El 26 de marzo de 1946, la revista “Cascabel” publicó la tapa de Lonka (Atilio De Angeli) aquí reproducida en la que aparecen como escolares los recién elegidos futuros gobernantes Juan D. Perón, Jazmín Hortensio Quijano y Domingo A. Mercante; la maestra les entrega un ejemplar de la Constitución Nacional, diciéndoles:
-Bueno, chicos; ya se acabaron las vacaciones. Ahora, basta de travesuras, a preocuparse de sus deberes y, sobre todo… ¡a estudiar bien este librito!
65 años después, podría repetirse la humorada (que no lo es tanto) con una pequeña diferencia: en vez de los candidatos triunfantes en los comicios del 24 de febrero de 1946, deberían figurar en una eventual tapa de las características de aquella, los candidatos derrotados en las primarias del pasado 14 de agosto.
Lo más lamentable es que aquella humorada, que se anticipaba caprichosamente a posibles hechos, aplicada hoy, podría tener una lectura literal, cuya respuesta contradeciría totalmente la recomendación de la maestra del dibujo de Lonka.
Por ello me gustaría llamar a la reflexión a los recientemente derrotados –que no son únicamente algunos políticos, sino además, integrantes de corporaciones y de medios periodísticos (algo que está volviendo cada vez menos creíble esta profesión)-, para quienes transcribo especialmente lo que sigue, publicado por Norberto E. Fraga y Gabriel A. Ribas en su obra “Instrucción Cívica”
INFLUENCIA Y RESPONSABILIDAD DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y DE SUS DIRIGENTES
La influencia y, por lo tanto, la responsabilidad de los partidos políticos y de sus dirigentes en la vida política de la ciudadanía son considerables.
Estas agrupaciones pueden –y deben- actuar como verdaderas escuelas de civismo, poniendo al ciudadano en contacto con los problemas nacionales y ejercitándolo a través de su militancia en la vida interna, en las prácticas democráticas.
Sus manifestaciones públicas y las de sus dirigentes son muchas veces orientadoras de la conducta ciudadana, de ahí la importancia de la seriedad de sus planteos y del valor ejemplificador de la conducta cívica de sus líderes.
Si bien es lógico que los partidos políticos compitan entre sí por ganar el apoyo de la ciudadanía y llegar al gobierno, es muy importante que, para hacerlo, no pierdan de vista que la meta última de la acción política es la prosperidad de la República y el bienestar general. La demagogia, la politiquería (entendida como la defensa de pequeñas ambiciones personales en detrimento de los intereses generales), la oposición irracional que sólo busca obstaculizar la acción del gobierno sin tener en cuenta los intereses nacionales, son aspectos negativos que desalientan a los ciudadanos y dañan a las instituciones.
(“Instrucción Cívica”, Norberto E. Fraga – Gabriel A. Ribas, A-Z Editora, 1988)
Y como para descalificar el triunfo ajeno se lanzó por ahí una crítica a “las banderas de organizaciones subversivas”, vale la pena recordar aquel párrafo de la carta abierta que el 24 de marzo de 1977, el después desaparecido escritor Rodolfo Walsh dirigió a la Junta Militar:
“Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre ‘violencias de distintos signos’ ni el árbitro justo entre ‘dos terrorismos’, sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte”.
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