sábado, 20 de diciembre de 2008

Héctor Tomás Rodríguez: algo así como la muerte de Papá Noel

Ilustraciones de esta nota: Portada de la partitura de "¡Federico... a casa! con los populares personajes del dibujante Héctor; Autocaricatura de Héctor, 1953; Héctor (centro) en 1953 en la Galería Picasso, junto a la directora de la misma, Erika Wartensleben y los dibujantes Marcos Siderman, Bayón, "Mono" Villanueva, Luis Macaya (h), Arturo Rovegno, Atilio De Angeli y Siulnas.

Allá por la década del cuarenta del siglo anterior, Francisco Federico había logrado que la letra de una polka suya musicalizada por Roberto Zerrillo y Juan C. Howard, se popularizara prontamente por radio, en especial por su estribillo:

“¡Federico… a casa!

Yo no sé qué es lo que pasa

con la burda insinuación.

¡Federico… a casa!

Si no acaban con la frase,

yo me cambio este nombrón!…”


Lo cierto es que la popularidad de este estribillo venía de otro medio, y el mismo autor lo confesaba en una estrofa de la letra de la polka: “Pero hay unos compañeros / que ha creado un dibujante: / es un caso horrorizante / por su imán de tentación”…

Los “compañeros” eran El Nuevo Rico y su mayordomo Federico, y el dibujante, Héctor Tomás Rodríguez, simplemente, Héctor, como firmó la mayoría de sus dibujos.

Pero esta historia merece ser contada desde el comienzo.


LA INICIACION DE HECTOR TOMAS RODRIGUEZ

“…Inicié mi carrera artística con la publicación de un dibujo en las celebradas ‘Páginas de Columba’ –evocaría Héctor–. Yo vestía recién mis primeros pantalones largos. En el barrio quisieron ofrecerme un banquete popular como homenaje al ‘grandote’ precoz; pero me opuse a tal derroche gastronómico debido a que las milanesas me gustan frías y la manteca caliente, y eso es imposible conseguir en un banquete bien servido…”

Ayudante en un principio del pionero de los dibujos animados en la Argentina, Quirino Cristiani, Héctor Rodríguez pasó después a “La Cancha”, colaborando también con caricaturas en “El Gráfico”, lo que en cierta forma anticipaba su gran inclinación hacia los temas deportivos, que continuará al comenzar la década del 30 desde las páginas del diario “Crítica”, que le daría el espaldarazo definitivo.

Allí comienza dibujando “las grandes figuras deportivas de esa época de oro de nuestro deporte –como recordaría Salerno Negri–, Valerio Vallania, diez veces campeón argentino de vallas y salto en alto; Zabalita, el recordado ñandú criollo; los hermanos Albe; Candiotti, el empecinado Tiburón de Quillá; Justo Suárez, el malogrado Torito de Mataderos…”

Pero también ilustra allí la sección “Alma Torera” y las noticias de policía que admiten un enfoque menos serio que el de las “reconstrucciones” de Pedro de Rojas, jefe de la sección.

Hasta que en 1934 crea el personaje que lo haría incuestionablemente popular, ligando su nombre definitivamente al mismo: El Nuevo Rico, al que siempre acompañaba su mayordomo Federico.

EL NACIMIENTO DEL NUEVO RICO

Era una noche de mucho frío, en 1933; yo iba caminando por Esmeralda y al llegar a Corrientes tuve que detenerme para dejar pasar a un señor muy gordo con el vientre cruzado por una enorme cadena, que lucía en su boca un habano imponente –referiría Héctor en 1950 a propósito del nacimiento de El Nuevo Rico–. Me paré a observarlo; subió a su auto, y ordenó: “Federico, ¡a casa!”. La frase me quedó grabada. Llegué a mi casa y me puse a trabajar proyectando la historieta. La aceptación que tuvo me indicó que había dado en el clavo.

La anécdota, de ser cierta, debe haberse acomodado a la transformación sufrida por los personajes –beneficiosa, por cierto– ya que en un principio El Nuevo Rico era mucho más delgado y su mayordomo se llamaba Sebastián. Tampoco se puede desestimar la orgullosa afirmación del dibujante Germán Federico –compañero de Héctor en “Crítica”– en el sentido de que la repetición de su apellido en la redacción impulsó al historietista a usarlo para uno de los personajes.

Al margen de los pormenores de su nacimiento, El Nuevo Rico y su mayordomo Federico eran tan populares por aquellos años, que los dueños de un negocio de venta de billetes establecido en Unquillo, en la provincia de Córdoba, eligieron como nombre del local, “Federico a casa”. De todos modos, la popularidad de ambos personajes se mantendría por muchos años, llegando a protagonizar su propia revista en 1961.

LA PREOCUPACIÓN DE NATALIO BOTANA

En la época en que el peso moneda nacional era estable y contar con un billete de 100 –le llamaban “canario” por el color– era todo un privilegio, el Nuevo Rico encendía sus cigarros con un billete de 1000 pesos; sólo el Día del Ahorro utilizaba uno de 500.

Pero un día, Héctor enfrenta a su personaje con un supuesto revés de la Bolsa por el que habría perdido toda su fortuna, comenzando una etapa de estrecheces. “Federico, rotoso su uniforme, barbudo, más flaco aún, comparte sin quejas el nuevo estado de su patrón, su hambre y su desconsuelo –recordaría Salerno Negri–; a los pocos días de esos episodios de pobreza franciscana, el hijo de Botana, Tito, le dice: ‘Al viejo no le gusta que lo hagas pobre’, y Héctor, al día siguiente lo despierta al Nuevo Rico de una pesadilla que había sufrido.”

EL HUMOR DEPORTIVO

Tras pasar por numerosas publicaciones entre las que se contarían “Mundo Argentino”, “Estampa”, “El Hogar”, “Leoplán”, “¡Aquí Está!”, “Mundo Agrario”, “Mundo Radial”, “Caras y Caretas” y “PBT” –estas dos últimas en su segunda época–, Héctor recala en la flamante “Mundo Deportivo”, donde a toda página, brinda un panorámico enfoque humorístico con bastante más de cincuenta personajes ocasionales por número, aunque dos de ellos figurarían en forma permanente: el fotógrafo Olivieri y el vendedor de “chuenga”, popularizado por el mismo Héctor. Muchas de estas páginas comenzaría a marcarlas durante los períodos de inactividad en su tablero de “Crítica”, donde permanecería hasta la desaparición del diario.

La etapa de “Mundo Deportivo” marcaría el apogeo de la amistad de Héctor con conocidos deportistas, entre ellos Juan Manuel Fangio, con quien en una oportunidad Héctor asistió a un asado en una quinta:

Yo conocía el camino, pero Fangio, no; entonces le pedí que siguiera mi auto –celebraba después el dibujante, satisfecho de haberse dado el gusto de manejar delante del “Chueco”, sin que este se atreviera a pasarlo.

Profundo observador, Héctor encaraba con agudeza tanto temas deportivos, como los relacionados con la lluvia y el frío, o los “curdelas”; a estos los escrutaba “en su salsa”, aprovechando su condición de hombre de “estaño”, como él mismo se definía en alusión a los antiguos mostradores de los bares donde solía apoyarse a tomar una ginebra con hielo. Le agradaba invitar a quienes lo acompañaban: hace algo más de medio siglo, un día en que participamos de una reunión periodística en un local céntrico, se ofreció a acercarme de regreso a mi domicilio que quedaba a mitad de camino del suyo; en la ocasión fui invitado a un “estaño” en tres oportunidades durante el recorrido desde el centro al barrio de Caballito. Pero quien más lo acompañaría durante esos años de “Crítica” sería Lorenzo Molas, con quien compartía los chistes gráficos en la página de Deportes del diario.

EL ADIÓS AL ESTAÑO

¿Cuándo empezó a sentir Héctor la necesidad de refugiarse en la intimidad hogareña junto a su compañera que siempre lo había aceptado con sus amigos, esos que lo habían bautizado “el gaucho” no sólo por ser oriundo de San Nicolás de los Arroyos, sino esencialmente por su condición humana? Lo cierto es que Héctor había reemplazado espontáneamente el “estaño” por la mesa hogareña, esa mesa que ya no podría compartir un 25 de diciembre, esa mesa que le sería negada por la vida precisamente el Día de Navidad.

Aunque quizás, ese 25 de diciembre de …., se le hayan reunido el Nuevo Rico, Federico, Nora y su peor es nada, los Ramachuza, Sinforoso Puracepa, Chuchi, el profesor Marote y muchos otros, para festejar junto a un “estaño”, desde esa dimensión donde los bares no se modernizan y los personajes no envejecen para que su creador no pueda ser olvidado. (Oscar Vázquez Lucio. Leído en la Academia Porteña del Lunfardo en la sesión del sábado 6 de diciembre de 2008.)

jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Humorista o cantor de tangos?


El 9 de diciembre de 1990, refiriéndome al Día Nacional del Tango que se celebraría dos días después, destaqué en la revista infantil que acompañaba la edición dominical del diario “Crónica” de Buenos Aires: “La idea surgió por iniciativa de Ben Molar, quien consideró ese día porque, aunque en distintos años, habían nacido dos figuras muy representativas de la llamada música ciudadana: Carlos Gardel (1890-1935) y Julio De Caro (1899-1980)”. Ese día gané un nuevo amigo: Ben Molar llamó a la redacción del diario para agradecerme que me acordara había sido él, allá por los años 70, quien luchara para lograr se instituyera ese día. No es lo único que el ocupante del sillón “Pascual Contursi” en la Academia Porteña del Lunfardo ha hecho por el Tango, pero en mi otro Blog – http://siulnaszapping.multiply.com , la escritora Anamaría Blasetti, se refiere con lujo de detalles al tema que la apasiona, así que abordaré directamente mi vieja relación con el tango.

“No hay que temerle al tango, se lo puede enfocar con alegría, con ingenio y buen humor”, escribió en 1994 Oscar del Priore en el prólogo de mi libro “El Tango en el humor gráfico y escrito”, en el que vuelco tres pasiones personales: el humor, su historia y el tango, que siempre canté ante audiencias reducidas y amistosas. Tal vez mi mayor audacia en ese aspecto haya sido la charla ilustrada con dibujos “relámpago” y pasajes de tangos (canto acompañándome en guitarra) que titulé “Por qué soy humorista en vez de cantor de tangos”, y ofrecí hace algunos años en el Café de “La Régence”, de Morón, y más recientemente, en el Café Tortoni, pegadito a la Academia Nacional del Tango.

De todos modos, el tango siempre ha estado presente en mi vida, desde una adolescencia en la que no me faltó ninguno de los discos de pasta de 78 rpm con las grabaciones de Gardel, con quien pretendía cantar a dúo para aprender sus inflexiones de voz.

También le debo a un hombre ligado al tango la primera nota sobre mis dibujos publicada en un medio importante; en búsqueda de “prensa” para promover la exposición de dibujos humorísticos que llevaba a cabo en los salones de MEEBA (Asociación –ex Mutualidad– de Estudiantes y Egresados de Bellas Artes), llegué un día de 1950 hasta la redacción del diario “Noticias Gráficas”, siendo atendido por el joven periodista Pedro Ortiz (del que supe muchos años después era cantor, autor y compositor y cantaba tangos en árabe), quien asumió mi “representatividad” ante Bernardo Verbitzky, encargado de las notas de arte del diario. ¡Y vaya si me representó! Algunos días después, mi ego adolescente disfrutó de la primera nota impresa sobre mis dibujos, con la publicación de uno de ellos en tamaño apreciable en página central, bajo el título “Un original dibujante porteño”.

Cuando empecé a trabajar en el diario “Crítica”, y se enteraron que cantaba tangos acompañándome en guitarra, me comprometieron a llevar ésta cuando se hiciera algún festejo en la redacción; así fue como al hacerlo, conté en mi auditorio nada menos que con Alfredo Bigeschi, quien allí se encargaba de otras letras: las que escribía como periodista deportivo.

No existían en aquellos tiempos los grabadores magnetofónicos, de modo que el testimonio más antiguo que me queda como cantor de tangos son dos discos que grabé por los años ’50, uno en base de cristal y otro en base de cartón.

Pero se ve que los tangueros, aunque no nos manifestemos, tenemos algo que nos identifica; hace ya unos cuantos años comenzaron a llegar a mi ex casilla de correo, ejemplares de una revista de estilo casi artesanal (después me enteré que así había sido definida en su espacio radial, por Antonio Carrizo). La revista llevaba por título “A Puro Tango” y solía incluir reproducciones del material que yo publicaba por entonces en “Croniquita”. Con el correr del tiempo, entablé una amistad epistolar con el editor de esta publicación, residente en la vecina localidad de San Martín, que había empezado a fines de los ’70 con 500 ejemplares de un par de hojitas, sin otra pretensión que ser el folleto para un festival, y al cabo de los años, avisos baratos mediante, su editor pudo darse el lujo de hacer llegar regularmente y gratuitamente, a cuanto rincón tanguero había en Buenos Aires y sus alrededores, una modesta pero gruesa revista especializada. Por supuesto, Edmundo Sirio, su editor –gran luchador por la defensa del tango desde hace un cuarto de siglo–, no lucraba con “A Puro Tango”, y su solvencia económica la obtenía con su actividad como cartero.

Por él conocí a otro tanguero, Osvaldo Flego “Marné”, conductor con Martha Magdalena Zinelli de un programa titulado “Simplemente Tango” que se transmitía por Folclorísimo AM 1410, desde donde solía recibir amables llamados.

Por supuesto, como tanguero no podía dejar de estar ligado al Club de Tango de Oscar B. Himschoot a través de la revista homónima, y a la Academia Nacional del Tango, cuyo pregón “El Chamuyo”, me encomendó su director, el Académico fundador Jorge Palacio (Faruk), quien allá por los años 70, me escribía y dibujaba las “Tanguerías” para mi revista “Humorón”.

Mi “Historietango” ha llevado mi pasión tanguera hasta Los Angeles (USA), donde el argentino Carlos G. Groppa edita la revista “Tango Reporter”, que es posible consultar en los Departamentos de Música de las Universidades de las principales ciudades de los EE.UU.

Que el tango es un sentimiento lo puede afirmar el doctor Luis Alposta –“académico-poeta-médico y no sé cuántas cosas más”, al decir del mencionado Faruk–, quien no contesta mis cartas por vía epistolar, prefiriendo llamarme por teléfono y cantarme con su mejor voz tanguera –la misma que ha lucido en su microprograma radial “Mosaicos porteños” en la “2x4” FM 92.7–: “Recibí tu última carta en la cual tú me decías…” (siulnas)

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Dos buenas razones de un caricaturista para recordar al Presidente Alfonsín


Arriba a la izquierda: Portada del catálogo para la muestra Los Presidentes y el Humor". Derecha: Caricatura del Presidente Alfonsín realizada por Siulnas en diciembre de 1983. Abajo: Collage que cubre las retiraciones del Catálogo



Como todo Presidente de la Nación, haya sido constitucional o de facto, Raúl Ricardo Alfonsín ha recibido (merecida o inmerecidamente, según el punto de vista de quienes lo calificaban), críticas y elogios.

Sin entrar en el análisis político, que no es el estilo de este Blog, valoro como caricaturista, dos aspectos para mí muy valiosos del ex Presidente que nos gobernó entre 1983 y 1989, al recordar que fue bajo su gestión que, inaugurando una nueva etapa con la voluntad de recrear espacios de tolerancia y pluralismo, el Museo de la Casa de Gobierno se reabrió en setiembre de 1988 con la exposición “Los Presidentes y el Humor”, para cuya concreción fuí convocado como asesor. Después de haber sido convocado en 1981 para desempeñar idéntica tarea en el Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, que inauguraba en esos días su edificio propio, ninguna otra tarea similar hubiera podido ser más importante y gratificante. Se exhibirían en el mismo recinto que había albergado durante su mandato, a Presidentes que no habían tolerado, en ocasiones, esas mismas caricaturas que en algún caso, habían causado serios problemas a sus autores. No faltó nadie; estaban allí Bernardino Rivadavia, Justo J. de Urquiza, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio A. Roca. Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, Luis Sáenz Peña, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear, José Félix Uriburu, Agustín P. Justo, Roberto M. Ortiz, Ramón S. Castillo, Pedro P. Ramírez, Edelmiro J. Farrell, Juan D. Perón, Eduardo Lonardi, Pedro E. Aramburu, Arturo Frondizi, José M. Guido, Arturo U. Illia. Juan C. Onganía, Roberto M. Levingston, Alejandro A. Lanusse, Héctor J. Cámpora, Raúl Lastiri, María Estela Martínez de Perón, Jorge R. Videla, Roberto E. Viola, Leopoldo F. Galtieri, Reinaldo Bignone, Raúl R. Alfonsín…Los caricaturistas éramos –entre los del siglo XIX y los del siglo XX– Pedro de Alzaga, Henri Meyer, U. Advinent, Mario Zavattaro, Enrique Stein, Carlos Clerici, José María Cao, Eduardo Sojo, Manuel Mayol, Ramón Columba, M. H. Latorre, Fernando Quesada, Juan Carlos Alonso, Eduardo Alvarez, Pedro de Rojas, Tristán, Fapa, Eduardo Muñiz, Rip, Víctor Valdivia, Delpuente, Andrés Dameson, Marvel, Arístides Rechain, Faruk, Mezzadra, Carlos Basurto, Anselmo Borello, Dobal, Landrú, Luis J. Medrano, Yaco Nowens, Siulnas, Norberto Vecchio, Mario A. Mauriño, Chaque, Rafael A. Del Zoppo, Alberto Bróccoli, Alex Salas, Geno Díaz, Flax, Carlos A. Lahitte, Izquierdo Brown, Tomás Sanz, Héctor Beas, Jorge de los Ríos, Andrés Cascioli, Carlos Garaycochea, Hermenegildo Sábat, Meiji, Leonardo Villarreal, Ceo, Raúl Fortín, Ricardo Barrosa, Eduardo Callejón, Armando Da Col, Alicia Durán, Guillermo Guerrero, Ricardo Heredia, Juaro, Maicas, Francisco Mazza, Meléndez, Carlos Nine, Luis Ordóñez, Héctor Ricardo Palacios, Rep, Miguel Ruiz Moreno, Juan Carlos Schäffer, Fernando Sendra, Marcos Siderman, Yacaré, Guillermo Almeida, Mono Di Palma, Marino, Osco, Beto Páez, Pratico, Roberto Di Palma, Sócrates, Roberto Fontanarrosa, Marlene Pohle, Quino, Julio Chamartín…

El otro aspecto del Presidente Alfonsín que valoré como caricaturista fue precisamente su aspecto físico, particularmente su rostro que después de tantos años, me posibilitaba volver a realizar una caricatura en la modalidad de mi época construtivista, aquella que Ignacio Covarrubias definiera en el diario “Crítica” como “humanidad geometrizada o geometría humanizada”, aquella que me significó tantos éxitos en las exposiciones y tantos rechazos en las revistas, que por entonces no aceptaban tanto modernismo. Por supuesto, esa modalidad estuvo presente en la muestra “Los Presidentes y el Humor”, a través de una réplica de la caricatura que le hiciera a Alfonsín tras su asunción en diciembre de 1983, ya que el original se hallaba en la Casa del Humor y la Sátira, en Gabrovo (Bulgaria).

Así que este 10 de diciembre de 2008, tengo dos buenas razones –y ambas risueñas– para saludar al ex Presidente Alfonsín, a 25 años de su asunción al poder.(siulnas)

lunes, 1 de diciembre de 2008

Un día como el…


Ilustraciones, De arriba hacia abajo:

Ramón Columba, por Siulnas;

María Luz, de Battaglia;

Babilonio, de Sagrera;

Tapa del Nº 1 de "Humorón";

Walt Disney;

Héctor Rodríguez, autocaricatura.



3 de diciembre, hace 117 años: Nacía Ramòn Columba. Taquígrafo y caricaturista, ha sido el autor de “El Congreso que yo he visto” y editor de la revista “El Tony” –que empezó como suplemento de “Páginas de Columba”- entre otras.

6 de diciembre, hace 54 años: Comenzaban a publicarse María Luz y Babilonio. Ambos personajes aparecieron simultàneamente, en la revista “Patoruzù”, aiendo sus autores, Roberto César Battaglia y Juan Angel Sagrera respectivamente.

6 de diciembre, hace 35 años: aparecía “Humoròn”. A diferencia de otras revistas humorísticas zonales, ésta tuvo como epicentro el partido de Morón, aunque su circulación se extendió a la Capital Federal, primero, y al resto de la Repùblica Argentina después. Dejò de aparecer en enero de1978.

8 de diciembre, hace 114 años: Nacía Elzie Segar, nada menos que el creador de Popeye en 1929, personaje aùn vigente en estos días.

13 de diciembre, hace 146 años: Nacìa Josè María Cao. Dibujante español radicado en nuestro país desde 1888, colaboró en diversas publicaciones en el siglo XIX, y ya en el XX, sus dibujos se publicaron especialmente en “Caras y Caretas”.

15 de diciembre, hace 42 años: Fallecía Walt Disney. Tras haberse desempeñado como dibujante en Kansas City ganando 50 dólares mensuales, Walter Elías Disney se trasladó a Los Angeles, instalándose con su hermano Roy en un garage, donde fundó la que con el correr de los años, sería su gran empresa. A 42 años de su muerte (en realidad, se ha dicho que su cadáver fue introducido en una cápsula refrigerante con la expectativa de regresar a la vida en el año 2100), personajes como el ratón Mickey y el pato Donald, entre otros, siguen tan vigentes como hace más de siete décadas. Estos personajes intervinieron en algunas de sus Sinfonías Tontas (serie de dibujos animados musicales y casi sin argumento), hasta que Disney se lanzó a producir películas de dibujos animados de largo metraje, siendo la primera “Blanca Nieves y los siete enanitos”, estrenada en 1937. Después vendrían “Pinocho”, “Fantasía”, “Dumbo” y mychas más.

15 de diciembrem hace 34 años: Fallecía Vidal Dávila. Dibujante de historietas de distinto género, sus personajes más recordados fueron Ocalito y Tumbita publicados durante años en “Billiken”.

25 de diciembre, hace 97 años: Nacía Burne Hogarth, segundo dibujante de Tarzán, el personaje de Edgar Rice Burroughs.

...25 de diciembre, hace 37 años: Fallecía Hèctor Rodriguez. Dibujante del diario “Crítica”, fue el creador de El Nuevo Rico, quien popularizaría la frase “Federico, a casa”, dirigida a su mayordomo en el último cuadro de cada historieta.

28 de diciembre, hace 44 años: Fallecía Cliff Sterret, creador de “Polly and her Pals”, historieta que se conoció en la Argentina en los años 30, como “Don Jacobo en la Argentina”. (siulnas)

domingo, 30 de noviembre de 2008

Manuel Alejandro Martínez Parma



Ilustraciones: Arriba: Cuadro de la historieta Alelí, publicada en "Figuritas", con el personaje central escribiendo en las paredes. Abajo: Autocaricatura de Martínez Parma, realizada en 1935; Martìnez Parma con sus colegas Alfredo Ferroni y Hèctor L. Torino en una reunión efectuada en el Museo de la Caricatura Severo Vaccaro.


El 4 de noviembre de 1935, el diario “La Razón” presentaba la nueva historieta titulada “Cosas de negros”, haciendo estas reflexiones:

“…En esta historieta negra hay, sin embargo, una ingenuidad blanca. Una ingenuidad traviesa, de purrete diablo, hecho a ratas colegiales y a guerrillas y ‘fobal’ de baldío, una ingenuidad que nos quiebra de pronto el gesto preocupado en una carcajada incontenible. Y ese es, también, el espíritu de su joven creador, alegre, de una alegría de recreo, de escuela, limpia y ruidosa…”

El autor de esa historieta era Manuel Alejandro Martínez Parma, quien dejó este mundo el 28 de noviembre de 1982 pr;oximo a cumplir 73 años, y uno de los personajes dfe esa flamante historieta de “La Razón”,. Era Alelí, un simpático negrito que protagonizó su propia historieta en la revista “Figuritas”, a partir de 1938. El y su autor recordaron sistemáticamente a los pequeños lectores –y a los no tan pequeños, ya que “Figuritas” era una de las principales fuentes de consulta de quienes se dedicaban a la docencia– nuestros derechos sobre las Islas Malvinas.

Así como otros personajes infantiles de historieta escribían en las paredes “viva Boca” o “River campeón”, Alelí escribía “Las Malvinas son argentinas”; y cuando el personaje no tomaba la iniciativa, el mismo Martínez Parma se encargaba de que apareciera un cartel con la frase, en alguno de los cuadros de la historieta.

Tres meses antes de morir, l mismo dibujante había recordado su iniciativa ante un grupo de colegas con los que se reunió por última vez en el Museo de la Caricatura Severo Vaccaro. Prudentemente, no opinó sobre la oportunidad ni la forma en que se había actuado pocos meses antes; se sentimiento –manifestado ya cuatro décadas atrás– estaba más allá de las especulaciones de todo tipo, más allá de una simple frase para popularizar una historieta o despertar simpatías hacia ella,

Humor y patriotismo

En Martínez Parma fluctuaba oermanente su sentido del humor y su sentimiento patriótico, pero no el que se utiliza a menudo con fines demagógicos, sino el auténtico, el que surge junto con su humor, en cartas personales como una que desde Villa Gesell –donde solía pasar largas temporadas–, le hiciera llegar en noviembre de 1980 a quien fuera primero su admirador, luego su discípulo y finalmente su amigo, el dibujante Gerardo Canelo. Los dos párrafos que se transcriben a continuación confirman por sí solos lo antedicho:

“…De tanto en tanto me siento atento a orillas del Atlántico mirando las olas para ver si aparece flotando alguna botella arrojada por algún naúfrago con su mensaje pidiendo auxilio o con su dirección para que lo vayan a censar. Otras veces también me siento a orillas del Atlántico pero en otro lugar más alto para mirar más lejos, al horizonte, hacia el este, esperando, esperando y miro a lo lejos, siempre al este, miro y espero, espero y miro, miro y espero que los ingleses nos devuelvan las Malvinas…”

El educador

Martínez Parma procedía como un verdadero educador, y a la vez que humorista y afichista, era un ilustrador volcado con ahinco a las ilustraciones didácticas que se conocieran entre otras, a través de la ya mencionada “Figuritas”, “Billiken”, “La Obra” y “Anteojito”.

Otro Martínez –Leandro Martinez Andrade– recordaba haberlo conocido en la primera de las revistas nombradas, con sus 17 años esperanzados y una tapa en colores bajo el brazo, se encontró en aquellas oficinas de Avenida de Mayo al 500 ante “un señor simpático de rostro amable y sonrosado” que instantes después le anunciaba que su trabajo había sido aprobado por el director. Y a partir de ese momento, Martínez Andrade también lo recordó como un maestro, trayendo a colación una oportunidad en que al llevar otra tapa donde “un pibe lindo” se mostraba disgustado porque le había tocado una maestra fea, en tanto “un pide fulero” tenía una maestra linda, Martínez Parma se la devolvió diciéndole:

–No, esto no va… recordalo, las maestras son siempre lindas y buenas”.

Lo auténtico

Alguna vez, analizando el posible apoyo que la historieta cómica brindaba al educador, concluí que para determinarlo debemos establecer cuál es la relavción del niño con el personaje humorístico, señalando que en principio, esa relación es más familiar que con el personaje de historieta seria, ya que generalmente, este último es admiado por el niño como un ídolo al que aspira imitar; en cambio, al personaje de historieta cómica lo considera como a un igual, con sus mismos defectos, sus mismas debilidades, y sus mismos temores.

Los chicos der las historietas de Martínez Parma eran chicos desgreñados, deambulantes, que no tenían plata ni para ir a la calesita, entreteniéndose en escribir en las paredes; y cuando un chico escribe en las paredes, escribe lo que siente llegando su mensaje a otros chicos como ;el. Que también lo sienten como algo auténtico, mucho más auténtico que la frase recitada sistemáticamente en horarios de clase o impresa en libros que a menudo se tornan antipáticos porque el no aprenderse sus lecturas de memoria es causal de más de un cero en el boletín de calificaciones.

El mensaje de esos chicos de historieta resultaba pues, tan auténtico como lo quería su creador, porque Manuel Parma (como abreviaba a veces su firma) volcaba todo su apasionamiento en cuanto hacía, y ese apasionamiento se traducía en ;exitos sorprendentes, como cuando en 1944, entre 372 participantes, obtuvo simultáneamente, el primero y segundo premio del concurso de afiches de Defensa Antiaérea.

En otra oportunidad, la editorial Della Penna –en la cual el dibujante era colaborador y amigo– realizó un concurso entre los escultores del momento para la realización de un busto del fundador de la editorial, ya desaparecido. Se premió un trabajo y se realizó el busto, pero familiares y directivos de la empresa no estaban satisfechos con el parecido; enterado de ello Martínez Para, decidió por su cuenta, hacer otro busto en el que ahora sí se había logrado un parecido extraordinario, demostrando ser tan buen escultor como dibujante.

El artista y el librero

–Era múltiple… –reconoció Héctor L. Torino, quien en 1945, siendo director de una revista infantil, recibió de Martínez Parma más de 50 originales de historietas que su autor no se preocupó en ir a cobrar a pesar de que habían empezado a publicarse. Precisamente Torino, residente desde hacía años en la tradicional esquina porteña de San Juan y Boedo, recordó la librería que Parma tenía en San Juan al 3200:

–Parecía más un museo que la vidriera de una librería… En un extremo uno de sus tantos afiches premiados; junto con los cuadernos escolares, varias tapas de “Figuritas” de diversas épocas… Era una vidriera desordenada pero realmente atractiva, y me quedaba extasiado mirándola, lo mismo que a su dueño quien a través del cristal tenía la imagen de un anticuario; recorriendo esa vidriera con la mirada se tenía la sensación de desandar la vida de Martínez parma…”

Los últimos años

Ultimamente, ya jubilado, en su vieja casa de Colombres al mil quinientos, donde desde hacía un tioempo faltaba irremisiblemente la que fuera su compañera de tantros años, Laurita Droz (cuyo nombre él había llegado a usar como seudónimo para firmar el dibujo de figurines en un suplemento femenino del diario en que trabajaba), Martínez Parma conservaba intacto su sentimiento patriótico y ese gran sentido del humor que le impulsó a escribir la “Canción de los jubilados”, cuyas estrofas iniciales decían:

“Tengo un catarro en el pecho,

juanete y callos plantales;

para colmo de mis males,

me duele el codo derecho…”

Tal vez ese gran sentido del humor se haya enturbiado circunstancialmente por la frustración que sucedió a aquella euforia del 2 de abril de 1982 y días subsiguientes. De todos modos, algún día el negrito Alelí escribiendo “Las Malvinas son argentinas”, se convertirá en un símbolo nacional.

Y entonces, no se deberá olvidar el nombre de Manuel Alejandro Martínez Parma, un dibujante humorístico que inculcó un auténtico sentimiento patriótico a toda una generación, sin que corriera una gota de sangre; sólo tinta china para crear una verdadera concientización. Lástima que a la revista “Figuritas” no la leyeran todos los que debieron haberlo hecho. (Oscar Vázquez Lucio. Publicado en “Todo es Historia” en marzo de 1984.)

lunes, 17 de noviembre de 2008

Dobal también es profeta en su tierra


Ilustraciones: Autocaricaturas de Dobal en 1953 y 1959; abajo: uno de los dibujos con que fue homenajeado recordando su constante mención en la tira de "Clarín" de las fechas de nuestra efemérides. Por último una vieja foto de 1953, cuando Haroldo, presente en esta reunión, trabajaba con Dobal, junto a Flores y Pereda


El viernes 14 de noviembre, la Asociación de Profesionales, Técnicos y Educadores lomenses, con la coordinación del difusor Marcelo Niño, del Museo Itinerante de Humoristas e Ilustradores en Argentina homenajeó al dibujante Felipe Miguel Angel Dobal, demostrando que por lo menos en Lomas de Zamora, no es cierto eso de que “nadie es profeta en su tierra”.

La reunión tuvo lugar en Pereyra Lucena 601 de esa localidad, y para que nadie pudiera excusarse por la lejura, un confortable micro aguardó entre las calles Lima y San Juan del porteño barrio de Constitución –a poca distancia del Museo de la Caricatura– nuestra recalada al lugar desde orígenes bonaerenses más distantes del sur. Allí estuvimos, entre otros, Sendra, Mordillo, Lawry, Yacaré, Gustavo Gonzalez, Ceo, Oswal, Haroldo, Beto Páez y unos cuantos otros con los que voy a tener problemas al no nombrarlos aquí debido a no recordar si nos encontramos directamente en el salón o en el vehículo. Pero fue realmente un placer reunirse con tantos colegas, y sobre todo, hacerlo con el exclusivo propósito de homenajear a otro colega! Fue maestro de ceremonia en la conducción del homenaje, quien desde hace 33 años, cuando organizó en los salones de YPF (cuando todavía esta sigla significaba Yacimientos Petrolíferos Fiscales) una exposición de humoristas veteranos, ha estado permanentemente al lado de los profesionales del humor: Julio Lagos, quien más de una vez ha ecoonocido que “alguna vez se ganó la vida haciendo dibujos”.

Quién es Felipe Miguel Angel Dobal

Tal vez estos datos sólo sean útiles a los más jóvenes, privados por una decisión empresarial desacertada, de su ya tradicional tira diaria en “Clarín”, pero no está demás repasar la trayectoria de este dibujante que viene aportando su gravia desde hace más de 60 años.

Nacido en Puan (Provincia de Buenos Aires), el 7 de enero de 1923, Felipe Miguel Angel Dobal se inició como dibujante en el diario “El Atlántico” de Bahía Blanca, decidiendo después tentar fortuna en Buenos Aires. Eso fue en 1945, y a juzgar por la cantidad de publicaciones en que ha colaborado desde entonces, la “corazonada” no le falló, posiblemente ayudado por la capacidad directiva de Lino Palacio, cuyo equipo de dibujantes integró convirtiéndose posteriormente en jefe del grupo, que integraban Haroldo, Pereda y Flores. El primero de los nombrados estuvo presente en el evento, lo que en cierta forma dio a la reunión el carácter de un “volver a vivir”, pero sobre todo, permitió poner en evidencia el buen recuerdo que conservan de Dobal quienes alguna vez trabajaron con él,

Además de adquirir una depurada técnica para la producción de tiras, Dobal tiene por entonces la posibilidad de colaborar en “Don Fulgencio”, revista dirigida por el mismo Lino Palacio, donde desarrolla su personaje Atomito y la sección Preguntas absurdas.

Ya embarcado en la producción de historietas propias, asume el compromiso de una tira diaria en “La Epoca” con Angelito, al que posteriormente llama Querubino; y crea a Tabaquino para “Pobre Diablo”.

Numeross publicaciones incluyen sus dibujos: “Popurrí”; “El Hogar”; “Damas y Damitas”; “Descamisada” –donde firma Elmi, lo mismo que en “Pica-Pica”–; “Caras y Caretas”; “Mundo Deportivo”; “Dinamita”; “Sucedió con la Farra”; “El Trencito”; “Ricuritas”, y el diario “El Laborista”.

Al aparecer “Avivato” en 1953, su labor se multiplica, lo que ha quedado testimoniado en un párrafo del número aniversario correspondiente al 10 de noviembre de 1954:

“…Si alguien exige otro parrafón aparte es Miguel Angel Dobal –el hombre orquesta de AVIVATO– Su lápiz, como su espíritu, tiene una agilidad y un valor insuperable. Además de la gran calidad de su historieta ‘Don Belindo’, son numerosas las expresiones de su ductilidad extraordinaria: desde las ilustraciones de las ‘Radiografías Porteñas’ a ‘Tres enfoques’ y sus numerosas escenas de los episodios de ‘Avivatita’, ‘Joe Vivacho’ y ‘Pepe el Ronco’, amén de chistes y secciones de distinta índole…”

Posteriormente, Dobal comienza a realizar diariamente para “La Razón” la tira “Dramas clasificados” sumando más adelante “El detalle que faltaba”, a la vez que se ocupa del tema de actualidad en “Clarín” –diario en el que después seguirá haciendo De la crónica diaria–.

En un reportaje que “Satiricón” le hiciera a Alvaro Alsogaray en 1975, el político mencionó especialmente a este dibujante, señalando:

Siempre recuerdo cuando Dobal pintaba “el invierno de Alsogaray” con estalactitas…

Dobal es asimismo, un buen intérprete del campo argentino, como lo ha demostrado a través de un almanaque que con láminas inspiradas en versos del “Martín Fierro”, se publicó en la revista “Acaecer” en 1978 con propaganda del Banco Cooperativo Agrario Argentino..

Entre sus trabajos publicitarios también cabe mencionar “Casimirada”, para Rocha Casimires, en 1958. (siulnas)

jueves, 6 de noviembre de 2008

Un día como el…



4 de noviembre, hace 73 años: El vespertino “La Razón” comenzaba a publicar una página de historietas nacionales. A toda página fueron presentados simultáneamente con sus trabajos, cuatro dibujantes: Raúl Valencia (con temas unitarios); Fantasio (con el personaje Tancredo); Manuel Alejandro Martinez Parma (con Cosas de Negros –origen de su personaje Alelí–), y Manuel Kantor (con el personaje Casifrundo). Con el correr de los números las características gráficas de esa página se fueron modificando y las historietas fueron publicadas en forma de tira incorporando otros personajes. Durante muchos años “La Razón” se caracterizó por esa página, que a partir de 1938 fue ubicada definitivamente en la parte final del diario.

5 de noviembre, hace 51 años: Se inauguraba el primer Salón de la Historieta. Organizado por la Asociación de Dibujantes de la Argentina, el mismo se llevó a cabo en Buenos Aires, en la Casa de Mendoza.

9 de noviembre, hace 91 años: Se estrenaba “El Apóstol”, primera película de dibujos animados de largometraje en el mundo. Exhibida en el Cine Select Suipacha, había sido realizada por Quirino Cristiani, siendo el personaje central el entonces Presidente de la República Argentina, Hipólito Yrigoyen.

16 de noviembre, hace 64 años: Aparecía la revista “Rico Tipo”. Editada por el dibujante José Antonio Guillermo Divito cuando éste se hallaba en su apogeo por la popularidad alcanzada por sus curvilíneas “chicas” y algunos de sus personajes, fue el boom de la década del 40, compitiendo semanalmente con la ya impuesta “Patoruzú” (cuyo staff había integrado hasta algunos meses antes), con una tirada de alrededor de 250.000 ejemplares por edición. “Rico Tipo” dejó de aparecer en 1973, cuatro años después de la trágica muerte de su creador y su título fue reflotado por algún tiempo a partir de agosto de 1978.

16 de noviembre, hace 49 años: Fallecía Florencio Molina Campos. Pintor y humorista documentó con ingenio y gracia la evolución de las costumbres camperas, realizando por espacio de 12 años, a partir de 1930, los Almanaques de Fábrica Argentina de Alpargatas. En 1941 fue contratado como asesor de Walt Disney para una serie de dibujos animados ambientados en la pampa argentina. Desde 1982 sus obras integran un Museo que lleva su nombre en la localidad bonaerense de Moreno.

18 de noviembre, hace 80 años: El ratón Mickey protagonizaba su primer cortometraje. Tal protagonismo en “Steamboat Willie” determinó a los biógrafos a dar dicha fecha como la de su nacimiento, pero la aparición previa del ratón cuando aún su personalidad no estaba totalmente definida, ha originado controversias en tal sentido.

19 de noviembre, hace 67 años: Aparecía la revista “Cascabel”. Fundada por el publicista Jorge Piacentini, este semanario marcó una modalidad distinta en el humor argentino, caracterizándose entre otras cosas –además de su humor aliadófilo durante la segunda guerra mundial–, por una diagramación sumamente creativa y la cabida en sus páginas de los estilos de dibujo más modernos de la época, atrevimiento que por aquellos años no encontraba eco a nivel eminentemente popular. En 1945 el semanario –ya bajo la dirección de Emilio Villalba Welsh y Alejandro Verbitzky– se volcó a la sátira política nacional, pero su posición crítica hacia quien triunfaría ampliamente en la elección presidencial de 1946, le trajo aparejada una serie de visicitudes que culminarían con la desaparición del semanario en el transcurso del año1947.

20 de noviembre, hace 66 años: Se estrenaba “Upa en apuros”. En el cine Ambassador, se conoció el primer y único mediometraje de dibujos animados del Sindicato Dante Quinterno, protagonizado por Patoruzú, Upa y el “villano” Juaniyo.

24 de noviembre, hace 61 años: Dibujantes argentinos realizaron la primera muestra en el exterior. Una exposición de dibujos argentinos en Chile –la primera de esta índole en el exterior– se realizó con la concurrencia al país trasandino de una delegación compuesta por los dibujantes Florencio Molina Campos, Rodolfo Claro, Germán Loperena Vernet, Saverio Lotito, Pedro Olmos, Juan Gálvez Elorza (Fantasio) –chileno, pero radicado en Buenos Aires desde 1933–, y Alejandro Sirio. La idea de realizar esta exposición se debió a otro dibujante chileno también radicado en Buenos Aires: el ilustrador y retratista Raúl Manteola.(siulnas)

sábado, 18 de octubre de 2008

En el Día de la Madre


Hace ya unos cuantos años que el dibujo original de Jerry Marcus dedicado por su autor, que encabeza este artículo, testimonia en mi estudio, el reconocimiento de este dibujante a mi valoración de su personaje Trudy, criterio que sigo sustentando y me lleva a adherir a este nuevo Día de la Madre, reproduciendo en este Blog –como ya lo hiciera en octubre de 1977 (entonces en mi revista “Humorón”)- el homenaje de Marcus a las madres –la historieta que aparece en segundo término-, un hermoso aporte del humor a una fecha tan significativa. Desde este Blog repito con Jerry Marcus: FELIZ DIA DE LA MADRE.

viernes, 17 de octubre de 2008

Patoruzú y las mujeres



Entre las críticas hechas por algunos analistas y semiólogos a Patoruzú, no es la menos importante la de haberle endilgado falta de interés por las mujeres, juicio que requiere un análisis más exhaustivo del personaje en toda su trayectoria, ya que puede cuestionarse su manera de abordar al otro sexo, pero no poner en tela de juicio su interés en el mismo, que ya se pondría de manifiesto en la época en que acompañaba a Juliàn de Monte Pío, cuando este era aún el “titular” de la tira publicada en “La Razón”. En esa época, un día en que en uno de los círculos sociales frecuentados por Julián se realiza una fiesta consistente en la simulación de enlace de varias parejas, y éste no ha tenido mejor idea que alquilarle un frac a Patoruzú, llevándolo a la fiesta para hacerlo participar del juego, cuando termina la falsa ceremonia, Patoruzú propone muy entusiasmado a su ocasional compañera:

¡Güeno, chei, mujercita! Ahura que nos han enyuntao, nos vamo a vivir solitos, ¿eh?…

En vano la chica trata de recordarle que se trata simplemente de un juego, pues el indio la alza en brazos y huye con ella diciendo:

¡Yo me la yevo, qué canejo! ¡Eya es mi mujercita!

Años después conoce a Carmencita, cuyo padre le había dejado al morir una verdadera fortuna que administra para provecho personal el tutor finalmente desenmascarado por el indio, quien se enamora de la chica que por su parte, entiende que como mujer sólo puede agradecer todo lo que el indio ha hecho por ella, casándose con él. Pero Patoruzú descubre que en realidad ella ama al novio de la infancia, y desde ese momento sólo piensa en suicidarse, aunque falla en todos sus intentos hasta que emprende una nueva aventura, y el desengaño amoroso queda atrás.

Respecto a la ingenua y hermosa Clorinda, recién llegada de la Patagonia hacia fines de 1939, Patoruzú –nuevamente impactado en su corazón– confesaría a Isidoro:

¿Sabís, padrino? ¡Estoy muy enamorao ’e Clorinda!… ¡Y algún día la via pedir en matrimonio!… ¿No lo habías notao?…

Ya en 1943, el propio Mandinga se propone hacerlo enamorar para después hundirlo en el dolor y la desilusión, valiéndose de Lola, una vedette fracasada dispuesta a salvarse casándose con un millonario ingenuo. Y si bien el alma de Patoruzú no renegará del bien yendo a los dominios de Satanás, como éste esperaba, queda en evidencia hasta qué punto podía enamorarse, a punto de concretarse la ceremonia, la vedette no puede rehuir la verdad y sale coorriendo mientras grita:

¡No! ¡No puedo seguir esta farsa! ¡Sólo quiero el dinero de Patoruzú! ¡No lo amo!

Y tan enamorado está el indio, que corre tras ella:

Si vos no me querís no te aflijas por eso, Lola –le propone en un desesperado intento de retenerla a su lado– ¡El amor que ió te tengo es tan grande que alcanza pa’ los dos!

Aún se podría seguir recordando mujeres en la vida de Patoruzú, entre ellas la falsa princesa “Patorita” y Azucena, tal vez la que más respondía al tipo de mujer ideal soñado por Patoruzú; pero ella también comprende que debe dejar al indio con su soltería?

¡Usted se debe a sus prójimos! –le dice en una carta de despedida– ¡No tengo derecho a absorver la mínima parte de su generosidad y su tiempo, Patoruzú!

Y ese es el punto de la supuesta falta de interés de Patoruzú en las mujeres, sobre lo que tanto se ha escrito criticando a este personaje, sin advertir que en realidad, las causas de la soltería de Patoruzú no difieren de las de otros héroes de historietas también embarcados por sus respectivos autores en aventuras incompatibles con la rígida vida de hogar a la manera de historietas como Blondie, de Chic Young, o Trudy, de Jerry Marcus.

lunes, 13 de octubre de 2008

Más sobre Patoruzú



Ilustraciones: Arriba: Por segunda vez Patoruzú se encuentra con un padrino. Esta vez sería Julián de Monte Pío, en el vespertino “La Razón”, el 27 de setiembre de 1930.

Abajo: Al pasar la historieta al diario “El Mundo”, el encuentro de Patoruzú con Isidoro es totalmente distinto al de las veces anteriores.

Y se nos viene el 18 de octubre! Una fecha como cualquiera, pero que signó hace 80 años el destino brillante de un dibujante a través de un personaje, que sin embargo permanecería encarpetado dos años más después de una presencia de apenas dos días.

Pero esta parte de la historia de Curugua-Curiguagüigua-Patoruzú, ya se las he comntado a los visitantes de este Blog: vamos ahora a seguir adelante con esta historia a partir de

EL RETORNO DE PATORUZU

Durante casi dos años, en “La Razón”, Julián de Monte Pío será el protagonista absoluto de la tira. Respecto a su idiosincracia, pueden ahorrarse muchas explicaciones puntualizando que el personaje es el mismo que a partir de 1935 reaparecerá con el nombre de Isidoro Cañones, a quien las últimas generaciones han conocido perfectamente a través de sus “Locuras”, publicadas mensualmente en forma de aventuras completas.

Pero el 27 de setiembre –que al igual que en la primera aparición de Patoruzú, cae de sábado– Quinterno reflota al indio, señalándose en la misma edición de “La Razón” en que reaparece el personaje:

“He aquí que, de la noche a la mañana, Julián se encuentra apadrinando a un indio del sur, por virtud de una curiosa herencia de un tío de nuestro héroe, el finado Rudecindo. El indio Patoruzú es el último vástago de la tribu de los tehuelches e hijo de un rico cacique de la Patagonia, quien, al morir, dejó al huérfano en las manos del tío Rudecindo. Este, a su vez, sintiéndose cadáver, envía a Buenos Aires al indio ingenuo y lleno de oro, bajo la tutela de Julián.”

La aparición inicial de Patoruzú en la tira de Julián de Monte Pío, no difiere de la que hiciera 23 meses antes; tampoco ha variado su entorno, aunque sí el sexo del avestruz, ya que el que lo acompaña esta vez se llama Lorenzo en vez de Carmela. También trae una bolsa llena de pepitas de oro, argumento por demás convincente para que Julián acepte de buen grado este padrinazgo que antes de no mucho tiempo determinará su eclipsamiento, originando que la tira cambie el título de Julián de Monte Pío por el de Patoruzú.

Claro que el éxito creciente de Patoruzú no determinó la desaparición de Julián, pero el protagonismo de éste quedará después supeditado a su papel de ladero del indio hasta el 20 de mayo de 1940, en que en la propia revista “Patoruzú” se le asignarán dos páginas, independientemente de las compartidas con su ahijado, pero para entonces ya hará rato que ha quedado atrás el primitivo nombre de Julián de Monte Pío.

EL TERCER NACIMIENTO

Patoruzú se afianza día a día en las páginas de “La Razón”, siendo elegido hasta para hacer en el mismo diario la publicidad de una gran tienda –Harrod’s–; sin embargo, sus grandes aventuras comenzarán a partir de su traslado a un tercer diario: “El Mundo”, cuyo director, Muzio Sáenz Peña, fuera quien había aconsejado a Quinterno cambiarle el nombre al indio. En este matutino es cuando Julián de Monte Pío se convierte en Isidoro Cañones, pero el cambio no termina allí; todo se renueva en esta tercera versión, incluyendo el comienzo de la relación entre padrino y ahijado, que surge esta vez, de una circunstancia más fortuita que en las anteriores ocasiones.

En efecto, Patoruzú, recién llegado a Buenos Aires, asiste a un circo regenteado por Isidoro y prueba sus fuerzas frente al número más promocionado del espectáculo: Juaniyo, el gitano invencible.

Las trompadas del indio ablandan de tal manera al gitano, que la atracción del circo se derrumba y así se lo hace saber Isidoro a Patoruzú:

–¡Este pequeño circo era mi medio de vida y el gitano mi principal atracción! ¡Estoy arruinado!

Al oír la confesión de Isidoro, la compañera del gitano se enfurece e increpa a Isidoro:

–¿No tiene plata, eh? ¡Ese mardito indio arruinó pa siempre a mi Juaniyo y usté nos quiere largar sin un duro!

Pero Patoruzú interviene y aplaca las iras de la gitana mediante la entrega de una generosa suma de dinero para indemnizarlos: en retribución, la mujer se ofrece a leer en su mano la buenaventura, y después de anunciarle miles de aventuras y constantes peligros, agrega:

Veo un hombre cuyo destino está unido al de usté y que guiará sus pasos: ese hombre es… ¡er señó Isidoro!

Esta versión será revalidada en noviembre de 1936, al reproducirse en el primer número de la revista humorística que lleva el nombre del popular indio.

El primer número de “Patoruzú” publicado en un inusual formato apaisado para aquel momento, está realizado casi íntegramente por Quinterno, quien de todos modos cuenta desde algún tiempo atrás, con la colaboración de su hermana Laura (cuyos trabajos firmados figuran con el seudónimo de Ada Lind). En 24 páginas se publican 30 tiras de la historieta tal como comenzó a publicarse en “El Mundo”, pero a partir del segundo número sufrirá una reestructuracion total con la inclusión de numerosos colaboradores.

LA TAREA EN EQUIPO

A partir de este momento, Quinterno entiende que su actuación “no merece ser destacada” (como me lo dijera al pedirle algunas precisiones, cuando investigaba para mi Historia del Humor gráfico y escrito en la Argentina, que aún tenía en preparación). Me dijo entonces:

Fue el resultado de la muy valiosa ayuda de mis colaboradores, que se identificaron plenamente a lo largo de toda la trayectoria recorrida y sin cuya colaboración, y contando sólo con mis medios, la misma no hubiera sido posible.

Acompañan al creador de Patoruzú en esta etapa decisiva, los dibujantes Tulio Lovato –ante cuya muerte en 1977 dirá Quinterno que la misma “significó la amputación del brazo y la pierna derechos de nuestra empresa”–, Jaime Romeu (su principal pasador a tinta), Toño Gallo, Roberto Bonetto, Julio Silva, Oscar Blotta (padre), Eduardo Ferro, Luis Destuet… Una lista que seguirá sumando nombres al cabo de más de cuatro décadas. (Siulnas. Parte de este artículo se publicó en el Suplemento de Oficio Gráfico en octubre de 1968.)

Próximos artículos sobre este tema:

· Patoruzú y las mujeres

· Patoruzú en dibujos animados

· El Libro de Oro

domingo, 5 de octubre de 2008

Mis dibujos infantiles



En las ilustraciones que encabezan este artículo pueden verse dos páginas de la historieta La Nena Croniquita, que sigo realizando actualmente en colaboración con la guionista y escritora Anamaría Blasetti, dos tapas de la revista infantil con el mismo personaje, y una página con dibujos de los chicos, en la que se aprecia el eco que Croniquita ha obtenido entre ellos.

Las siguientes ilustraciones corresponden a mi primera incursión en el dibujo infantil, a partir de 1956; corresponden a tapas de la revista "Mundo Infantil", a una página de la adaptación en historieta de Robinson Crusoe de Daniel De Foe, por Ramón Vázquez Escalante, y a una ilustración de El Barón de Münchhausen, de Gottfried Burger, en base a una adaptación de Betina Edelberg.


Consustanciado con la tarea emprendida por la gente de Banda Dibujada y otros grupos, impulsando la historieta infantil, quiero agregar algo al tema y me parece oportuno hacerlo en este Blog prestigiado por tantos visitantes especiales. De paso, haré un poco de historia, aunque en este caso sea puramente autobiográfica.

MI PASO POR LA EDITORIAL HAYNES

En 1956, después de diez años de cultivar un humor adulto para adultos (valga la redundancia), resolví poner a prueba mi capacidad para hacer dibujos infantiles. Siempre “me había llevado bien” con los chicos, y durante la exposición realizada en la Galería Picasso tres años antes, muchos de ellos preferían mis dibujos a los de otros colegas, criterio generalmente compartido por las madres, por ser aquellos dibujos, apuntes caricaturescos de los mismos chicos, en los que evitaba la posición del rostro que hubiera permitido resaltar los rasgos más predominantes (algo así como caricaturizar a Fidel Pintos de frente en vez de hacerlo de perfil aprovechando al máximo su nariz).

Es cierto que una ilustración infantil era una cosa distinta y por otra parte, yo pretendía seguir siendo fundamentalmente un dibujante humorístico. Pero últimamente había usado bastante el color, y mis dibujos más recientes, aunque humorísticos se ubicaban obviamente en una línea “rosa”, así que decidí hacer algunas tapas y proponerlas a la revista “Mundo Infantil”, que en ese momento estaba utilizando los servicios de varios de mis colegas, precisamente humoristas: Liotta, Camblor, Chacha (Sara Conti, hermana de Oski)…

Pensado el tema, hacía varios bocetos hasta lograr uno que me complaciera. Pese a la variedad de bocetos, la primera tapa resultó un asco (lo expreso así para que quienes me están leyendo comprendan mi estado de ánimo en ese momento. Por supuesto, por una elemental autocrítica, esa tapa no llegó al previsto destinatario).

Pero persistí y salió el original para tapa del “changuito” con el burro, el cual me abrió definitivamente las puertas de “Mundo Infantil”, al contar con la aprobación de su directora, Fryda Schultz de Mantovani, y Enrique Pezzoni, que como subdirector brindaba habitualmente su voto de confianza a las decisiones de la directora.

La vecindad de “Mundo Infantil” con “El Hogar” –ambas eran publicadas por Editorial Haynes en el hoy inexistente edificio de Río de Janeiro 300–, me llevó a proponerle también una tapa al director de la segunda publicación, el poeta Vicente Barbieri. Aquí el método de trabajo fue el mismo, pero lógicamente el dibujo tenía otra línea y pude aplicar nuevamente el principio del constructivismo y las formas geométricas que había abandonado en el dibujo humorístico.

La tapa había sido aprobada por Barbieri en la única entrevista que había tenido con él, pero transcurría el tiempo sin que se publicara, y la explicación que me daba el director de Arte era que había muchas tapas anteriores a la mía, lo cual no me resultaba demasiado convincente porque la mayoría de ellas llevaban la misma firma. Opté entonces por pedir una nueva entrevista con Vicente Barbieri, y ella dio resultado positivo, ya que al reclamar el director a sus asesores, se pudo determinar que la tapa se había “traspapelado”…

Tras esa accidentada colaboración publiqué algunas ilustraciones que me permitieron insistir en la línea con la que me reencontrara después de tanto tiempo. Sin embargo, la regularidad en la cantidad de colaboraciones sólo la logré en “Mundo Infantil”, y a ella me dediqué hasta 1957, haciendo tapas, ilustraciones e historietas, entre las que se cuenta una adaptación de Robinson Crusoe de Daniel De Foe, cuyo guión encomendé a mi tío Ramón Vázquez Escalante, quien alternaba el periodismo con la poesía y la linotipia.

Una de las características de la historieta fue la de presentar los cuadros muy decorados. Al principio, coloreaba directamente el original, pero el desfasaje en el registro de los distintos colores daba a los dibujos la apariencia de aquellas fotos tridimensionales para mirar con los anteojos especiales que tenían un vidrio rojo y el otro azul, así que empecé a indicar los colores en un papel transparente para que los aplicaran al dibujo directamente en las películas que hacían en taller.

Cuando concluyó Robinson Crusoe me pidieron que ilustrara El Barón de Munchhausen, y como el tema lo permitía y mis “monos realizados con un estilo personalísimo” (según definición de la revista “Dibujantes” a un lector que cuestionaba la presunta falta de academicismo de mis dibujos) estaban en su apogeo, aproveché a desarrollar un dibujo infantil más moderno y acorde con mis preferencias.

En esa época, por una tapa en “Mundo Infantil” me pagaban 300 pesos moneda nacional, suma que a mí me parecía –y era– insuficiente, teniendo en cuenta la dedicación que brindaba a cada original. Por eso, cuando fui a ofrecer mis dibujos a “Billiken” y los aceptaron, pensé que había llegado el momento de resarcirme; pero no sólo me encontré con que se pagaba en la misma proporción que en la revista de Editorial Haynes, sino que cuando fui a pedir el ejemplar en que aparecía mi colaboración, me lo cobraron, aunque con un descuento del 50% en atención a mi carácter de colaborador. Corría el mes de enero de 1959.

DE VUELTA AL HUMOR INFANTIL

Recién reanudé mi contacto profesional con los chicos en 1982, y no lo hice por una decisión tomada, como en 1956, sino impensadamente, como consecuencia de mi búsqueda de datos de humoristas para mi Historia del Humor gráfico y escrito en la Argentina, que entonces tenía en preparación, búsqueda que me llevó a entrevistar entre muchos otros, al poeta y humorista Daniel Giribaldi, a quien había conocido como jefe de redacción de “La Hipotenusa”, en mi paso por esa revista.

En 1982 Giribaldi tenía a su cargo “Croniquita”, el Suplemento Infantil del diario “Crónica”, de Buenos Aires, y hasta allí llegué –mejor dicho, hasta el café cercano desde el que el poeta atendía su tarea y a los colaboradores– para hacerle algunas preguntas puntuales sobre sus incursiones en el humor (“4 Patas”, “La Hipotenusa”, “Tío Landrú”, “Caras y Caretas” (3ª época), “El Mundo”…). Al final mis preguntas fueron rematadas por una pregunta de él:

Siulnas: ¿qué me puede hacer para ”Croniquita”?

Y pude hacer más de lo que me hubiera imaginado, a lo largo de más de dos décadas: Historiando la historieta, Nuestra historia y el humor, Los papás de los personajes, Historiando la comicidad radial, Los juegos de Croniquita, Croniquita ecológica, Croniquita te enseña a dibujar, Croniquita te enseña a hacer dibujos animados, ¡Luz… Cámara… Humor!… Los animales y sus voceros, sección galardonada por la Sociedad Argentina Protectora de Animales y por el Club de Animales Felices, y difundida desde distintas audiciones radiales, entre ellas “El Templo de la Naturaleza”, conducido por Daniel Durán y la periodista y escritora Anamaría Blasetti, quien precisamente, leía aquellos textos con plena y sentida identificación; después ella tendría mucho que ver en mi decisión de incorporar un personaje de historieta infantil, al proponerme dar forma gráfica a una historieta para “Croniquita”, protagonizada por una niña de sanas costumbres, a la que llamamos La nena Croniquita, y hoy se publica en diversos medios, con el nombre de Ani, la hermana mayor.

La nena Croniquita ganó prontamente la adhesión de los pequeños lectores (y los no tan pequeños, pues hasta había abuelas que mandaban cartitas) de la revista infantil dominical –ya había dejado de ser simplemente un Suplemento– del diario “Crónica”. Esa adhesión era apreciable en la gran cantidad de dibujos de los pequeños lectores que reproducían a su manera al evidentemente querible personaje.

LA FUNDAMENTACION QUE HA TENIDO ESTA HISTORIETA

Esta historieta tiene una pretensión: no ser común ni convencional; es para niños que ya aprendieron a leer.

Pero el hábito de la lectura, a nuestro modo de ver, debe ser cultivado en ellos sin que se den cuenta, y eso sólo lo podremos lograr con la magia de la historieta.

La historieta cuenta con importantísimos elementos que hacen al niño utilizar el pensamiento y asociar símbolos sonoros con gráficos; los niños necesitan cariño y juegos afectuosos para que el aprendizaje sea efectivo: la belleza, la incógnita, el suspenso, los ideales, la sorpresa, lo increíble, la risa, la historia, la amistad.

La historieta, entonces, es una lectura dividida en secuencias, en la cual los niños se hallan cómodos, entretenidos, observando los dibujos y al mismo tiempo leyendo contenidos entre el juego y la incógnita de qué es lo que llegará en el próximo cuadro, en la próxima acción.

Casi todas las palabras usadas en estos textos son de uso cotidiano y buscan hacer que los niños, espontáneamente y llenos de placer, con una sonrisa, quieran leer más y más…

Los niños se sentirán atrapados desde la primera historieta, no solamente irán incorporando nuevas palabras, sino que el éxito de la lectura será seguro, sin olvidar que al ser historietas subliminalmente aleccionadoras, aprenderán entreteniéndose.

Nuestro objetivo es hacer que el chico no se aburra, pero aprenderá efemérides patrias, buenos modales, valores morales prácticamente perdidos, mientras va incorporando en él el gusto por la lectura. Seguramente muchos se sentirán identificados con algunos de los personajes, mientras tanto la didáctica y dinámica de la historieta hará que la lectura sea un juego, una visualización, pero por sobre todas las cosas y para siempre: un verdadero placer desde la niñez!! (anamaria blasetti)

COMO FUE PRESENTADA

Tiene 12 años; es amable, gentil, ayuda al prójimo, enseña, siempre tiene una palabra de aliento para el que lo necesita y es muy dispuesta.

Tiene las mismas inquietudes que vos, va al colegio, hace deporte, es buena con su familia.

Vive en una ciudad que puede ser la tuya.

Familia: mamá, papá, hermano, hermana, abuelos; ya los irás conociendo a través de los dibujos de Siulnas y los textos de Anamaría Blasetti.

Mascotas: un perro y un gato.

Gustos: le gusta ser ella quien cuida el jardín de flores, plantarlas y verlas crecer.

Música: es muy moderna y amplia en ese sentido.

Por sobre todas las cosas, tiene “criterio propio”. (siulnas-anamaria blasetti)