En la mañana del viernes 4 de marzo, al abrir mi correo electrónico me hallé con un mail que nunca hubiera querido recibir, aunque últimamente hubieran surgido circunstancias que hacían posible que así fuera:
Estimados Amigos
Hoy, 4 de Marzo de 2011, en la madrugada, ha partido el Viejo Ferrito hacia otros mundos, acompañado de sus personajes: Langostino, Chapaleo, Bólido, Taras Service, Pandora, y
muchos otros que no alcanzaron la trascendencia de los nombrados.
Sobre la mesa de dibujo quedó su plumín y un potecito abierto de Tinta China reseca por el tiempo.
Les ruego en sus corazones un recuerdo de homenaje.
Sus restos serán velados en la localidad de Don Bosco, partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires, Argentina, en la cochería Rufino Pastor, calles José Ingenieros y Uriburu.
Agradecida, su hija Pichi Ferro.
Últimamente tenía previsto actualizar para mi Diccionario enciclopédico del humor gráfico y escrito en la Argentina, en preparación, la trayectoria de Ferro, pero no de este modo. En enero de 2007 di para su anuncio en tapa, a la dirección de “Democracia”, un periódico que circula en el conurbano bonaerense, el siguiente título:
LO BUENO DEL 2006: PREMIARON A EDUARDO FERRO
En ese número del periódico tuve el agrado de poder referirme al Premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos, al que en su quinta edición, Ferro se había hecho acreedor, candidateado por el Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, y con el apoyo de un centenar de dibujantes y entidades relacionadas con el dibujo. Convocan para este premio los Ministerios de Cultura, Asuntos Exteriores y Cooperación de España y está promovido por la Fundación General de la Universidad de Alcalá.
Decía entonces que “siempre es grato tener que ocuparse de Ferro”; hoy no lo es, pero sí es en cambio, un acto de reconocimiento ineludible ante todo lo que ha representado –y seguirá representando por la vigencia permanente de sus dibujos y su humor apto para toda época y todo público- el inmortal, podríamos decir anteponiendo el humorista al ser humano, Eduardo Ferro.
Al pedírsele en 1954 una nota para la revista “Dibujantes”, dijo Abel Santa Cruz:
-Hablen otros, los capacitados, de la firmeza impasible de los plumines de Ferro, del punto de sus aguadas o del matiz de sus témperas. Yo hablo cariñosamente, de un amigo que dibuja bien. Y que trasmite a sus tiras no el sarcasmo que no le pertenece, no la sátira de los que no creen en el mundo y lo deforman a través de sus lentes heridos, sino el tremendo, el evidente, el ingenuo gozo de haber nacido…
El mismo Ferro confiaría en octubre de 1974 a la revista “Humorón”:
-No quiero hacer personajes que ridiculicen a nadie… Hay quien piensa que un humorismo de ese tipo no tiene vigencia; yo, sin embargo, soy un humorista vigente… Por lo menos vivo de eso… Pienso que la sátira no es humor… Se dice que eso es humorismo comprometido; no sé si es importante decirlo, pero creo que el humor “cándido” es mucho más difícil de conseguir… Cuando se eligen temas urticantes, prácticamente ya está todo servido… Además, que el humor por el humor –así, simplemente- también tiene una importante función social que cumplir…
La aseveración del dibujante puede apreciarse en cualquiera de los períodos que abarca su larga trayectoria profesional, por ejemplo, esa tapa de “Patoruzú” –revista a la que ingresó en 1938-, en la que un albañil sentado a un costado de la obra en construcción, arma con algunos ladrillos que ha apartado, una pequeña pared sosteniéndola sobre sus piernas, mientras un compañero le advierte: “¡Cuidado! ¡Se te va a armar lío si te agarra el capataz haciendo trabajos para afuera!”
Otro tanto ocurre pasando revista a sus muchos personajes: Cohete, Aserrín y Pan Rallado y Don Pitazo, en “La Cancha” –revista en la que empezó cuando tenía pantalón corto-; Pepe Boleto, en “Pilucho”; Ñangapirí Tereré, en “El Pampero”; El buzo Chapaleo, en “La Razón”; El profesor Bastardilla, en “Estudiantina”; Cara de Angel –que firmó con el seudónimo Yayo-, Bólido, Bocadillos fáciles, Rebelde con causa, Hay un caño en tu futuro, Lisandro, Tara Service y Pandora, en “Patoruzú”; Langostino, el navegante independiente, en “Patoruzito”; Manotazo, flor de arquero, en “La Nueva Cancha”; Cacho Pan, en “Jaimito pibes”; Alevino, en “Extra Jaimito”; Yirólamo corresponsal, en “Super Hum®”…
“…En el humor de Ferro –cálido, humano, verdadero- estamos reflejados en alta fidelidad todos nosotros –escribieron en “Mengano”- Ferro dibuja suegras, maestras, empleados, linyeras, guapos, cancheros, chantas, carteros, perros, soñadores, colectiveros, guardas de tren , hipnotizadores, gauchos, quinceañeras, viejitos. Nosotros, en síntesis.
“A todos nos pasan, todos los días, cosas como las que se desploman encima de los muñequitos de Ferro. Pero él sabe encontrarle la vuelta justa, la expresión exacta, el tropezón inesperado para que toda esa pequeñez nos ilumine la cara con una sonrisa así de grande…”
Eduardo Carlos Ferro –que además del ya mencionado Yayo, ha utilizado los seudónimos de Dof y Dué- había nacido en Avellaneda el 19 de agosto de 1917.
Hacia 1930 participaba en un concurso semanal de dibujo, y otro de coloreado de dibujos, que organizaba la revista “Caras y Caretas”. El primero recompensaba los dibujos publicados con un libro de la Colección Araluce (Clásicos adaptados para los niños), y el segundo con un vale por valor de 5 pesos para compras en la tienda San Juan de la calle Piedras. Ferro ganó muchas veces, por lo que ha considerado que el dibujo le rindió frutos tempranamente (son palabras de él).
Después, en “El Purrete”, continuó una sección que había dejado el dibujante Felipe Martelli, y que a partir de la actuación de Ferro comenzó a llamarse “Noticiero informativo”, donde los chicos de todo el país hacían de corresponsales.
Es en la revista “La Cancha”, donde Ferro comienza a perfilarse como un gran dibujante humorístico, realizando en un comienzo conjuntamente con Domingo Villafañe una sección de curiosidades deportivas titulada “En pocas palabras”, que continuó solo con el nuevo título de “Aunque parezca mentira”. Allí también comenzó a hacer caricaturas –aunque con los años reconocería que ese no era su fuerte- cuando sólo contaba 15 años de edad, siendo una de sus primeras caricaturas la del jugador de River Plate Aarón Werfingkel.
Al ingresar al Sindicato Dante Quinterno, donde fue uno de los principales dibujantes animadores de la película “Upa en apuros”, inicia Ferro una actividad que llevaría a reflexionar a fines de 1974 a un comentarista de la ya nombrada “Mengano” que este dibujante “es algo así como el Lope de Vega de los dibujantes argentinos” ya que “en una estadística casera elaborada en nuestra redacción llegamos a que –hasta ahora- el hombre ha generado cincuenta mil humoradas, siempre de nivel óptimo.”
Aparte de los personajes ya mencionados que se publicaron en “Patoruzú” –que también lo tuvo como director entre 1961 y 1962-, Ferro compartió durante años con Oscar Blotta, las tapas y páginas centrales de la revista, además de algunos “Temas porteños”, y debió continuar la sección “Enemigos del hombre” al retirarse Divito para editar su propia revista.
Ferro se cuenta además, entre los humoristas que mejor han caricaturizado a nuestro gaucho y su ambiente, pero eso es un privilegio que parece haber reservado a los lectores del “Libro de Oro Patoruzú” a través de la sección “Pampa bárbara”.
En la revista de Quinterno, su pluma “le puso una estampa física” (al decir de Santa Cruz) al Corresponsal Viajero, a Un Marciano en Buenos Aires, a Don Rosa, a Jovito Barrera y otros personajes redaccionales, creando para el producto Quaker, una historieta de aventuras con dibujo semihumorístico: Aventuras de Quakita y Quakito. Fue asimismo, el continuador de El fantasma Benito se divierte, que ha venido realizando desde 1938.
Ferro continuó en “Patoruzú” hasta su desaparición el 30 de abril de 1977 y en agosto de 1978, tomó a su cargo la revista “Rico Tipo” en su segunda época, para la que creó y guionó las historietas Manocho Rascada y Mimo Gómez.
Tampoco debemos olvidar que Ferro fue uno de los primeros dibujantes que ya hacía “dibujos en el aire” antes que llegara la televisión (describía escenas humorísticas desde los micrófonos de Radio Belgrano estimulando la imaginación de los oyentes).
También colaboró en sus comienzos, en “Pololo”; “El Diario”; y “República Ilustrada”.
Oscar Vázquez Lucio
4 comentarios:
Uno queda estremecido con esta noticia, desaparece un gigante del humor, un dibujante de estilo, un creador inagotable, un tipo que, aparte de ser un gran creador, tenía un don de gente formidable para el que lo trataba.
Es para sentirlo largamente.
¿era español, SIULNAS?
Totalmente de acuerdo, Ceo, y le respondo a Magu:
Su consulta ya está respondida en el artículo, pero es pertinente; al consignar su lugar de nacimiento no tuve en cuenta que la proyección de un blog supera al de muchas revistas que solo circulan en el ámbito local. Vale decir que podría tratarse del municipio de la provincia española de Ávila, y aún en la Argentina podría tratarse del departamento de la provincia de Río Negro o del de la provincia de Santiago del Estero, pero Ferro nació en Avellaneda, en el Partido del mismo nombre de la provincia de Buenos Aires.
Gracias por su pregunta en pos de una mayor precisión.
Siulnas
gracias SIULNAS
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