Esto, además del placer individual que representa, logra la preservación de materiales que de no ser así, se irían deteriorando y perdiendo con el tiempo. A esta tarea de proteger el pasado, la memoria y todo lo que hace a la historia de un país desde los más variados aspectos de la cultura popular, también colaboran los distintos comercios que participan de esta tarea con su búsqueda y acumulación, transformándose para el coleccionador en una zona de encuentro.
Es lo que sucede en el local de Librería Antigua ubicado en el número 1592 de la porteña calle Bartolomé Mitre, atendida en estos últimos años por Horacio Margall, más coleccionista que librero, aunque se resigna a que acudan a él en este último carácter, los coleccionistas que lo visitan. Sin embargo, facilita su objetivo a los apasionados y curiosos que concurren a su local en busca de diversas temáticas e informaciones curiosas o poco conocidas.
Actualmente se halla abocado a algunos proyectos con vistas al Bicentenario, que sin duda convertirán a Librería Antigua en una zona de encuentro de quienes comparten las reflexiones de Angel J. Battistessa cuando expresó que "la abusiva propensión a lo inmediato y el frenesí sin pausa en que nos debatimos para tener noticia, estar en la noticia y sobre todo ser noticia nos enangostan la vida, le quitan continuidad y la falsean; esa misma propensión nos clausura el pasado, nos devalúa el caudal interior de la jornada y nos hipoteca indefinidamente el futuro".
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