domingo, 15 de noviembre de 2009

A 50 años de la muerte de Florencio Molina Campos



Epígrafes de las Ilustraciones: 1, Caracterizado para su espacio radiofónico “Los Relatos Gauchos de Molina Campos”, en 1934; 2, Fachada del Museo Nacional de Bellas Artes en 1989, con el dibujo de grandes dimensiones de Molina Campos anunciando la exposición de sus obras llevada a cabo allí durante todo ese año; 3, Una de las láminas de los famosos Almanaques de Alpargatas que Molina Campos realizó desde 1931 a 1945; 4, Durante la realización de la primera muestra en el exterior, llevada a cabo en Chile en 1948, Molina Campos (en el centro) posa junto a sus colegas Fantasio, Loperena Vernet, Alejandro Sirio, Coke y Rodolfo Claro, el consejero de la embajada argentina Emilio Pastore, y el encargado de negocios de la República Argentina, Carlos Mathus Hoyos; 5, Caricatura de Molina Campos realizada por su colega Macaya en 1944, al regreso del primero, de Nueva York.

Nacido en Buenos Aires el 21 de agosto de 1891, Florencio Molina Campos, pintor y humorista que hiciera su primera exposición en 1926, a los 35 años de edad, ha documentado con ingenio y gracia la evolución de las costumbres camperas, realizando por espacio de doce años a partir de 1930 los Almanaques de Fábrica Argentina de Alpargatas; a partir de 1961 y hasta estos días, esos almanaques han sido reeditados.

“Su visión le pertenece de manera legítima y entrañable –había dicho de él Fernan Félix de Amador-; como que no es un simple producto de imaginación propensa a lo pintoresco, sino una síntesis vigorosa y cordial del escenario campestre en que le tocara vivir sus primeras e imborrables impresiones juveniles.”

Anteriormente había publicado una sección en el diario “La Razón” que podría considerarse como un antecedente de “Los Picapiedras”, ya que los trogloditas que protagonizaban ese único cuadro que aparecía en las ediciones de los viernes, gozaban de los adelantos de la vida moderna aunque en las rústicas versiones que permitían los elementos disponibles en aquella época. Pero fundamentalmente se lo ha identificado como intérprete del gaucho.

En 1934, Molina Campos pronunció charlas radiofónicas (radiotelefónicas se las llamaba entonces) basadas en relatos gauchescos, donde decía cosas como ésta:

“¿No me crén? Ya lo verán…

Hoy la pampa es de los gringos…,

Y mañana, ¡hasta los pingos

en gringo relincharán!”

Y en 1937, becado por la Comisión Nacional de Cultura, se traslada a EE.UU.; posteriormente, en 1941, es contratado por Walt Disney –durante la visita de éste a Buenos Aires- como asesor para una serie de dibujos animados ambientados en la pampa argentina; fueron ellos “El gaucho volador”, “El gaucho reídor”, “Goofy se hace gaucho” y “Saludos, amigos”. Cabe señalar que tres lustros después, en 1956, Molina Campos realizaría en la Argentina, con sus dibujos y escenas bonaerenses, “Pampa mansa”.

Siguiendo con su estada en EE.UU., también lo contrata por entonces, la revista “Liberty” y luego “Minneapolis-Moline Company” para la presentación de almanaques con típicas escenas gauchescas para el país del norte, habiendo sido además asiduo colaborador de “Saturday Evening Post”, “Life” y “Collier’s”.

Al producirse su fallecimiento, el 16 de noviembre de 1959, la crónica recalcó que “fue un comentarista de extraordinarios recursos técnicos de la campaña argentina, ya que sus dibujos y sus cuadros reflejan vivamente, con aciertos expresivos de indudable calidad artística, el temperamento, La sensibilidad y la picardía del hombre del interior”.

Por su parte, la que fue su compañera –María “Elvirita” Ponce Aguirre- recordó su forma de trabajar: “Descansaba sus manos trabajando la tierra, arando, y a las 5 o 6 de la tarde tomaba los pinceles y no los dejaba hasta cerca de las 4 de la mañana.”

Recuerdo que allá por los primeros meses de 1989, mi buen amigo, el crítico de arte Eduardo Baliari, se preguntaba en un comentario sobre el último Salón Nacional de Bellas Artes, por qué todavía no se había incorporado al mismo “un apartado para la caricatura y el humorismo”, loable inquietud que no pude dejar de recordar, algunas semanas después, al disponerme a cruzar la Avenida Del Libertador en dirección hacia el Museo Nacional de Bellas Artes, cuya fachada interrumpía el monocromático tono rosado un colorido y caricaturesco gaucho a caballo de grandes dimensiones. “Es un reconocimiento justo e inexplicablemente postergado”, aceptaba en el catálogo de la exposición allí realizada con las obras de Florencio Molina Campos, Daniel Ergasto Martinez –a la sazón director del museo-, y acotaba: “Lo cómico en sus imágenes no se genera en una postura intelectual o en un sentimiento de superioridad, sino en el afecto. Entonces lo cómico se transforma en humorismo. Goya y Daumier fueron cronistas de su época; Molina Campos ilustró nuestras costumbres gauchas.”

Desde 1982, las obras de Florencio Molina Campos pueden apreciarse permanentemente en el Museo que lleva su nombre, y funciona en la calle Güemes 342, de la localidad de Moreno en la provincia de Buenos Aires.

Siulnas

2 comentarios:

RosaMaría dijo...

Cuánto para aprender todavía! Me encantó tu descripción de Molina Campos. Admirado por mí. Justamente puse en mi blog una pintura de él, sin estar al tanto de la fecha. Conecciones... causalidades...

Siulnas dijo...

Estimada Rosa María:
Dices que admiras a Molina Campos y tienes un blog. Tal vez nuestros blogs tengan cierta afinidad. Si quieres que lo visitemos tanto yo como los visitantes de mis blogs, házmelo saber. A veces este nuevo (aunque ya no tan nuevo) medio de comunicación nos depara agradables sorpresas y amplia nuestro horizonte. A mí me encantó tu buena predisposición a seguir aprendiendo.
Siulnas