jueves, 12 de noviembre de 2009

El otro Juan Angel Sagrera vive aún



Epígrafes de las ilustraciones: 1: Sagrera, por Siulnas, 1953; 2: Sagrera (2º desde la izquierda, de pie) junto a otros dibujantes, en 1954; 3: Sagrera departiendo con el nuevo director de “Dibujantes”, J. Osvaldo Laino, antes de alejarse de la revista, en 1955; 4: Historieta de Babilonio, uno de los personajes de Sagrera, publicado en “Patoruzú” entre 1954 y 1958; 5: Portada del primer número de “Dibujantes”; 6: Portada de “Canal TV”, ilustrada por De los Ríos, quien sucedió en esa tarea a Ianiro, tras su muerte; 7: Primera página del suplemento especial de “Oficio Gráfico” dedicado a Patoruzú, cuyo texto e investigación periodística tuve a mi cargo en octubre de 1988.


El 6 de junio de 1995, la muerte de Juan Angel Sagrera no pasó desapercibida en el mundo empresarial periodístico al que había estado ligado desde hacía trece años a través de”Oficio Gráfico”, y antes, desde otras publicaciones a partir de “Canal TV”. Todos se refirieron a este Juan Angel Sagrera; ¿cuántos se refirieron al otro? Tal vez, los que quedaban entre quienes compartieron con él su período de dibujante humorístico.
Por eso, ante un nuevo aniversario de su nacimiento en el Departamento de Arroyo Seco, próximo a Rosario, el 13 de noviembre de 1925, siento la necesidad de ser yo quien evoque a ese Juan Angel Sagrera del que nunca logró desprenderse del todo –seguramente porque íntimamente no lo deseaba- el otro, cuya muerte ocupó hace 14 años al mundo empresarial periodístico que lo acompañó a su “última morada”.
El que yo rescato no necesita morada alguna, porque vive y seguirá viviendo a través de sus creaciones.
Pero antes de referirme a su obra como humorista, me gratificaría recordar cómo lo conocí personalmente.
Fue en 1953 y ambos éramos un tanto soñadores; él, con su primera aventura editorial, la revista “Dibujantes”; yo, con mi primera exposición humorística trascendente en un salón de la entonces codiciada calle Florida.
Sagrera lo había anticipado en el primer editorial de su revista:
“…Lo tenemos todo en nuestras manos, tesón, voluntad, honestidad profesional, deseos de hacerlo todo cada vez mejor y, por sobre todas las cosas, un firme propósito de marchar codo con codo. Hagamos entonces de DIBUJANTES, el lazo que nos una más firmemente si es posible. Que sean sus páginas el vínculo fraternal, la mano amiga que se tiende para recibir al que pide un consejo; que se brinda amplia y generosa para el que tenga algo que decir; que se cierra enérgica para castigar al que medra; que se prodiga para felicitar al que surge; para ayudar al que se inicia; para aplaudir al que triunfa…”
Y llegó, acompañado por Roberto Battaglia, para entrevistarme, a Florida 363 –donde entonces funcionaba la Galería Picasso desplazada después por un establecimiento bancario-; allí, además de expositor, yo era organizador de la muestra que compartía con consagrados (sólo Marcos Siderman y yo no lo éramos aún) como Ramón Columba, Divito, Toño Gallo, Abel Ianiro, Héctor –el inolvidable creador de El Nuevo Rico-, Luis J. Medrano, Lino Palacio y el “Mono” Villanueva.
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La segunda vez, fui yo, hacia Sagrera; tal vez ya no era tan soñador, pero sin duda, conservaba los “deseos de hacerlo todo cada vez mejor”. Transcurría el año 1958 y codirigía con Mariano de la Torre, la revista “Canal TV”.
Le propuse para la misma un personaje insólito, consecuencia de mi desconocimiento de la programación televisiva por carecer todavía de televisor: Videojito, un maniático de la TV, que la veía “de arriba”, ingeniándosela para tener acceso a los televisores ajenos.
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La tercera etapa compartida fue a partir de fines de 1987, cuando acababa de aparecer el segundo tomo de mi Historia del Humor en la Argentina.
La incorporación del Suplemento Informativo de “Oficio Gràfico”, me posibilitó referirme a colegas, personajes y a explayarme en un suplemento dentro del Suplemento, sobre los 60 años de Patoruzú. Confieso que este Suplemento ha sido una de las publicaciones desaparecidas que más he echado de menos.
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Después, todo siguió en el terreno de la amistad –una amistad de más de cuatro décadas-, aunque yo no había perdido las esperanzas de “rescatar” al Juan Angel Sagrera del que el otro –el empresario al que no le parecía ético volver a dibujar “por sentir mucho respeto por los dibujantes”- no había podido desprenderse del todo. Por algo conservaba en su oficina un álbum con recortes de todos sus personajes.
Voy a “revivir” los recortes de ese álbum a través de la historia de la trayectoria de este dibujante que nacido en las proximidades de Rosario, llegó a Buenos Aires a mediados de la dècada del cuarenta, incorporàndose a la revista “Patoruzú” –a la que años despuès aportaría su personaje Babilonio y la sección Vista Visión-, interviniendo a la vez, en la revista “La Cancha”, junto al dibujante Eduardo Ferro.
Colabora además, por esa época, en la revista “Tibor Gordon” –donde ilustra Lucocito, firmando Fabri-, creando un tiempo después a Maserato, que publica en forma de tira diaria en las páginas del vespertino “Crítica”.
Luego, con el seudónimo de Tinco, colabora en “Pobre Diablo” y “Sucedió con la Farra”, incursionando también en “Poncho Negro” y “Ricuritas”.
Cuando en setiembrte de 1953 funda “Dibujantes”, fija a la revista lineamientos que fueron respetados aún cuando él no siguió al frente de la misma; esta revista constituye un testigo insoslayable del período que abarcó su existencia. Cabe acotar que a través de sus pàginas de “futuros profesionales” se conocieron los primeros dibujos de humoristas como Joaquín Lavado –quien posteriormente adoptaría el seudónimo de Quino-; Gregorio “Goyo” Mazzeo, y Alfredo Grondona White, entre otros.
Paralelamente con su tarea de editor y sus funciones en “Patoruzú”, Sagrera recreó en forma de historieta a La familia de Pancho Argüello, de Billy Kerosene (Luis A. Reilly), para la revista “Avivato”, de la que este último era coeditor.
Un año después, sobre guión de Héctor Germán Oesterheld, dibujó Deportito, en “Super Deportito”, y también colaboró en “Rico Tipo” y en su libro de Fin de Año, asociándose posteriormente con Mariano de la Torre, en la primera revista especializada en televisión, que introducía además, una característica novedosa: las tapas traían caricaturas de la figura más destacada de cada semana, estando las mismas a cargo de Ianiro.
A mediados de la década del 60, Sagrera se retira de “Canal TV” –a la que volverá después como propietario absoluto, aunque por poco tiempo- editando “Pantalla Chica”, también especializada en televisión; allí aflora nuevamente el dibujante humorístico, surgiendo la historieta Me sentencia mi conciencia, una de las que más lo conformaron.
Tres años después reinicia la actividad editorial a través de una revista de historietas humorísticas: “Godofredo”, cuyo personaje central es un chico de ese mismo nombre, creado por él antes de abandonar totalmente el dibujo para dedicarse a las actividades comerciales, aunque sin apartarse del negocio editorial, al que ya había brindado un importante aporte como dibujante, no solo con los trabajos antes mencionados, sino también con otros que no llevaron su firma, como Trencitas, Virola, Cuatroqui, Pajuera y Rin-Tin-Ton, que sobre idea de León Benarós, dibujaba para la revista de éste, “Medio Litro”, conjuntamente con Osvaldo Camblor; y algunos aparecidos en publicaciones zonales, como Yurupeté, que sólo se conoció en una parte de la provincia de Corrientes.
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Juan Angel Sagrera vive y seguirá viviendo mientras queden ejemplares de publicaciones en las que aparecieron sus personajes, o haya quienes sonrían recordando a personajes como Yurupeté, Babilonio, Maserato, Mabel, Deportito, Godofredo y tantas otras “existencias inmortales”, que como decía Nicolás Olivari, “encontramos frescos y pimpantes día a día”…

Oscar Vázquez Lucio (Siulnas)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bien lo cuenta.

Gracias.

JCuadrado (Spain)

Siulnas dijo...

Estimado "Anónimo": Presumo que conoció muy bien a Sagrera, y presumo que yo lo he conocido a usted. Pero respeto su anonimato y le agradezco el elogio a lo que he escrito con verdadera dedicación, la misma dedicación que Sagrera ponía a las cosas que emprendía.
Siulnas

Norma dijo...

Estimado Sr. Siulnas, le escribo para agradecerle el sentido homenaje realizado a mi padre, Juan Angel Sagrera. He seguido algunas publicaciones sobre la historia de la historieta en Argentina, y en general no aparece. Parece que mi tío, Guillermo Battaglia, quien emigró a EEUU, fue más reconocido que mi padre en Argentina. MUCHAS GRACIAS, fue muy conmovedor leer su nota, y seguir conociendo algunos aspectos de mi Padre dibujante que no sabía, como el nombre de algunos personajes y de ALIAS con los que firmaba.
Todo mi respeto para Ud.
Norma B. Sagrera (hija mayor)

Siulnas dijo...

Estimada Norma:
Alguien puede no aparecer en una obra por omisión o por exclusión. La omisión denota un descuido o falta de información en el tema sobre el que se está escribiendo; la exclusión es un acto lamentable y deliberado. Tratándose de Juan Angel Sagrera, no cabe ni la omisión ni la exclusión, porque además de ser insoslayable su actividad como dibujante, hay que sumarle el valor agregado de lo que aportó a los dibujantes.
Pienso que cuando Ud. se refiere a su tío, está hablando de Roberto César Battaglia; ambos trabajaron mancomunados en la primera etapa de esa revista jamás igualada que se llamó "Dibujantes", en la que todos podíamos hacer oír nuestra voz y nuestras inquietudes.
Su padre merece mucho más que mi humilde nota.
Gracias por escribirme.
Siulnas