jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Humorista o cantor de tangos?


El 9 de diciembre de 1990, refiriéndome al Día Nacional del Tango que se celebraría dos días después, destaqué en la revista infantil que acompañaba la edición dominical del diario “Crónica” de Buenos Aires: “La idea surgió por iniciativa de Ben Molar, quien consideró ese día porque, aunque en distintos años, habían nacido dos figuras muy representativas de la llamada música ciudadana: Carlos Gardel (1890-1935) y Julio De Caro (1899-1980)”. Ese día gané un nuevo amigo: Ben Molar llamó a la redacción del diario para agradecerme que me acordara había sido él, allá por los años 70, quien luchara para lograr se instituyera ese día. No es lo único que el ocupante del sillón “Pascual Contursi” en la Academia Porteña del Lunfardo ha hecho por el Tango, pero en mi otro Blog – http://siulnaszapping.multiply.com , la escritora Anamaría Blasetti, se refiere con lujo de detalles al tema que la apasiona, así que abordaré directamente mi vieja relación con el tango.

“No hay que temerle al tango, se lo puede enfocar con alegría, con ingenio y buen humor”, escribió en 1994 Oscar del Priore en el prólogo de mi libro “El Tango en el humor gráfico y escrito”, en el que vuelco tres pasiones personales: el humor, su historia y el tango, que siempre canté ante audiencias reducidas y amistosas. Tal vez mi mayor audacia en ese aspecto haya sido la charla ilustrada con dibujos “relámpago” y pasajes de tangos (canto acompañándome en guitarra) que titulé “Por qué soy humorista en vez de cantor de tangos”, y ofrecí hace algunos años en el Café de “La Régence”, de Morón, y más recientemente, en el Café Tortoni, pegadito a la Academia Nacional del Tango.

De todos modos, el tango siempre ha estado presente en mi vida, desde una adolescencia en la que no me faltó ninguno de los discos de pasta de 78 rpm con las grabaciones de Gardel, con quien pretendía cantar a dúo para aprender sus inflexiones de voz.

También le debo a un hombre ligado al tango la primera nota sobre mis dibujos publicada en un medio importante; en búsqueda de “prensa” para promover la exposición de dibujos humorísticos que llevaba a cabo en los salones de MEEBA (Asociación –ex Mutualidad– de Estudiantes y Egresados de Bellas Artes), llegué un día de 1950 hasta la redacción del diario “Noticias Gráficas”, siendo atendido por el joven periodista Pedro Ortiz (del que supe muchos años después era cantor, autor y compositor y cantaba tangos en árabe), quien asumió mi “representatividad” ante Bernardo Verbitzky, encargado de las notas de arte del diario. ¡Y vaya si me representó! Algunos días después, mi ego adolescente disfrutó de la primera nota impresa sobre mis dibujos, con la publicación de uno de ellos en tamaño apreciable en página central, bajo el título “Un original dibujante porteño”.

Cuando empecé a trabajar en el diario “Crítica”, y se enteraron que cantaba tangos acompañándome en guitarra, me comprometieron a llevar ésta cuando se hiciera algún festejo en la redacción; así fue como al hacerlo, conté en mi auditorio nada menos que con Alfredo Bigeschi, quien allí se encargaba de otras letras: las que escribía como periodista deportivo.

No existían en aquellos tiempos los grabadores magnetofónicos, de modo que el testimonio más antiguo que me queda como cantor de tangos son dos discos que grabé por los años ’50, uno en base de cristal y otro en base de cartón.

Pero se ve que los tangueros, aunque no nos manifestemos, tenemos algo que nos identifica; hace ya unos cuantos años comenzaron a llegar a mi ex casilla de correo, ejemplares de una revista de estilo casi artesanal (después me enteré que así había sido definida en su espacio radial, por Antonio Carrizo). La revista llevaba por título “A Puro Tango” y solía incluir reproducciones del material que yo publicaba por entonces en “Croniquita”. Con el correr del tiempo, entablé una amistad epistolar con el editor de esta publicación, residente en la vecina localidad de San Martín, que había empezado a fines de los ’70 con 500 ejemplares de un par de hojitas, sin otra pretensión que ser el folleto para un festival, y al cabo de los años, avisos baratos mediante, su editor pudo darse el lujo de hacer llegar regularmente y gratuitamente, a cuanto rincón tanguero había en Buenos Aires y sus alrededores, una modesta pero gruesa revista especializada. Por supuesto, Edmundo Sirio, su editor –gran luchador por la defensa del tango desde hace un cuarto de siglo–, no lucraba con “A Puro Tango”, y su solvencia económica la obtenía con su actividad como cartero.

Por él conocí a otro tanguero, Osvaldo Flego “Marné”, conductor con Martha Magdalena Zinelli de un programa titulado “Simplemente Tango” que se transmitía por Folclorísimo AM 1410, desde donde solía recibir amables llamados.

Por supuesto, como tanguero no podía dejar de estar ligado al Club de Tango de Oscar B. Himschoot a través de la revista homónima, y a la Academia Nacional del Tango, cuyo pregón “El Chamuyo”, me encomendó su director, el Académico fundador Jorge Palacio (Faruk), quien allá por los años 70, me escribía y dibujaba las “Tanguerías” para mi revista “Humorón”.

Mi “Historietango” ha llevado mi pasión tanguera hasta Los Angeles (USA), donde el argentino Carlos G. Groppa edita la revista “Tango Reporter”, que es posible consultar en los Departamentos de Música de las Universidades de las principales ciudades de los EE.UU.

Que el tango es un sentimiento lo puede afirmar el doctor Luis Alposta –“académico-poeta-médico y no sé cuántas cosas más”, al decir del mencionado Faruk–, quien no contesta mis cartas por vía epistolar, prefiriendo llamarme por teléfono y cantarme con su mejor voz tanguera –la misma que ha lucido en su microprograma radial “Mosaicos porteños” en la “2x4” FM 92.7–: “Recibí tu última carta en la cual tú me decías…” (siulnas)

2 comentarios:

Miguel Dao dijo...

Salú, Maestro! Ando publicitando la propuesta de intercambio que he lanzado a los que guarden revistas Billiken antiguas. Acá está el blog: http://arthur-le-fantome-justicier-cezard.blogspot.com/

Siulnas dijo...

Espero que este medio contribuya en su objetivo, pues como lo señalamos con Horacio Margall, el dueño de Librería Antigua, al editar "El Coleccionador. Zona de Encuentro", el coleccionista logra la preservación de materiales que de no ser así, se irían deteriorando y perdiendo con el tiempo.
Le deseo éxito y si además de poner para ello a su disposición este Blog, surge alguna otra ocasión de ayudarlo en su búsqueda, lo haré con mucho gusto.
Siulnas