En noviembre de 1968 se realizó la 1ª Exposición de Dibujos Humorísticos de “Los sobrinos del Tío Landrú” (“Tío Landrú” era el título con el que la Editorial Primera Plana editaba la nueva versión de “Tía Vicenta”, prohibida por el gobierno de Onganía cuando salía como suplemento del diario “El Mundo”) en el Salón del Cine Teatro Ópera, participando Aldo Rivero, Basurto, Caloi, Ceo, Fantasio, Faruk, Góngora, Gorla, Herman, Inos Bofres, Irañeta, Koper, Landrú (obviamente), Lino Palacio, Manucho, Oscapi, Pratico, Robinot, Vilar, Viuti, Werffeli y yo, que lo hice por primera vez con el “humor tridimensional”, en el cual el papel, y aún el marco, seguían la forma sugerida en el dibujo. Así, en “Figura sentada”, el cuadro se desplazaba hacia adelante a partir de la cintura del personaje, mientras que en “Viento”, el papel describía un arco como si fuera empujado casi hasta desprenderse del marco. La exposición fue llevada luego a Mar del Plata, y como mis cuadros no eran fáciles de transportar, nunca los trajeron de vuelta. A partir de ese momento, decidí que mi Humor Tridimensional sólo sería presentado en exposiciones individuales, sobre las que yo pudiera ejercer el control total. Entretanto también había empezado a experimentar con humor cinético.
La idea del humor cinético surgió en mi mente, después de una visita que hice con mi familia al Museo de Bellas Artes a fines de setiembre de 1968, con motivo de una exposición titulada “Materiales - Nuevas técnicas - Nueva expresión”. Ese día parecía imposible hacer salir de allí a mi hijo, cautivado por las obras de arte cinético que se exponían, entre las que le impactó especialmente un “Generador de imágenes”.
No pude dejar de pensar que si las exposiciones humorísticas siempre habían atraído mucho público, una muestra humorística a la que se incorporaran los principios del arte cinético podría despertar un interés masivo. Pero esa apreciación era independiente de lo que realmente me fascinaba de aquella idea; y empecé a manipular con cables, llaves, lamparitas de colores y transformadores para complementar los dibujos, guiándome por mis propios bocetos, hasta conseguir lo que llamaría “Humor Tridimensional, Cinético y Cibernético”; la última denominación contaba como pretexto con una autocaricatura titulada “Siulnas cibernético”, que mediante el manipuleo de llaves de luz sugería supuestas cualidades cibernéticas a partir de la iluminación de sectores del dibujo no verificables a simple vista. Esas llaves indicaban: “Buen Humor: SI - NO”; “Ideas: SI - NO”; “Ganas de trabajar: SI - NO”; “Amor al arte: SI - NO”; “Listo para trabajar: SI - NO”; “Control de ideas: Máximo - Mínimo”, etc.
LUIS DIEGO PEDREIRA Y “EL ERIZO INCANDESCENTE”
En los primeros meses de 1969, el escenógrafo Luis Diego Pedreira iba a inaugurar una galería de arte –“El Erizo Incandescente”– en la calle Esmeralda 771. Ya para entonces, yo había preparado algunos nuevos trabajos de humor tridimensional, y también de humor “cinético”.
Entre los trabajos que puse a consideración de Pedreira –quien en pago por el alquiler de la sala sólo recibía uno de los cuadros expuestos, lo cual le confería el derecho de ser exigente en la admisión de los expositores– figuraba “Por el espejo…”, un dibujo que mostraba en primer plano y de espaldas, a un hombre y una mujer en su coche, con un auténtico espejo retrosvisor sobresaliendo desde la parte superior del marco. El hombre decía (en alusión a los rostros de los visitantes a la exposición que seguramente iban a reflejarse en ese espejo):
–Debo estar mal estacionado; fijáte cómo nos miran…
Pedreira quedó realmente impactado con ese cuadro, y la primera exposición colectiva con que inauguró la Galería el 17 de marzo, se tituló “SPECULACIONES (Artistas que se expresan a través del espejo)”, en la que participé junto a Juan Carlos Benítez, Paulina Berlatzky, Ary Brizzi, Carlos Cañas, Jorge Carballa, Aníbal Carreño, Arnoldo Fischer, José V. González, Leal Rey, Manuel Mujica Láinez, Roberto Páez, el mismo Luis Diego Pedreira, Leo Vinci, Marco Denevi, Ernesto B. Rodríguez, Arturo Romay y Rodolfo Arizaga.
A todo esto, yo ya había convenido con el afamado escenógrafo, la fecha de mi exposición individual, que fue la última del año, y titulé, como ya he adelantado, “Humor Tridimensional, Cinético y Cibernético”.
En el catálogo respectivo, Pedreira se refirió a la exposición en estos términos:
“Hoy ‘El Erizo Incandescente’ pule sus púas congénitamente dulcificadas, y dice con el mismo optimismo con que lo dijo en Marzo:
“Y quisiera concluir el año con una sonrisa cargada de humor. Podré hacerlo gracias a Siulnas, el dibujante ingenioso de la mirada hacia adentro y penetrante, y de la sonrisa triste y alegre.
“Siulnas se nos muestra este año y para ‘El Erizo Incandescente’, tridimensional, cinético y cibernético.
“¿Qué tal será este saludo de fin de año?
“Sólo que ahora puede agregar, ya en Diciembre, y frente a la muestra preparada por Siulnas –este juglar que felizmente para nosotros no se fue a México ni a París de Francia– que este saludo está lleno de gracia, de ternura, de inventiva y de descomplejada autocrítica.
“Porque Siulnas, el gracioso, el tierno, y el descomplejado filósofo, nos ha llenado la casa de ‘El Erizo Incandescente’ de sonrisas, de risas, de botones, de cables, de lucecitas y de manijas.
“Nos ha convertido la casa, con su poder de mago, en un lugar donde todos podemos jugar.
“Y donde jugaremos juntos todo el mes de Diciembre.
“Esta Galería ya no es un lugar donde se exponen obras; es una casa de juego ¡NO! de juego no, de juegos.
“Y nos ha colmado además con tarjetas, innumerables tarjetas personalísimas, con las que todos podrán saludar a sus amigos y quedar ‘comme il faut’ y ‘a la page’ con un porteñísimo recuerdo.”
Las tarjetas a que alude esta presentación fueron la versión comercial de las tarjetas especiales que envié por años a mis amistades (unas con espejos, otras con algún entretenimiento, varias con caricaturas, y unas pocas, súper especiales, como la desplegable que le hice llegar una vez al animador Antonio Carrizo, cubierta en toda su extensión por su caricatura de cuerpo entero, y que él fue desplegando de a poco frente a la cámara, para diversión de su teleaudiencia).
Mis nuevas tarjetas ofrecían distintas variantes. Dos de ellas, reflejaban la imagen deformada del destinatario, como los espejos mágicos.
En la primera, que ensanchaba la imagen, el personaje dibujado que sostenía el espejo, advertía: “¡Ojo con comer más de la cuenta!”. En la segunda, que por el contrario, afinaba la figura, el personaje comentaba: “Parece que da resultado el régimen, ¿eh?…”
Entre los compradores de estas tarjetas figuró el Dr. Alberto Cormillot, quien las adquirió en cantidad para obsequiarlas a sus pacientes.
Pero si bien la exposición y las tarjetas eran un éxito, algo me preocupaba; de acuerdo a lo convenido con Pedreira, yo lo compensaría por el uso del salón, con uno de los cuadros expuestos. Si su elección recaía en el “Siulnas cibernético”, me vería privado de la obra que justificaba parte del título de la exposición.
Sin embargo, lo veía entrar cada tarde a la galería empujando invariablemente al pasar, la puerta giratoria de “Desencuentro”, un trabajo tridimensional con un hombre y una mujer en actitud de empujar la puerta, dibujados a cada lado de la misma.
-Ya sé qué obra va a elegir Pedreira… -comenté, observando la Atracción que “Desencuentro” parecía ejercer sobre el escenógrafo.
Pero me equivoqué; Pedreira eligió “Vejez”, un rostro con muy pocos trazos, en el que la acción del tiempo era sugerida directamente a través de los múltiples pliegues del papel.
Ello me permitió presentar en muestras posteriores, las obras preferidas por quienes gustaban “jugar” con las mismas, porque aquella muestra era el “desquite” para el público de exposiciones. Por lo general, las obras nunca pudieron tocarse; aquí se les invitaba a hacer todo lo contrario (he visto que esta idea ha cundido en años posteriores). Es cierto que muchos se sonrojaban y miraban con recelo cuando se les caía pesadamente uno de los cubos del cuadro rompecabezas “Arme y desarme”, pero al ver que nadie se preocupaba por ello, seguían adelante con su entretenimiento.
La exposición de Humor Tridimensional, Cinético y Cibernético fue presentada después en el Centro de Informaciones Citroën, de la avenida Santa Fe, junto con el cortometraje de animación con maquetas “Por qué no me clasifiqué en las 24 Horas Citroën” –que yo filmara en película de 8 milímetros–, y por último, en la localidad de Morón, mi lugar de residencia, donde mi actividad periodística a través de la revista humorística “Humorón”, ya no me dejó tiempo para nuevas exposiciones individuales, y menos todavía, tratándose de tridimensionales y cinéticas.