El niño puede nacer en cualquier país del mundo; puede tener la piel de distinto color a sus pares de otras latitudes; nace igual que todos nacen; sin excepción tienen una madre y un padre. Al llegar al mundo es un alma pura, en su llanto, pide atención. Amor, compañía… en su mirada entrega todo de sí. Para una madre verdadera, -porque no es solo madre quien lo lleva en su vientre- sino quién le da crianza de años con abnegación y sacrificio… para ella también el llanto de su niñito es una caricia.
Feliz del niño que llega a una casa de padres conscientes que por naturaleza o inteligencia saben que su hijo tiene derechos, no interesan la idiosincracia de los pueblos, ni las riquezas de las naciones, el niño es feliz en donde le toca vivir, crece pasando por alto naturalmente las falencias heredadas de su familia pero debemos poner en una invisible balanza lo que sabemos que es bueno para una niñez feliz, en donde siempre se les de cariño, protección, educación, atención a su salud. Recordemos que el niño es un milagro viviente y para los padres la mejor música será siempre el sonido de su voz.
Es el Día del Niño, chicos ¡avísenle a sus papás que si no están junto a ustedes se estarán perdiendo lo más lindo de la vida: “darnos atención a nosotros”. Díganle que no necesitamos ¡tantos cursos! ¡queremos estar con ellos!; que no hace falta que nos compren cosas, que hagan gastos innecesarios, o que utilicen demasiadas energías; con estar sentados a nuestro lado y sentir que disfrutan de nuestra presencia es más que suficiente.
A veces los adultos temen no tener fuerzas suficientes para jugar con nosotros, sus hijos; o tal vez tienen fastidio porque tienen que dejar algunas de las “chiquicientas mil” cosas en las que ellos, sin meditarlo bien, piensan que son necesarias para un “pasar mejor”... pero... bueno: ¿no vale la pena estar con lo mejor del mundo? ¡con los niños! ¡Nos gusta salir con la abuela, pero también queremos estar con nuestros padres!
Antes de los dos años, el niño necesita de la madre ¡no a otros! Lógicamente, en la época en que vivimos, sé que tener trabajo es concretar la dignidad... pero... ¡mamá, papá, no nos dejen!
Sí, los juguetes nos gustan, pero más nos gusta estar con ustedes!
También estoy segura que el anhelo de muchos padres es asegurarles felicidad a sus hijos; por eso los preparan desde pequeños con amor para afrontar la edad adulta y no solo los cuidan, los curan, les enseñan cosas, les dan educación, cómo aprender a escribir, a comportarse, a ser buena persona, sino que también los conducen a cultivar los bienes del alma; la fe es el tesoro más grande que se puede llegar a tener: fe en Dios, fe en uno mismo. Si los padres dan sólo bienes materiales, tal vez uno sería como un árbol que da frutos de oro, pero... ¿qué haría el pobre árbol con esos frutos si ni siquiera sabe que lo lleva en él? Mamá, papá... te dedicamos el Día del Niño pues nosotros somos sus verdaderos tesoros.
Feliz día del niño, lo merecen!!!
Ani, la hermana mayor
Por la copia: Anamaría Blasetti
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