ilustraciones: Tapa del primer número de “Tric y Trake” correspondiente a Agosto 1954; Autocaricatura de Daloisio, 1953; Ventolino, un personaje de su mismo origen, 1954; Adaptación de un cuento de Andersen para la revista “Figuritas”.


Nacido en Rosario el 19 de setiembre de 1912, Federico Norberto Daloisio integra la lista de los dibujantes prolìficos, pero referirse a sus personajes siempre entraña el riesgo de incurrir en alguna omisión, ya que muchos de ellos fueron esporádicos, al punto de que es poco probable que el propio autor –fallecido el 23 de mayo de 1963- los haya inventariado alguna vez con vistas a incluirlos en su curriculum, máxime después de ver su autocaricatura portando algo parecido a un pequeño atado de ropa, pero solamente con Tric y Trake en su interior; fue en 1953, cuando al participar en una exposición organizada por mí titulada “Nosotros los caricaturistas…”, declaró para que figurara en el catálogo, que anhelaba convertirse en un trotamundos tipo “Chaplin”.
Si bien esos personajes fueron los que le dieron mayor notoriedad a partir de su publicaciòn en el diario “El Mundo”, su actividad arranca de 1934 en que publica Las travesuras de Buby en “Tit-Bits”, y continùa en forma constante, publicando sucesivamente Don Juan Porteño, en “Aconcagua”; Monono, El negro Cachito, Bimbo, Aventuras de Casimiro, Kid Tortazo y Lola, en “Fémina”; Betún y Jo-Jo los alegres detectives, en “La Razòn”; Cachilo aviador, Lechuga y Los mellizos detectives, en “Figuritas”, donde también ha ilustrado cuentos de Andersen; El mago Truco y su ayudante Retruco, en “Cara Sucia”; Don Piluso, en “¡Aquí Está!” (que después se llamaría Profesor Galerini en “Tric y Trake”, El profesor Barbita en “El Laborista” y Carlitos en “El Pueblo”); Balazo Gomina, en “Risueña”; Contreras, en “Don Fulgencio”; Mi tìo Robinato y Vista Brava, en “Medio Litro”, y Joe Narigueta, el cowboy ingenioso, en “Mundo Infantil”.
Pero también hay otros personajes que ha reservado para su propia revista, que lanza en agosto de 1954, la que lleva el nombre de sus hèroes de tinta china más populares: allì aparecen Metafierro, Pegote, Panchito Maidana y Ventolino, un punto rosarino, además de los que dan nombre a la revista, por supuesto.
De todos modos, Daloisio –que alguna vez firmó D’Al o Dalo y otras directamente no firmaba, a pesar de lo cual sus dibujos siempre eran identificables- no se limitó a las historietas con personajes fijos, ya que en “Estampa” prefirió hacer chistes unitarios –al igual que, años después, en “De Frente”-, y en “La Razòn” tenía además una sección titulada Cocktail Jo-Jo; en “Ahora”, Cosas que pasan; y en “El Pueblo”, ¿Lo sabía usted?
En sus últimos años estuvo vinculado a Ediciones Torino, en cuyas publicaciones aparecieron muchos de sus personajes, como Rififi entre lungos y petisos, El pibe Lechuga, y Carlitos, entre otros.

miércoles, 6 de mayo de 2009

LIBRERÍA ANTIGUA EN NUEVA UBICACIÓN




Seguramente los visitantes de este Blog recuerdan este rostro; es la caricatura que le hice a Horacio Margall, coleccionista y librero, a quien presenté en junio de 200.
Tal presentación era pertinente, por ser Horacio un estudioso de los temas que hicieron que yo pasara de humorista a historiador, con el que además tenemos unos cuantos proyectos top secret (ya se van a enterar por este mismo medio) para el año 2010, o sea el del bicentenario, a partir de la conjunción librero-coleccionista / historiador.
Como saben quienes buscan, investigan, estudian, recaban información sobre determinados temas, personajes o épocas, aún los que lo hacen por simple curiosidad o nostalgia, en los últimos años, Horacio ha estado atendiendo en la Librería Antigua, ubicada en el número 1592 de la porteña calle Bartolomé Mitre, a coleccionistas de discos, postales, libros, publicidades, partituras, catálogos, programas, fotografías, folletos, dibujos originales, figuritas, láminas, diarios, revistas, y mil objetos más, facilitando su objetivo a los apasionados y curiosos que concurren a su local en busca de diversas temáticas e informaciones curiosas o poco conocidas.
La tarea de Horacio Margall más que importante, es fundamental, porque con ella logra la preservación de materiales que de no ser así, se irían deteriorando y perdiendo con el tiempo. Vale decir que lo que él hace es proteger el pasado, la memoria y todo lo que hace a la historia de un país desde los más variados aspectos de la cultura popular.
Y así como sus potenciales clientes recurren a él con la popularizada pregunta “¿Qué hay de nuevo, viejo?”, Horacio tiene ahora otra novedad para ellos: su mudanza al local ubicado en la calle Rivadavia 1175, a pocos metros de la Avenida 9 de Julio, en el que atiende desde el lunes 4 de mayo –siempre de lunes a viernes en el horario de 14,30 a 20- a los coleccionistas de siempre y a los que se vayan agregando.
El nuevo teléfono de la librería es 4382-0314, y el mail sigue siendo : libantigua@tutopia.com

martes, 5 de mayo de 2009

Al Gobierno, a los inversores en plazo fijo, a mis colegas humoristas



Divito: De la publicidad a la edición propia gracias a un cliente visionario al que no seducía el plazo fijo y sí el impulso a la creatividad.

TODAVÍA HAY UN ESPACIO PARA LAS REVISTAS HUMORÍSTICAS DE PAPEL

Tal vez la revista “Rico Tipo”, boom de los años 40 del sigloXX, nunca hubiera surgido si Di Benedetto, dueño de la “Cabaña Santa Anita” (“Donde comerá casi tan bien como en su casa”) -cuya campaña publicitaria realizaba Divito, dibujante en éxito ascendente por ese entonces-, no se hubiera entusiasmado como para apoyar la idea de Divito de tener revista propia, aportando inicialmente 30.000 pesos moneda nacional.
Una revista humorística era por esos años una forma de inversiòn. Los que tenían dinero no pensaban exclusivamente en ponerlo a plazo fijo o en distintas formas de especulaciones financieras.
¿Se acabò la era de las revistas humorísticas de papel? ¿O se acabaron los creadores con capacidad para cubrir de humor atractivo una revista? ¿O se acabaron los “capitalistas” interesados en financiar a esos creadores?
¿Quién dijo que el internet fue la extremaución para las revistas “de papel”?
¿Acaso todos los que viajan en tren y/o colectivo, o los que hacen un alto junto a la mesa de un café, andan munidos de un note-book?
¿A cuántos les resultaría más placentero el viaje en tren o colectivo –sentados o parados- leyendo durante el mismo –como se hacía en los años 40- una revista como “Rico Tipo”, con humoristas del nivel de los de “Rico Tipo”? ¿Qué hoy no los hay?... ¿No los hay o no los llaman? ¿No los hay o no les dan la oportunidad de expresarse, como sí ocurría en la época de “Rico Tipo”?
¿A cuantos lectores frustrados hoy les gustarìa saborear ese café junto a la mesa de un bar, sonriendo o directamente riendo por alguna ocurrencia de los dibujantes y/o redatores de una revista como “Rico Tipo”?
¡Eran 250.000 ejemplares semanales, y a veces más!... En el peor de los casos serían (suponiendo lectores unitarios sin familia) 250.000 risas o sonrisas, entre una población muy inferior a la actual… ¿Hoy la gente no tiene ganas de reìr, o quienes podrìan hacerla reìr no encuentran quien financie su tarea?
¿Serán actualmente más tentadoras las especulaciones financieras y el plazo fijo que cuando Di Benedetto eligió aportar 30.000 pesos moneda nacional como capital inicial para una revista humorística?
El pueblo que reía o sonreía con “Rico Tipo” era un pueblo más feliz, aunque tenía casi tantos problemas como el de ahora.
¿Al gobierno no le conviene un pueblo más feliz? Porque si es así, debería instrumentar algùn sistema que al que dispone de capital le resultara más atractivo financiar una publicación, que especular en la Bolsa con ese mismo dinero.
La proximidad del Bicentenario sería una buena ocasión para revitalizar esta actividad que seguramente constituye una ya irrenunciable tradición argentina, desde los albores del siglo XIX: sin contar con las publicaciones iniciales y otras posteriores puestas desde un comienzo al servicio de combatir a un adversario polìtico, como hacían rosistas y antirrosistas, o como lo hacía el Padre Castañeda en defensa de la Religión, se tratara de federales o unitarios, se puede mencionar en muy incompleta y apretada síntesis: “La Moda” (gacetín semanal de Figarillo, seudónimo de Juan B. Alberdi), “Aniceto el Gallo” (gaceta joco-tristona y gauchi-patriótica, de Hilario Ascasubi), “El Diablo en Buenos Aires”, “El Zurriago” (diario de zumba y buen humor), “El Mosquito” (vigente desde 1863 a 1893), “Antón Perulero”, “La Tijera”, “El Bicho Colorado”, “El Gorro de dormir”, “El Cascabel”, “La Presidencia” (al servicio de la candidatura de Bartolomé Mitre), “Don Quijote” (con las caricaturas de Demócrito y Demócrito II que tuvieron en jaque a cinco Presidentes argentinos), “La Cabrionera”, “Caras y Caretas” (marcando ya la lìnea y la técnica avanzada del periodismo del siglo XX), “PBT”, “Pulgarcito”, “Arlequín”, “Fray Mocho”, “Don Goyo”, “El Conventillo Polìtico”, “Páginas de Columba”, “Caricatura”, “Cómicas de Araceli”, “Humorismo Mundial”, “Patoruzú” (vigente por 4 dècadas desde su aparición en 1936), “La Chispa cómica”, “Esculapiòn”, “Cara Sucia”, “Lindoro”, “Cascabel”, “Bichofeo”, “Rico Tipo” (la usada como ejemplo en este llamado de atención), “Don Fulgencio”, “Pobre Diablo”, “Tibor Gordon”, “Popurrí”, “El Trencito” (de la radio al medio gráfico), “Alpargatas Humoríticas”, “Descamisada”, “Pica Pica” (estas tres últimas al servicio de las nuevas ideas peronistas), “Cachaditas en Pocholandia”, “Fígaro”, “Avivato”, “Bomba H”, “Loco Lindo”, “Cuadernos de César Bruto”, “Cuadernos de Oski”, “Tric y Trake”, “Sucedió con la Farra”, “Cocodrilo” “Dinamita”, “Picardía Universal”, “Medio Litro”, “Tío Vivo”, “Cosquillas”, “Tía Vicenta” (el boom de la segunda mitad de la década del 50), “El clarinete de donia Emerenciana”, “La Revista Dislocada” (de la radio y la televisión al medio gráfico), “Dr. Merengue”, “4 Patas”, “Sancho”, “Tío Landrú”, “Abuelo Barbudo”, “Hortensia” (nacida en Còrdoba con proyección nacional), “Humor Cuadrado”, “Telecómicos” (de la radio y la televisión al medio gráfico), “Media Suela”, “Humoròn” (nacida en la ciudad bonaerense de Moròn con proyección nacional), “Mengano”, “Maleficón”, “Chaupinela”, “El Ratón de Occidente”, “María Bizca” (nacida en Còrdoba con proyección nacional), “Pitos & Flautas”, “Humor Registrado”, “Morisqueta”, “As de Bastos”… Podría seguir un rato largo mencionando publicaciones humorísticas que fueron surgiendo a lo largo de estos dos siglos que la Argentina tiene de vida como país; como puede verse, este género periodístico es una verdadera tradición argentina, una tradición que con el pretexto de las nuevas tècnicas, se nos está retaceando. Por eso le digo al Gobierno que fomente mediante disposiciones especiales el resurgimiento de las revistas de papel; por eso les digo a los que tienen un dinero ocioso y sòlo se les ocurre ponerlo a plazo fijo, que repitan la experiencia de Di Benedetto en 1944, convirtiéndose en artífices de nuevos boom periodísticos, que le rendirán más que el plazo fijo; por eso les digo a mis colegas que no nos sometamos exclusivamente a las nuevas técnicas y hagamos honor a los grandes humoristas que nos precedieron, con sus mismos elementos, arrancando al pueblo argentino risas y sonrisas, que hoy necesita tanto o más que en el pasado, y especialmente mientras viaja en tren o colectivo.
Gobierno, Capitalistas, Humoristas, no miren para otro lado; el próximo nuevo boom periodístico está en manos de esta trilogía.(Oscar Vázquez Lucio)

domingo, 3 de mayo de 2009

Alejandro del prado (CALÉ)


Ilustraciones: Caricatura de Alejandro del Prado (Calé) realizada por Jorge de los Ríos y Portada del libro "Buenos Aires en camiseta", selección de páginas publicadas en "Rico Tipo" entre 1953 y 1956, publicado por Ediciones de la Flor en 1994.



……………Considero que es un acto de justicia
……………dedicarle esta nota a María Esther del Prado,
……………quien fuera su esposa hasta ese negro 3
……………de mayo de 1963, y de ahí en más pasó a
……………ser la gran impulsora de la obra realizada
……………por Calé, para mantener viva su memoria
……………y para que pudieran conocer esa obra
……………las nuevas generaciones.



-Me confesó en una ocasión, que el gran deseo de su vida era ser jugador de fútbol –me confió hace ya unos cuantos años, su colega, el dibujante Jorge Elena – A eso vino a Buenos Aires de su Rosario natal –agregó-. Y su gran ilusiòn era jugar en River, del que era realmente fanático…
Lo de fanático de River era exacto, a tal punto que el mismo Alejandro del Prado, que después alcanzaría su apogeo con el seudónimo de Calé-, tras fracasar en la cuarta del club, llegò a escribir en la revista “River” adoptando el seudònimo Alejandro, el fana, que se constituyó en un personaje.
Pero Del Prado no era rosarino, al menos de nacimiento, ya que lo llevaron a Rosario poco después de nacer en la Capital Federal, el 14 de diciembre de 1924.
Lo cierto es que ese fracaso como futbolista decide a Alejandro del Prado a intentar dedicarse al dibujo, en un comienzo, haciendo avisos publicitarios para bailes, pero con la esperanza de empezar a publicar en alguna revista.
-Siempre fue talentoso, desde el principio. Si seràn ciegos –protestaría con su proverbial humildad el ya mencionado Jorge Elena –A mì a veces me daba vergüenza cuando se aceptaban las pavadas que llevaba y a él le rechazaban LOS MISMOS DIBUJOS Y COSAS que hizo después…
Pacientemente, en la misma forma que realizaba cada dibujo –un dibujo convencional podía llevarle toneladas de bocetos- recordaría años después su hijo Horacio – Alejandro del Prado fue tomando posiciones a partir de “Descamisada” –donde continuaría el personaje Colonio. Germinal Lubrano, uno de los directores de la revista, recordarìa después que el dìa que Calé les llevó los primeros dibujos, no tenìa previsto dónde pasar la noche, y aceptó el ofrecimiento de dormir sobre los paquetes de devolución de “Descamisada”).
Después siguieron “Chingolo”, “Pobre Diablo”, “Democracia”, “El Laborista”, “PBT” (2ª època), “Pica-Pica” –en la que publicaba Nemesio Baranda, Galerita, Disco Rayado y otras secciones firmando indistintamenmte como Calé y Bichi
Tambièn usaría el seudònimo Tablonacho al escribir comentarios futbolìsticos en “Rico Tipo”, y algunas crónicas en “La Nueva Cancha”
Otras secciones creadas por Calé fueron Biografolio, Fideo Tape y Cosas que pasan, También es el autor de los personajes Tijerita y El perro Pistola,
habiendo colaborado con Délfor en libretos para “La Revista Dislocada” y escribiendo además, monólogos para Canal 9 propalados en 1962 bajo el tìtulo Negro el 4, y cuentos infantiles para Canal TV
Pero es en la revista “Sucediò con la Farra” donde aparece el Calé, cuya producción se prolonga en el tiempo, siendo redescubierta y revalorizada por las nuevas generaciones a veinte años de la desaparición fìsica de su autor
“El mundo de Calè es el mundo barrial del proletariado naciente y de la pequeña clase media favorecida por la expansiòn de los años 40”, ha señalado Jorge B. Rivera en 1976. Y ya en 1983, el dibujante Caloi que por aquel entonces apenas tenìa diez años, reconocerá: “Lo que Calé decía yo lo vivía. Era como si alguien sacaba fotografías de mi barrio. Cuando Calè ya desaparecía, y yo era un profesional, empecè a valorizar su obra, porque a la par de él, el barrio, los valores y todas esas cosas que Calé tan bien describía empezaban a desaparecer. Es ahì donde la figura de Calé crece, se agiganta, no por la nostalgia sino por la profundidad con que habìa pintado una parte de mi vida, que curiosamente era la misma de la mayorìa de los argentinos. El barrio, sus instituciones, su gente, sus personajes eran un baluarte de la cultura peronista…
Durante la breve vigencia de la revista “Sucediò con la Farra”, la sección de Calé se tituló “El Buenos Aires ìntimo”; luego, al pasar a “Rico Tipo”, el tìtulo original fue reemplazado por el màs popular de “Buenos Aires en camiseta”. Tal vez Calè se haya sentido más còmodo con el tìtulo primitivo y la escasa trascendencia de la revista que lo publicaba entonces, dejàndole màs margen para su espìritu de bohemia.
-Esto está tomando demasiada trascendencia, esto que yo hago no es para tanto, yo siempre dibujé mal, ayer hicieron un comentario por la radio sobre mi pàgina, tengo que dibujar mejor… -se preocupaba Calé, palabras más o menos, segùn lo recordara su hijo Horacio en “Tiempo Argentino”, evocando a la vez el drama de cada entrega de material:
-Cuando pasaban días y la entrega a “Rico Tipo” se demoraba, Divito enviaba telegramas, mensajes telefònicos a los vecinos, o directamente un empleado de la revista, que atravesaba la ciudad en el trolebús 306, desde el centro hasta aquel casi suburbio de Villa Real de calles por entonces sin asfaltar, zanjones y tablas de madera para saltarlos. Invariablemente aquel enviado llegaba mordiendo blasfermias, con un ojo en el reloj del cierre, y el otro en la locura: ¿cómo podía ser que a un tipo que sólo publicaba en “Rico Tipo” y que sólo cobraba por página publicada, hubiera que ir a buscarlo hasta tan lejos para que se dignara a entregar los dibujitos?...
Pero Calé era también un perfeccionista, como lo demostraban los múltiples detalles de esas páginas prolijamente elaboradas: el sobretodo jaspeado, el traje “príncipe de Gales”, la melena enrulada, las ranuras del micrófono de la radio…
Segùn Horacio del Prado, “el final de la historia, desgaste circulatorio incluido, puede sintetizarse en la cercanìa de dos frascos de marcas tan contradictorias como Pelikan y Actemin (anfetamina de venta libre en ese tiempo), en la cercanìa de la angustia ante la pàgina por dibujar y la carcajada al terminarla, al darla, al compartirla.
El final sobrevino el 3 de mayo de 1963, cuando Calé tenìa 38 años. (Siulnas. Este artículo fue leído en la Academia Porteña del Lunfardo en su sesión del sábado 2 de mayo)

El dibujante Calé también era un “fana” del tango




Si el dibujante Calé viviera aún, al mirar sus dibujos del “Buenos Aires en camiseta” se sentiría como el Juan Porteño del tango de Héctor Marcó y Carlos Di Sarli, es decir, pensaría en su nostalgia, “que aquella ciudad bajita / de románticas casitas / sólo está en su corazón…”
Ya lo dijo Caloi, uno de los dibujantes de una generación posterior a la suya: “Cuando Calé ya desaparecía, a la par de él, el barrio, los valores y todas esas cosas que Calé tan bien describía empezaban a desaparecer.”
A Calé -cuyo verdadero nombre es Alejandro del Prado- se lo identifica con su sección “Buenos Aires en camiseta”, publicada en la revista “Rico Tipo” a partir de 1953, un año después del “debut” de la misma en la revista “Sucedió con la Farra”, donde la sección se tituló “Buenos Aires íntimo”.
Pero Calé era además, un “fana” del tango, y cuando llegó a Buenos Aires procedente de Rosario, tenía un “sueño” que cumplir: ver personalmente a las orquestas que tanto admiraba a través de la radio. Se sentaba todas las noches en el mismo lugar del café a escuchar a Piazzolla y dibujándolo a él y a los músicos, nació una gran amistad, a tal punto que en el tango “El Rápido” es Calé el que toca el pito del tren.
Claro que no se reduce a esta anécdota su vinculación con el tango; con su seudónimo más conocido o el de Langosta, Del Prado escribía habitualmente para la revista “La Canción Porteña”, haciendo una especie de ranking de los éxitos musicales del momento en la sección “La gran carrera del tango”.
Desde la misma revista se refería en 1949 a José Basso: “Es la más joven de las orquestas mayores –escribía–. En poco más de un año, que es la edad del conjunto de José Basso, ha llegado, en impetuoso paso, a realizar lo que en tantas orquestas, no obstante el viento a favor y la falsa aureola de ‘capote’ creada en torno a su presentación, fue simple quimera.”
Muchos pormenores de la personalidad tanguera de Calé hemos podido conocerlos a través de su viuda, María Ester Pérez del Prado, su propia “Estercita” que “por seguidora y por fiel” nos ha posibilitado conocer un poco más, a este genial humorista fanático del dibujo, River Plate y el tango.
Así es que nos enteramos que ella no tenía fotos de Calé con Astor o con Salgán, con los que el dibujante compartió tantos momentos, porque muchas veces, Calé se iba de las pensiones sin pagar, dejando las valijas con efectos personales, ya que se llevaba lo puesto; sí, como en las historietas cómicas que leíamos en los años 40.
Ese era Calé y nunca pretendió ocultarlo, ni siquiera cuando la conoció a María Ester y comprendió que había encontrado a la mujer de su vida.
La caricatura que ilustra esta nota, se la hizo él mismo en 1947 para presentarse y en cierta forma “declararse” anticipadamente.
Tenía 38 años cuando las anfetaminas que tomaba para poder pasar más horas dibujando, terminaron con el ser humano y dieron nacimiento al mito. “Un muerto que nunca se acaba de enterrar”, como dijera María Ester, con orgullo. (Siulnas. Publicado en la edición Nº 43 de “Club de Tango”, correspondiente a Julio-Agosto 2000.)