El poder y el humor nunca se llevaron bien. Humor opositor y malhumor oficialista no son características que de modo rígido se puedan adjudicar a unos y otros. También la oposición se malhumora cuando pierde los estribos y algunos gobernantes pueden lucir buen humor.
Pero esas son las reglas en el humor político argentino y en el de cualquier país democrático; o debieran serlo.
Lo grave es cuando el humor de un país se pone al servicio de potencias extranjeras, algo muy parecido a las desinformaciones recientes del periodismo hegemónico.
Sintiendo vergüenza ajena, rescato, para resarcir, por lo menos, al humor argentino, dos dibujos publicados respectivamente en el periódico satírico “Don Quijote” y en la revista “Caras y Caretas”, ambos hacia fines del siglo XIX, con pocos años de diferencia, mostrando en distintas circunstancias, las aspiraciones de dos personajes que a lo largo de la historia, no han podido ocultar su parentesco. El primero lo muestra al Tío Sam en una curiosa forma de pesca, y el epígrafe dice:
“Con cierta importancia homérica, confunde este mentecato, el patrón y el patronato, y su casa con la América.”
En el otro dibujo aparece John Bull durante un arbitraje -¡oh, casualidad! también a la pesca-, con este epígrafe:
“Aunque las líneas ha echado,
enredadas en el fondo,
no ha de quedar sin pescado,
porque es hombre acostumbrado
a pescar por lo más hondo.”
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